El Pearl Harbor de los j¨®venes del milenio
La generaci¨®n que ten¨ªa entre 10 y 19 a?os en 2001 ha crecido marcada por el impacto de los atentados, que despert¨® un nuevo inter¨¦s por el resto del mundo
Cara Kelley recuerda que lleg¨® al instituto el 11 de Septiembre de 2001 con una camiseta rosa y un cintur¨®n que hab¨ªa planeado estrenar ese d¨ªa. En su memoria est¨¢n grabados todos los detalles. Ahora los ve como si tuviera delante una fotograf¨ªa. Sal¨ªa de clase de ¨¢lgebra cuando anunciaron por megafon¨ªa que un avi¨®n acababa de chocar contra una de las Torres Gemelas. Celebraron un minuto de silencio. Despu¨¦s del segundo turno, el mensaje cambi¨®: "La naci¨®n est¨¢ siendo atacada". El profesor encendi¨® el televisor en el aula y, como en miles de centros de todo el pa¨ªs, la mirada de los adolescentes absorb¨ªa las im¨¢genes de un atentado que ha marcado a toda una generaci¨®n.
Son los Millenials, el grupo de j¨®venes que ten¨ªan entre 10 y 19 a?os en 2001. El 11 de Septiembre es para ellos lo que fue el asesinato de John F. Kennedy para sus padres o el ataque de Pearl Harbour para sus abuelos. La generaci¨®n del milenio est¨¢ mejor informada y preparada que la de sus progenitores. Son m¨¢s solidarios, dedican m¨¢s horas al voluntariado y estudian m¨¢s en el extranjero. Muchos optaron por una profesi¨®n distinta debido a los ataques. Otros decidieron aprender idiomas como ¨¢rabe o chino. La mayor¨ªa se implica en pol¨ªtica y quiere participar en el futuro del pa¨ªs.
"Recuerdo el rostro de los profesores y la gente en los pasillos. La sensaci¨®n de no entenderlo del todo. No pod¨ªa saber en ese momento las consecuencias concretas de lo que acababa de pasar, pero sab¨ªa que era importante", cuenta Kelley, que vivi¨® los atentados desde una peque?a localidad de Carolina del Sur. La joven periodista de The Washington Post ten¨ªa entonces 15 a?os, apenas hab¨ªa o¨ªdo hablar de Irak, mucho menos de Afganist¨¢n ni de Al Qaeda y "Oriente Medio solo estaba en los libros de historia". En pocas semanas, formaba parte de su nuevo vocabulario.
La experiencia de Ashley Bright, que vivi¨® los atentados protegida por los 3.000 kil¨®metros que separan la costa Este de Arizona, fue diferente. Pero la huella es la misma. "Llegu¨¦ a casa de mi amiga para recogerla de camino al instituto y su madre me dijo que un avi¨®n hab¨ªa chocado con las Torres Gemelas. A los 15 a?os ni siquiera ten¨ªa muy claro qu¨¦ representaban ni cu¨¢nta gente trabajaba all¨ª. Asum¨ª que era un accidente y me fui a clase".
Bright nunca hab¨ªa estado en Nueva York ni conoc¨ªa a nadie en la ciudad. Pero los ataques del 11 de Septiembre quedaron marcados en su retina como en la de millones de j¨®venes con las im¨¢genes de televisi¨®n que vieron aquella ma?ana en el aula, los rostros de profesores enmudecidos que dudaron si protegerles en un s¨®tano o mandarles a casa y las palabras de muchos padres que no sab¨ªan c¨®mo explicar lo ocurrido. El mundo hab¨ªa cambiado para una generaci¨®n que no conoc¨ªa el terrorismo ni las guerras. Ni siquiera una recesi¨®n econ¨®mica.
La generaci¨®n del 11-S
Estados Unidos empez¨® a hablar de la generaci¨®n del 11-S solo dos meses despu¨¦s de los ataques gracias a un art¨ªculo de la revista Newsweek. "La generaci¨®n que lo tuvo todo, paz, prosperidad e incluso el sue?o de jubilarse a los 30, se enfrenta a su momento clave", escrib¨ªa entonces Barbara Kantrowitz. "Se supone que los universitarios estar¨¢n intentando descubrir en este momento su lugar en el mundo, no solo como profesionales, tambi¨¦n la mentalidad con la que entender¨¢n el resto de sus vidas. Despu¨¦s de los ataques, ese objetivo parece m¨¢s urgente y a¨²n as¨ª m¨¢s escurridizo que nunca".
La escritora y periodista explicaba entonces que aquellos j¨®venes que se reunieron para rezar juntos y celebrar vigilias en los d¨ªas siguientes a los ataques, participaban poco despu¨¦s en clases de relaciones internacionales y Oriente Medio. "Si antes so?aron con ganar millones de d¨®lares en Wall Street, de repente piensan en trabajar para el gobierno, el FBI o la CIA".
Patricia Somers, investigadora de la Universidad de Texas, recogi¨® el guante y dedic¨® los a?os siguientes a investigar los efectos del 11-S en cientos de j¨®venes como Bright o Kelley en todo el pa¨ªs. Dice que no veremos la profundidad de los efectos hasta despu¨¦s de este d¨¦cimo aniversario, pero ella ya ha encontrado pistas. El 36% de los estudiantes entrevistados por Somers afirma haber reforzado sus valores pol¨ªticos a causa de los ataques. Otro 20% considera que influyeron en gran medida en su carrera: "Se volcaron con profesiones como la sanidad o trabajos sociales, quieren ayudar".
Volcados en el servicio p¨²blico
La pr¨®xima generaci¨®n de norteamericanos se ha dedicado al servicio p¨²blico m¨¢s que las anteriores. Katie Prittchet es una de ellas. Avanzaba hacia el primer examen de su carrera universitaria aquella ma?ana de martes. Con 18 a?os, era la segunda semana que pasaba viviendo fuera de casa. Un profesor le comunic¨® en los pasillos que "la naci¨®n estaba siendo atacada". Recuerda cancelaciones, silencio, estudiantes vagando por el campus. Que nadie le miraba a los ojos. "No era seguro abandonar el campus as¨ª que fuimos a rezar a la capilla, no ten¨ªamos apenas informaci¨®n a¨²n y estaba vac¨ªa, pero poco a poco se fue llenando, una sensaci¨®n muy rara, como una crisis colectiva y a la vez silenciosa".
Prittchet recuerda que su mente intentaba a la vez concentrarse en aquel primer examen y descifrar las consecuencias del ataque. "Intentaba entender si estaba en peligro, si deb¨ªa hacer aquel examen". El profesor les explic¨® que pod¨ªan abandonar el aula al mismo tiempo que les comunic¨® que el Pent¨¢gono y la segunda de las Torres Gemelas hab¨ªan sido atacados. Prittchett decidi¨® centrarse en las preguntas y por primera vez conoci¨® la sensaci¨®n de quedarse en blanco. Le venci¨® el miedo. "Hasta ese momento nunca hab¨ªa cuestionado nuestros valores ni nuestra seguridad. De repente el pa¨ªs entero era vulnerable".
Entonces ten¨ªa 18 a?os y como muchos universitarios, apenas sab¨ªa claramente a qu¨¦ dedicarse en un futuro. "Despu¨¦s del 11 de Septiembre me di cuenta de que quer¨ªa devolver el apoyo de alguna manera, trabajar por el pa¨ªs, y empec¨¦ a definir lo que quer¨ªa hacer". Prittchett es ahora candidata a un doctorado en pol¨ªticas p¨²blicas de educaci¨®n en la Universidad de Arizona.
Abiertos al exterior
Los atentados tambi¨¦n abrieron la mirada de estos j¨®venes al exterior. El n¨²mero de americanos estudiando en el extranjero se ha duplicado esta d¨¦cada, coincidiendo con un aumento de la cobertura medi¨¢tica dedicada a temas relacionados con el terrorismo internacional del 135% entre 2002 y 2005, en comparaci¨®n con la etapa desde 1997. "No sab¨ªa nada de otras culturas, as¨ª que empec¨¦ a prestar m¨¢s atenci¨®n", explica Kelley. Seg¨²n Somers, un 65% de los j¨®venes consumen m¨¢s informaci¨®n por los atentados, contribuyendo a que esta generaci¨®n entienda mejor las dificultades a las que se enfrentan otros pa¨ªses del mundo.
Sin embargo, Kelley a?ade que los atentados no le han influido tanto como las guerras en Irak y Afganist¨¢n. Decidi¨® ser periodista por los meses de controvertidas decisiones pol¨ªticas que llevaron al pa¨ªs a la guerra. "A los 15 a?os no estaba precisamente interesada en la actualidad internacional, pero s¨ª hab¨ªa o¨ªdo acerca de atentados en pa¨ªses de Oriente Medio". Para su generaci¨®n, el atentado contra un edificio federal en la ciudad de Oklahoma era el ¨²nico evento con el que pod¨ªa relacionar el 11 de Septiembre.
Cuando estos mismos j¨®venes pensaban en casa, la naci¨®n ya no parec¨ªa una superpotencia. Los m¨¢s mayores llevan aquel 11 de Septiembre en el que el mundo dej¨® de ser seguro sellado como una cicatriz. Los m¨¢s j¨®venes no saben lo que es vivir en un pa¨ªs sin la guerra de trasfondo.
"En ese momento solo me preocupaba mi carnet de conducir, mi equipo de voleibol y qui¨¦n vendr¨ªa conmigo al siguiente baile del instituto. Es triste y duro admitir que no entend¨ª la magnitud de la tragedia. Pero ahora me doy cuenta de que toda una generaci¨®n est¨¢ condicionada por aquellos eventos, lo sepamos o no. Toda nuestra vida como adultos ha ocurrido en a?os de guerra, miedo y grandes medidas de seguridad", explica Bright.
El monstruo Bin Laden
Los ataques revelaron a millones de j¨®venes que, en contra de lo que cre¨ªan, en contra de la idea que les hab¨ªan transmitido sus padres y profesores, el pa¨ªs no era invencible. "Hab¨ªamos asumido que Estados Unidos era de verdad el pa¨ªs m¨¢s poderoso del mundo", dice Bright.
"Los ataques del 11-S desvelaron una de nuestras mayores debilidades". Kelley recuerda una fe casi ciega en las autoridades y en el pa¨ªs. "Pens¨¦ que el Gobierno ser¨ªa capaz de impedir algo tan calculado como estos ataques, y nos proteger¨ªa. Adem¨¢s, si alguien fuese a atacarnos, estaba convencida de que lo encontrar¨ªamos y se har¨ªa justicia. Fue muy dram¨¢tico darnos cuenta de que no s¨®lo pod¨ªamos sufrir estos ataques sin detectarlos antes, tampoco pod¨ªamos encontrar a los culpables".
Bright asumi¨® que EEUU ir¨ªa a la guerra despu¨¦s de los atentados. El enemigo n¨²mero uno era Bin Laden. El monstruo de su infancia. La representaci¨®n del mal. El s¨ªmbolo que temer y aborrecer. "Sab¨ªa que habr¨ªa una guerra, pero tambi¨¦n cre¨ª que podr¨ªamos aplastar a cualquiera que se pusiera en nuestro camino y vencer f¨¢cilmente". Cuando el pasado 1 de mayo empez¨® a circular informaci¨®n sobre su muerte en Pakist¨¢n, millones de j¨®venes de todo el pa¨ªs celebraban, como ella, el final de un ciclo.
"Fue m¨¢s que asesinar a un criminal, fue la reafirmaci¨®n de la competitividad y el poder de nuestro pa¨ªs", a?ade Kelley. "Para muchos de nosotros, que crecimos escuchando y creyendo que Estados Unidos era una superpotencia, un pa¨ªs en el que disfrut¨¢bamos de libertad y seguridad, nuestra capacidad para detener y matar al hombre que caus¨® tanto da?o, nos reafirma".
Bright coincide en que aquella noche devolvi¨® el orgullo a toda una generaci¨®n que llevaba una d¨¦cada busc¨¢ndolo. "Hemos crecido con las guerras, pero nunca hemos imaginado que el final est¨¦ cerca. Esta es la primera victoria tangible de la que podemos sentirnos orgullosos y celebrar".
Preocupados por su privacidad
Los j¨®venes del Milenio son tambi¨¦n algunos de los norteamericanos que m¨¢s y mejor han interiorizado algunas de las consecuencias de los atentados, como las nuevas normas de seguridad en aeropuerto, las leyes aprobadas tras los ataques, que cambiaron la idea de privacidad en el pa¨ªs, y las comodidades que deben ceder a cambio de sentirse seguros, seg¨²n descubri¨® el estudio de Somers. Han crecido con estas condiciones, pero no tienen por qu¨¦ estar de acuerdo con ellas.
"Somos una generaci¨®n que no sabe viajar sin tremendos controles en los aeropuertos, es lo ¨²nico que recordamos", dice Kelley. Una investigaci¨®n de American University, en Washington, encontr¨® que m¨¢s del 60% de los miembros de esta generaci¨®n muestran preocupaci¨®n por su privacidad desde los ataques, aunque la mayor¨ªa, ocho de cada diez, dice que no dejar¨¢ de viajar en avi¨®n por ello.
"Me gusta saber que puedo subir a un avi¨®n y sentirme segura, pero no estoy dispuesta a ceder m¨¢s libertades por ello", afirma Prittchett. Para Bright, el gobierno tiene mejores cosas de las que preocuparse que su vida privada: "La seguridad del pa¨ªs est¨¢ por encima del hecho de si un guarda de seguridad ve mi cuerpo a trav¨¦s del esc¨¢ner en el aeropuerto. Pero s¨¦ que hay ocasiones en las que se puede dar un abuso de poder por parte de las autoridades y creo que en cuanto terminen las guerras a las que estamos atrapados, tendremos que revisar todas esas leyes".
Neil Howe y William Strauss, autores de la obra m¨¢s exhaustiva dedicada a los j¨®venes del Milenio, adelantaron un a?o antes de los ataques que esta generaci¨®n ya mostraba actitudes positivas que los m¨¢s mayores hab¨ªan dejado de asociar con la juventud: "En pocos a?os, la revoluci¨®n de estos j¨®venes que saben hacerlo todo convencer¨¢ a los m¨¢s c¨ªnicos y pesimistas. Cambiar¨¢n la imagen de una juventud pasiva y sumisa a otra participativa y positiva, con consecuencias que pueden sacudir Estados Unidos".
El 11-S s¨®lo amplific¨® las posibilidades de redefinir toda una naci¨®n para los j¨®venes del Milenio. Bright no niega que hayan influido en toda una generaci¨®n. "Crecimos con los atentados sonando de fondo, como la banda sonora de nuestras vidas. Ahora que se cumplen diez a?os, entendemos lo que ocurri¨® y tenemos reflexiones interesantes e inteligentes que compartir".
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.