El h¨¢bitat de Assange
El australiano ocupa una de las doce habitaciones de la embajada de Ecuador en Londres
Julian Assange hab¨ªa cumplido ya 58 noches de estancia en la embajada de Ecuador en Londres cuando el gobierno de Rafael Correa anunci¨® este jueves al mundo que le conced¨ªa el estatuto de asilado diplom¨¢tico. A pesar del animoso mensaje que ¨¦l mismo emiti¨® desde la legaci¨®n ¡ª¡°nuestra lucha s¨®lo acaba de empezar¡±¡ª, quienes han podido visitar al fundador de Wikileaks admiten que cuanto menos est¨¢ muy aburrido, sin apenas nada qu¨¦ hacer y una restringid¨ªsima capacidad de movimiento. Algunos reconocen directamente que se siente deprimido.
Aunque la sede diplom¨¢tica est¨¢ integrada por doce habitaciones, una peque?a oficina conforma el actual h¨¢bitat de Assange, habilitado en la medida de lo posible como un espacio en el que debe dormir, asearse y hacer las comidas del d¨ªa. Probablemente mucho menos c¨®modo que cualquier habitaci¨®n de hotel porque, a diferencia de las delegaciones de otros pa¨ªses, la de Ecuador no dispone de piezas reservadas para que el personal pernocte y la acogida del nuevo inquilino ha debido improvisarse en buena medida.
El material de oficina, una cama instalada para la ocasi¨®n y una cinta para correr amueblan el cub¨ªculo del australiano, quien dispone de conexi¨®n a internet y de la libertad de recibir a diversos amigos y simpatizantes que le han visitado en las ¨²ltimas semanas. Su asistente personal Sarah Harrison acude cada d¨ªa a la embajada con la ca¨ªda de la tarde, acompa?ada del confidente de Assange y portavoz de Wikileaks, Joseph Farrells. A pesar de que la ¡°espantada¡± protagonizada por el australiano el 19 de junio ¨Ccuando viol¨® los t¨¦rminos de su libertad condicional- no ha sido bien encajada por muchos de quienes le apoyaron, su amigo Vaughan Smith le ha permanecido fiel. Lo instal¨® en su mansi¨®n de Norfolk cuando a finales de diciembre obtuvo la libertad a cambio de una fianza, y ahora forma parte de la n¨®mina de visitas a la embajada ecuatoriana. Tambi¨¦n se ha personado en la sede el periodista y director de cine brit¨¢nico John Pilger, un activista de izquierdas que en su d¨ªa rod¨® un documental muy laudatorio del presidente de Venezuela, Hugo Ch¨¢vez.
Todos ellos se han reunido con Assange en la planta baja del edificio victoriano de ladrillo rojo, cuya ala izquierda ocupa la legaci¨®n diplom¨¢tica de Ecuador. El piso est¨¢ en realidad por encima de la altura de la calle y, para acceder a ¨¦l, hay que franquear antes una escalinata. Dos secretarias y un retrato del presidente Correa reciben al visitante en la entrada, que tiene como vecinos en la puerta de enfrente a los miembros de la embajada de Colombia en el Reino Unido. Los portales de los pisos superiores corresponden a apartamentos de particulares, algunos tan notorios como miembros de la numerosa familia real saud¨ª (clientes privilegiados de los cercanos almacenes Harrods) y el ex primer ministro de Libia Mustafa Ben-Halim.
Desbordado por las at¨ªpicas circunstancias, el personal de la legaci¨®n ecuatoriana suele recurrir a restaurantes del barrio de Knightsbridge para alimentar a su ¡°invitado¡±, y s¨®lo en raras ocasiones utilizan la precaria cocina del piso. A pesar de haber ganado un cliente, los trabajadores de los caf¨¦s y establecimientos culinarios de la zona no llevan bien la constante presencia de un helic¨®ptero policial que la sobrevuela, a causa del ruido ensordecedor del aparato. Eso y el espect¨¢culo que se ha organizado frente al n¨²mero 3 de la calle Hans Crescent, habitualmente muy tranquila a pesar de la proximidad de uno de los grandes ejes comerciales de la ciudad, pero hoy atiborrada de agentes, de curiosos y de defensores de un hombre cuya reclusi¨®n voluntaria ha provocado una crisis diplom¨¢tica entre las autoridades brit¨¢nicas y las ecuatorianas. La pregunta del mill¨®n en un Londres que disfruta estos d¨ªas de unas temperaturas envidiables es cu¨¢ndo y c¨®mo lograr¨¢ escapar Assange de ese monumental entuerto.
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