Jesuita, conservador y envuelto en agrias pol¨¦micas en su pa¨ªs
Bergoglio no se enfrent¨® a la criminal dictadura argentina y se le acus¨® de connivencia
El argentino Jorge Mario Bergoglio, el primer jesuita que accede al pontificado romano, apareci¨® ayer ante la multitud con gesto extremadamente serio y recatado, incluso t¨ªmido, acongojado quiz¨¢s por el peso que se hab¨ªa echado minutos antes sobre sus hombros. Ni siquiera alz¨® los brazos para saludar, salvo una inicial y t¨ªmida bendici¨®n, en contraste con el entusiasmo y los aspavientos que exhibi¨® en la misma circunstancia su predecesor, el em¨¦rito Benedicto XVI. Ha escogido un nombre, Francisco, esperado en un hijo de los santos Ignacio de Loyola, Francisco de Javier y Francisco de Borja, los tres espa?oles que hicieron grande a la Compa?¨ªa de Jes¨²s como el gran brazo evangelizador o represor de la Iglesia romana. Tambi¨¦n es declarado admirador del m¨ªtico san Francisco de As¨ªs.
Los jesuitas se han distinguido por su estricto voto de obediencia al papa, en las duras y en las maduras, lo que les ha costado no pocas amarguras, incluso la suspensi¨®n durante d¨¦cadas y expulsiones de varios pa¨ªses. Tienen como una de sus reglas m¨¢s estrictas no aceptar ni cargos ni dignidades eclesi¨¢sticas. El nuevo papa es una de las m¨¢s sonadas excepciones. Eso explica que sea el primero en acceder al pontificado y no, por ejemplo predecesores tan imponentes como el temido cardenal Roberto Belarmino.
Pese a su aspecto t¨ªmido y recatado, la biograf¨ªa del ya papa Jorge Mario Bergoglio no es sin embargo, un camino de rosas. Es un hombre acostumbrado a las dificultades y curtido en trifulcas desagradables, que le han agriado gran parte de su pontificado en la gran ciudad de Buenos Aires. Lo m¨¢s grave que se ha dicho de ¨¦l, incluso por eclesi¨¢sticos de su archidi¨®cesis, es que call¨® ante la brutal dictadura de los militares de su pa¨ªs, a los que no se enfrent¨® en ning¨²n momento. Las famosas Abuelas de la Plaza de Mayo y en alguna ocasi¨®n la fiscal¨ªa pidieron investigar al nuevo papa en casos de robos de beb¨¦s por los militares y en la desaparici¨®n de sacerdotes (algunos jesuitas enfrentados con su prelado) y de opositores cat¨®licos al r¨¦gimen.
Nacido en Buenos Aires el 17 de diciembre de 1936, es hijo de un matrimonio de italianos formado por Mario Bergoglio (empleado ferroviario) y Regina (ama de casa). Francisco ya fue candidato a papa tras la muerte de Juan Pablo II. Ha sido presidente de la Conferencia Episcopal Argentina durante dos per¨ªodos, impedido por los estatutos de ese organismo para asumir un nuevo mandato, que a buen seguro hubiera alcanzado.
Inici¨® sus estudios de qu¨ªmico, pero a los 21 a?os (en 1957) ingres¨® en el seminario del barrio Villa Devoto, como novicio de la orden jesuita y complet¨® una parte de su formaci¨®n con los jesuitas de Alcal¨¢ de Henares (1970-1971). Pronto hizo carrera dentro de la orden, de la que fue Provincial en Buenos Aires entre 1973 y 1979. Fue consagrado obispo de Auca en 1992 y seis a?os despu¨¦s asumi¨® el arzobispado. Juan Pablo II lo cre¨® cardenal con el t¨ªtulo de san Roberto Belarmino. El cargo le convert¨ªa en el Primado de la Argentina. Tiene muy buena relaci¨®n con gran parte de los obispos espa?oles, a los que conoce directamente porque en 2006 vino a darles los ejercicios espirituales anuales de la Conferencia Episcopal.
Francisco ha sido un prelado muy atento a las vicisitudes de su pa¨ªs, para bien y para mal. Su ¨²ltima intervenci¨®n lo enfrent¨® con acritud a la presidenta de la Rep¨²blica, Cristina Fern¨¢ndez de Kirchner, por la aprobaci¨®n de la ley de matrimonio entre personas del mismo sexo. El 9 de julio de 2010, d¨ªas antes de su aprobaci¨®n, el cardenal Bergoglio public¨® una pastoral calificando como una ¡°guerra de Dios¡± dicha ley, y alentaba a sus fieles a acompa?arle en esa ¡°guerra¡±. La presidenta le replic¨®, agriamente, comparando la campa?a arzobispal con los ¡°tiempos medievales y de la Inquisici¨®n¡±.
Fue con motivo de esa pol¨¦mica cuando volvieron a arreciar las acusaciones de haber callado cuando desaparec¨ªan algunos de sus sacerdotes a manos de los matones militares, e incluso de haber apoyado la represi¨®n. Los documentos atestiguando esos hechos fueron muy numerosos, en boca de sacerdotes y exsacerdotes, una te¨®loga, un seglar de una fraternidad laica que hab¨ªa denunciado en el Vaticano lo que ocurr¨ªa en Argentina en 1976 y un laico que fue secuestrado junto a dos sacerdotes que no reaparecieron. La iracunda reacci¨®n de Bergoglio fue atribuir al Gobierno el origen de esa nueva campa?a.
Tambi¨¦n se le acus¨® entonces de estar vinculado en casos de robo de beb¨¦s, incluso por la Fiscal¨ªa de Buenos Aires, pero sobre todo por las Abuelas de Plaza de Mayo, que pidieron que el cardenal fuese llamado a declarar ante la justicia por haber participado supuestamente en un plan sistem¨¢tico de robo de beb¨¦s nacidos en las mazmorras del criminal r¨¦gimen. El jefe de la Iglesia cat¨®lica argentina es mencionado, en concreto, en el caso del nacimiento y apropiaci¨®n de la nieta de una de las fundadoras de las Abuelas de Plaza de Mayo, Alicia Licha de la Cuadra. ¡°A viva voz la hija de Licha, fallecida en 2008 a los 93 a?os, le reclam¨® al Tribunal Oral Federal ¡ªque juzga entre otros a los exdictadores Videla y Bignone por la apropiaci¨®n de las criaturas hijas de desaparecidos¡ª, que cite a declarar a Bergoglio como testigo¡±, se public¨® entonces. El cardenal replic¨® siempre que se trataba de una persecuci¨®n calumniosa a la Iglesia y llam¨® traidores a quienes ¡°maldicen el pasado¡±.
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