"Estados Unidos est¨¢ siendo atacado"
Gata, pata...". Palabras de ni?os en el aula de un colegio de Florida, carteles en la pared; en una pizarra, detr¨¢s del visitante ilustre, George W. Bush, est¨¢ escrito: "La lectura hace grande a un pa¨ªs". "Pata, lata...". Y de repente, un susurro al o¨ªdo. Una frase. "Estados Unidos est¨¢ siendo atacado". Y todo cambia. El rostro del hombre m¨¢s poderoso del mundo se convierte en un libro abierto. Por la p¨¢gina Tocado y Hundido, se dir¨ªa. Un poema. Como el de (casi) todos, en todo el mundo pegados en ese instante del 11 de septiembre de 2001, ante los televisores, viendo desmoronarse una ¨¦poca.
Bush aprieta los labios, la mirada se le pierde; le crecen bosques de rabia entre las cejas; oc¨¦anos de desconcierto le caen por las mejillas. He aqu¨ª que la historia le convert¨ªa en protagonista (a ¨¦l, presidente anodino bajo el nombre del padre). Siente enseguida el peso de su cargo. Lo recuerda ahora, desde su condici¨®n ya de ex presidente, en la ¨²nica entrevista que ha concedido al cumplirse el d¨¦cimo aniversario para hablar de los atentados; dos d¨ªas de charla en su oficina de Dallas con el periodista Peter Schnall, del National Geographic Channel. "Miles de personas perdieron la vida y yo hice la promesa de que no volver¨ªa a repetirse nunca".
"Recuerdo que con el primer avi¨®n pens¨¦ que ser¨ªa un accidente; con el segundo, un ataque. Y el tercero era una declaraci¨®n de guerra"
Bush hilvana sus recuerdos sin citar guerras posteriores o efectos colaterales, relata c¨®mo vivi¨® y qu¨¦ sinti¨® desde su puesto y condici¨®n de mando esas horas. "No lo olvidar¨¦ nunca. Ese d¨ªa cambi¨® mi mandato", afirma. "Pas¨¦ de ser un presidente centrado en asuntos nacionales a uno en tiempo de guerra". O tambi¨¦n: "La guerra nos lleg¨® de forma inesperada, y tienes que afrontarla...no piensas en consecuencias ni pol¨ªtica. Hay que decidir. Lo hice lo mejor que supe, algunas decisiones fueron pol¨¦micas... pero tomadas con el objetivo de proteger a mi pa¨ªs. No ten¨ªa una estrategia... viv¨ªa el d¨ªa a d¨ªa".
Una jornada, comenta, que promet¨ªa ser como otra cualquiera. Esa ma?ana, Bush sale a correr, lee informes de seguridad ("Nada fuera de lo normal"), se sube a su coche, y ya ah¨ª sabe del impacto de una avi¨®n en Nueva York, pero no le da mayor importancia, va de visita al colegio, para promover reformas, y los ni?os le cantan palabras. Hasta que su cara se llena de otras que no pronuncia porque decide callarlas: "Me concentr¨¦ inmediatamente en los ni?os. El contraste entre el horror del ataque y su inocencia me hizo ver claramente cu¨¢l era mi trabajo: proteger a la gente".
Proteger es la clave. Lo repite mientras habla y traga saliva, sus labios se tensan, se le achican los ojos... "Y al momento, los periodistas empezaron a recibir llamadas. Era como ver una pel¨ªcula de cine mudo". Todos lo sab¨ªan. Todos le observaban. Se movi¨® lento. Demasiado para algunos. "Quer¨ªa proyectar una imagen de calma". Escribe un primer discurso all¨ª mismo, para los padres y el mundo: "Hoy ha ocurrido una tragedia nacional...". Llega la noticia del tercer avi¨®n en el Pent¨¢gono: "Con el primero pens¨¦ que ser¨ªa accidente; con el segundo, ataque. Y el tercero era una declaraci¨®n de guerra". Dijeron tambi¨¦n que estuvo escondido durante horas. ?l lo desmiente: quiso salir hacia Washington de inmediato, pero su equipo en el Air Force One lo impidi¨®: "Cre¨ªan que era una irresponsabilidad por mi parte volver a una ciudad que hab¨ªa sido atacada...".
Una jornada cualquiera, escrita con guion insuperable: escenas de rascacielos que se derrumban en segundos; aviones secuestrados cargados de civiles; masas de gente cubierta de polvo huyendo de la muerte en plena City. Un apocalipsis. Un pa¨ªs violentado. "Una de las cosas que cambi¨® el 11-S fue la noci¨®n de estar protegidos por los oc¨¦anos". Sinti¨® horror: "Lo m¨¢s devastador fue ver a gente saltando al vac¨ªo y no poder hacer nada". Y recuerda frases plenas de significado: "?Qui¨¦n demonios querr¨ªa hacer eso a EE UU?". "?Por qu¨¦ no lo hemos visto venir?". "?Estar¨¢ bien mi esposa?". "Decid¨ª que ya nos encargar¨ªamos de Irak. El primer objetivo era Al Qaeda, en Afganist¨¢n". Su tarea era encontrar culpables, aplicar la justicia, implacable, serenar a la poblaci¨®n. Fue al Pent¨¢gono y a la Zona Cero: "Desde el aire parec¨ªa una cicatriz enorme, pero de cerca fue caminar por el infierno". "Atr¨¢palos", le ped¨ªan. "Su sed de sangre era palpable".
?l no lo consigui¨®, pero lleg¨® ese d¨ªa. Una llamada de Obama el 1 de mayo pasado. Una frase: el fin de Bin Laden. "No sent¨ª nada parecido a felicidad ni j¨²bilo. Simplemente que se cerraba un cap¨ªtulo. Con el paso del tiempo, el 11-S ser¨¢ una fecha se?alada del calendario", dice. Y el libro de su rostro ese d¨ªa, de lectura obligada en las escuelas.
'George W. Bush: la entrevista del 11-S', National Geographic (Digital +), 5 de septiembre, 22.30. www.nationalgeographic.es/11S.
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