Deberes con Siria
El rechazo internacional a El Asad no puede decaer por miedo a lo que suceder¨¢ cuando caiga
La represi¨®n del r¨¦gimen sirio de Bachar el Asad contra su propia poblaci¨®n se cobr¨® ayer otra veintena de v¨ªctimas en la ciudad de Homs, una de las m¨¢s castigadas desde el inicio de la revuelta. Hace tan solo unos d¨ªas, un atentado atribuido a Al Qaeda por las autoridades sirias dejaba en Damasco, la capital, medio centenar de muertos. Esta espiral de violencia coincide con la llegada al pa¨ªs de una comisi¨®n de observadores de la Liga ?rabe, encargados de verificar el cumplimiento del plan para facilitar una salida negociada a la crisis y cuyo primer punto preve¨ªa el final de la represi¨®n.
Sean quienes sean los autores del atentado de Damasco, Bachar el Asad no puede excusar en esta matanza injustificable la que ¨¦l mismo est¨¢ perpetrando contra quienes se manifiestan pac¨ªficamente exigiendo su dimisi¨®n. Son ya cerca de 5.000 los sirios que han perdido la vida a manos del Ej¨¦rcito y de las fuerzas de seguridad, seg¨²n el c¨¢lculo realizado por Naciones Unidas, una cifra que solo demuestra la brutalidad del r¨¦gimen sirio, no su fortaleza. Ninguna salida pol¨ªtica es posible con Bachar el Asad en el poder y de ah¨ª que sea in¨²til su intento de ganar tiempo con medidas de maquillaje para que la oposici¨®n desista y la comunidad internacional se avenga a cualquier arreglo.
Como se ha podido comprobar en Homs, pero tambi¨¦n en otras ciudades, la oposici¨®n no parece dispuesta a renunciar a la exigencia de que El Asad abandone. Y la comunidad internacional, por su parte, tampoco da pasos que confirmen las esperanzas del dictador en el sentido de que la confirmada victoria electoral de los islamistas en T¨²nez, y la m¨¢s que probable en Egipto, vayan a provocar la revisi¨®n del apoyo a las aspiraciones de los manifestantes en Siria. El rechazo a la represi¨®n desencadenada por El Asad no puede ceder por el temor a lo que suceda despu¨¦s de que se marche.
El plan de la Liga ?rabe era la ¨²ltima esperanza para El Asad, no para la transici¨®n en Siria. Esta comenzar¨¢ m¨¢s temprano que tarde y lo ¨²nico que est¨¢ dram¨¢ticamente en juego es cu¨¢nto sufrimiento m¨¢s ha de costar. El tiempo de Bachar el Asad acab¨® en el mismo momento en el que la feroz represi¨®n produjo la primera v¨ªctima. Los miles m¨¢s que ha sumado desde entonces solo han servido para convertir el apoyo internacional a los manifestantes en un deber moral y no solo pol¨ªtico.
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