Black Hawk encontrado (entre cactus...)
El periodista de Canal Plus recorre la zona donde en 1993 fue derribado un helic¨®ptero estadounidense durante una misi¨®n causando la muerte a 18 'marines'
Solo queda parte del rotor, una pieza que parece ser un eje y una de las aspas. Apenas se ve porque a su alrededor han crecido cactus gigantescos que han devorado el resto del fuselaje. El helic¨®ptero de combate lleva ah¨ª desde 1993, desde aquella fat¨ªdica operaci¨®n norteamericana que pretend¨ªa detener a uno de los se?ores de la guerra locales, Mohamed Farah Aidid, y que termin¨® con 18 soldados de Estados Unidos muertos. La pel¨ªcula Black Hawk Down retrata magistralmente ese desastre militar, aunque el Mogadiscio que muestra, de calles angostas y edificios altos y amenazantes, no tiene nada que ver con el escenario real, un barrio de casas bajas y corrales.
El Black Hawk, alcanzado por un RPG lanzado desde una terraza cercana, cay¨® en un peque?o sendero entre dos tapias de apenas dos metros de alto. Por ah¨ª fue arrastrado el cuerpo del sargento David Cleveland. Una imagen que llev¨® al presidente Bill Clinton a retirar sus tropas de Somalia.
Los vecinos todav¨ªa se acuerdan de aquel d¨ªa. No han visto a muchos periodistas extranjeros desde entonces porque durante a?os el mercado de Bakara ha sido el basti¨®n de los islamistas de Al Shabab, los gemelos de Al Qaeda en el cuerno de Africa. Esa milicia se retir¨® en agosto de Bakara y hoy hemos podido llegar hasta all¨ª. "Recuerdo muchos tiros, por todos los lados, y despu¨¦s muchos soldados norteamericanos", dice Abdurrazak, el due?o de la casa donde cay¨® el Black Hawk. Entonces era un ni?o de nueve a?os que recuerda "que all¨ª muri¨® much¨ªsima gente, entre ellos mi hermano mayor". La dram¨¢tica Operaci¨®n Restaurar la Esperanza, y el intento de rescate de los marines ca¨ªdos, dej¨® en las calles de Bakara casi mil muertos somal¨ªes, que tal vez explique porque este lugar acogi¨® despu¨¦s diferentes se?ores de la guerra, milicias de varios colores, y finalmente islamistas radicales que han dominado el barrio, y lo han aislado de los periodistas, durante 18 a?os.
"No est¨¢n locos, es la guerra..."
Antes de venir a Mogadiscio para grabar un reportaje para Canal Plus todo el mundo me dec¨ªa que si estaba loco, que si sabia donde me met¨ªa, que para qu¨¦ arriesgar. Esta ma?ana he estado en un sanatorio mental. Un manicomio dirigido por el doctor Abdirrahman Habeb. Hoy s¨ª que he visto lo que es la locura. Pero no esa locura que conocemos, la de los trastornos psic¨®ticos o personas paranoicas. En este frenop¨¢tico no me he encontrado tipos que sufren alucinaciones o esquizofr¨¦nicos agudos. No hab¨ªa gritos. No hab¨ªa llantos. Solo silencio. Miradas perdidas y mentes devastadas por 20 a?os seguidos de guerra. El 85% de los enfermos de este hospital padecen el llamado trastorno de estr¨¦s postraum¨¢tico provocado por esa guerra. "No est¨¢n locos, es la guerra", insiste el m¨¦dico.
Cada d¨ªa entran tres o cuatro nuevos pacientes y el psiquiatra Habeb no se da abasto. Las Naciones Unidas calculan que uno de cada tres somal¨ªes tiene alg¨²n problema mental. Hay toda una generaci¨®n que no ha conocido otra cosa que guerra, pobreza y hambruna. El doctor Habeb maneja cifras propias, no oficiales, extra¨ªdas de los cuatro hospitales que coordina, pero asegura que han aumentado los suicidios de manera exponencial en los ¨²ltimos seis meses en Mogadiscio.
Marian, por ejemplo, es una de esas pacientes con tendencias suicidas. El doctor nos deja asistir a la consulta. Marian tiene 22 a?os y va tapada con un hiyab que solo le permite ense?ar los ojos. Es suficiente. En cuanto empieza a hablar se le humedecen y comienza a llorar. Un mortero impact¨® en julio en su casa matando y desmembrando, delante de ella, a su padre y otros tres familiares. Desde entonces ni come, ni habla, ni sonr¨ªe. Tiene pesadillas que no le dejan dormir, flashbacks, dice el m¨¦dico, que le recuerdan aquella noche. "A veces cae en un estado catat¨®nico, como de ausencia, y se le olvida incluso que tiene que comer", nos dice. Habeb le hace recitar una shura del Cor¨¢n para ver c¨®mo est¨¢ su memoria y ella misma se alegra de ver que ha conseguido repetirlo. "La guerra, amigo, no son solos los muertos y los heridos, sino tambi¨¦n los desastres psicol¨®gicos que deja", insiste.
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