Los fetiches de la banalidad del mal
Una exposici¨®n en Tel Aviv muestra los objetos personales de Adolf Eichmann, ejecutor del Holocausto, y los informes que permitieron su captura y juicio
El hombre que fue juzgado en Jerusal¨¦n no se parec¨ªa al arrogante Obersturmbannf¨¹hrer de las SS que ejecut¨® el Holocausto. Dentro de la cabina de cristal blindado, Adolf Eichmann ten¨ªa el aspecto de un modesto funcionario. La fil¨®sofa Hannah Arendt resumi¨® sus impresiones sobre el juicio en un libro cuyo t¨ªtulo hizo fortuna: Eichmann en Jerusal¨¦n: Informe sobre la banalidad del mal. Algunos fetiches de esa banalidad se pueden contemplar en una exposici¨®n abierta esta semana en Tel Aviv: los objetos personales de Eichmann, la cabina blindada, los informes que permitieron su identificaci¨®n y su secuestro en Buenos Aires.
Se trata de una muestra muy reducida con un sorprendente ¨¦xito de p¨²blico, lo que hace probable que a partir del 20 de abril se traslade a otros pa¨ªses. El contenido es tan at¨ªpico como el patrocinador: el Mosad, servicio de espionaje exterior de Israel, que muestra por primera vez una peque?a parte de sus archivos y almacenes. El comisario solo puede ser identificado por su nombre de pila, Avner, dado que se trata de un agente en activo y en el Mosad solo se conoce la identidad de su m¨¢ximo jefe.
Adolf Eichmann (Solingen, 1906) sol¨ªa decir que ingres¨® en las SS ¡°para hacer carrera¡±. Y la hizo. En los a?os 30 se encarg¨® de negociar con dirigentes sionistas un plan para la deportaci¨®n masiva a Palestina de los jud¨ªos alemanes. El plan no lleg¨® a aplicarse. En 1942, Adolf Hitler y el jefe de las SS, Reinhard Heydrich, confiaron al met¨®dico Eichmann la compleja log¨ªstica de la Soluci¨®n final a la cuesti¨®n jud¨ªa.
El militar nazi fue secuestrado por el
Tras la ca¨ªda del nazismo, Eichmann logr¨® pasar desapercibido. En 1950 viaj¨® a Italia con un nombre falso, Riccardo Klement, y gracias a sus contactos con la jerarqu¨ªa cat¨®lica obtuvo un pasaporte de Cruz Roja que le permiti¨® trasladarse a Argentina. All¨ª se reuni¨® con su familia y ejerci¨® diversos empleos, bajo la protecci¨®n t¨¢cita de la CIA estadounidense y del Gobierno alem¨¢n: conoc¨ªan su falsa identidad, pero no deseaban que se le detuviera porque Eichmann podr¨ªa hablar de sus antiguos compa?eros nazis integrados en la administraci¨®n de Konrad Adenauer.
Vivi¨® tranquilo hasta que uno de sus hijos, Klaus, se enamor¨® de una joven llamada Sylvia, hija de un jud¨ªo que hab¨ªa sobrevivido al campo de Dachau. Sylvia identific¨® a Klement como Eichmann y la noticia lleg¨® al Mosad, que organiz¨® su secuestro.
Una decena de agentes israel¨ªes introdujeron en Argentina, dentro de simples maletas, una gran cantidad de material. El 11 de mayo de 1960, cuando volv¨ªa en autob¨²s de su trabajo en una factor¨ªa de Mercedes Benz, los agentes le inmovilizaron y le introdujeron en un coche. Nueve d¨ªas m¨¢s tarde lo sacaron del pa¨ªs fuertemente drogado y vestido con un uniforme de piloto, haci¨¦ndolo pasar por un empleado de El Al. Con los controles aeroportuarios de hoy, la operaci¨®n habr¨ªa sido imposible.
En la muestra de Tel Aviv se exhiben la jeringuilla con la que Eichmann era mantenido bajo sedaci¨®n, los objetos que llevaba encima en su ¨²ltimo d¨ªa de libertad (una pitillera, unas llaves, un cortaplumas, un peine), el taburete y la cabina que ocup¨® durante el juicio. Tambi¨¦n se exhiben los informes del Mosad, con alg¨²n detalle novedoso: se identific¨® oficialmente a Eichmann por sus orejas.
Eichmann fue juzgado en Jerusal¨¦n y condenado a muerte. Se le ahorc¨®, se le inciner¨® y sus cenizas fueron esparcidas en mar abierto. Hasta el juicio de Eichmann, Israel hab¨ªa vivido de espaldas al Holocausto y los supervivientes eran tratados con displicencia. A partir del juicio, el Holocausto fue convertido en el fundamento moral de la legitimidad de Israel.
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