El fantasma de la compra de votos empa?a la imagen de M¨¦xico
El esc¨¢ndalo que detuvo al Pacto por M¨¦xico es una pr¨¢ctica clientelar a la que recurren todos los partidos pol¨ªticos del pa¨ªs, sostienen acad¨¦micos
![Sonia Corona](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/https%3A%2F%2Fs3.amazonaws.com%2Farc-authors%2Fprisa%2F45e0d2da-26b0-425a-a01c-d52d1eeacc4d.png?auth=b4544e5029fe9544c4e8e38ad10a475c6b78b8e1a43d2dd283fb66f0b5048b63&width=100&height=100&smart=true)
![Una habitante de Oaxaca emite su voto.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/ZDNTGKAE26SGMZVTCA6BPAFI6Q.jpg?auth=40675f15bcd141660e53c77b5fb84be74620929e91eaf510e01c70a465983ed5&width=414)
La marcha triunfal del Pacto por M¨¦xico fue detenida por un lastre que no se ha podido sacudir la democracia de este pa¨ªs y que quiz¨¢ est¨¦ m¨¢s extendida que nunca. La red de uso de los programas gubernamentales con fines electorales en el estado de Veracruz, desvelada la semana pasada por el Partido Acci¨®n Nacional (PAN) y por la que la oposici¨®n ha pedido la destituci¨®n de la secretaria de Desarrollo Social, Rosario Robles, es tan solo una muestra de una actividad arraigada en el pa¨ªs desde el siglo pasado, aseguran investigadores del tema.
La compra de votos a trav¨¦s de programas sociales en M¨¦xico es una pr¨¢ctica que ha generado conflictos en los procesos electorales recientes y ha sido ejecutada por todos los partidos pol¨ªticos, coinciden los estudiosos.
Javier Osorio, investigador de Ciencias Pol¨ªticas de la Universidad de Notre Dame, se?ala que a partir de la fundaci¨®n de los partidos pol¨ªticos actuales la compra de votos se ha extendido en la cultura pol¨ªtica mexicana sin que las autoridades electorales y penales controlen este fen¨®meno. ¡°Hay una falta de sanci¨®n por parte de la autoridad encargada, que en este caso es la Procuradur¨ªa General de la Rep¨²blica por medio de la Fiscal¨ªa Especializada para la Atenci¨®n de Delitos Electorales, la Procuradur¨ªa hist¨®ricamente ha sido un actor manco, sin dientes, sin capacidad de sancionar cualquier tipo de acto clientelar electoral. A pesar de las evidencias no hay ninguna consecuencia legal, ni jur¨ªdica, ni financiera, ni mucho menos pol¨ªtica para los partidos que hacen esto¡±, comenta.
Las autoridades electorales han reconocido que la atenci¨®n de los delitos electorales es a¨²n insuficiente. Alfredo Figueroa, consejero del Instituto Federal Electoral (IFE) advierte que son tambi¨¦n los ¨¢mbitos sociales y de ejercicio de los puestos p¨²blicos los que deben transformarse para disminuir las pr¨¢cticas clientelares. ¡°No solamente tiene que ver con la materia electoral, sino con la rendici¨®n de cuentas, con el uso de recursos p¨²blicos, con la transparencia que fortalezcan la vida democr¨¢tica¡±, explica a este diario.
La ausencia de castigo a quienes compran votos no es el ¨²nico factor que contribuye a que esta pr¨¢ctica contin¨²e, tambi¨¦n est¨¢n las condiciones socioecon¨®micas de la poblaci¨®n y la forma en que las instituciones de Gobierno distribuyen sus recursos. Ciro Muyurama, acad¨¦mico en Econom¨ªa de la UNAM, asegura que los ciudadanos han adquirido una postura de beneficiarios de los programas gubernamentales cuando en realidad son individuos con derechos sociales. ¡°Los derechos sociales no necesariamente se cumplen y lo que deber¨ªan de ser servicios y bienes p¨²blicos universales, al no estar garantizados, se convierten en ingredientes de programa de Gobierno que pueden ser utilizados de forma clientelar¡±, argumenta en entrevista con EL PA?S.
La compra y coacci¨®n del voto en M¨¦xico en algunas ocasiones est¨¢ condicionada por la oferta de puestos de trabajo en el Gobierno, sin embargo, ha encontrado un nicho importante en la entrega de dinero o beneficios inmediatos a trav¨¦s de programas sociales principalmente entre los m¨¢s pobres que suman un 46% de la poblaci¨®n del pa¨ªs, se?ala Muyurama. ¡°Hay un problema estructural de distribuci¨®n del ingreso en M¨¦xico de desigualdad de pobreza extrema que favorece este tipo de pr¨¢cticas. M¨¦xico es un pa¨ªs con tal nivel de pobreza y desigualdad que no falta quien quiera lucrar pol¨ªticamente con estas carencias¡±, sostiene.
Seg¨²n Sergio Aguayo, acad¨¦mico de El Colegio de M¨¦xico e investigador del tema, entre 2000 y 2003 existi¨® un descenso a nivel federal de la compra de votos que coincidi¨® con el inicio de la alternancia despu¨¦s de que el PRI estuviera a cargo de la Presidencia de la Rep¨²blica durante 70 a?os. Para 2006, estas pr¨¢cticas volvieron a presentarse notablemente en todas las fuerzas pol¨ªticas y en algunos casos se han transformado en versiones m¨¢s sofisticadas para el intercambio de dinero por voto.
¡°Con la alternancia no hubo cambios ni en la cultura pol¨ªtica ni en los m¨¦todos para frenar la compra y coacci¨®n del voto. Eso se combin¨® con que los partidos reciben r¨ªos de dinero p¨²blico y privado. En lugar de que los partidos de oposici¨®n combatieran la pr¨¢ctica, se sumaron a ella. El PRI fue derrotado en la presidencia pero gan¨® en la cultura pol¨ªtica¡±, expresa a este diario Aguayo. En su investigaci¨®n, el acad¨¦mico de El Colegio de M¨¦xico ha detectado que los partidos pol¨ªticos recurren m¨¢s a la compra de votos cuando el margen de competici¨®n es muy corto, mientras que cuando las preferencias electorales son claras pueden, incluso, evitarlo.
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