EE UU reacciona con perplejidad a las cr¨ªticas europeas por el espionaje
Barack Obama asegura que todos los servicios secretos recogen informaci¨®n para conocer lo que sucede en las capitales del mundo
Si los pol¨ªticos europeos han reaccionado, en general, con sorpresa ante la revelaci¨®n de que Estados Unidos esp¨ªa sus instalaciones y comunicaciones, podr¨ªa decirse que aqu¨ª la reacci¨®n ha sido de sorpresa ante la sorpresa. ¡°Les garantizo que en las capitales europeas tambi¨¦n hay gente interesada en saber, si no qu¨¦ he desayunado, s¨ª al menos qu¨¦ temas voy a sacar cuando hable con sus l¨ªderes¡±, dijo el lunes en Tanzania el presidente Barack Obama, resumiendo la perplejidad que este asunto ha despertado en Washington.
¡°Tendr¨ªamos que admitir¡±, a?adi¨® Obama en una rueda de prensa, ¡°que cualquier servicio de inteligencia, no solo los nuestros, los servicios europeos, los asi¨¢ticos, cualquiera, lo que hace es recoger informaci¨®n para tratar de entender mejor el mundo y conocer qu¨¦ est¨¢ sucediendo en las capitales del mundo. Si no fuera as¨ª, los servicios de inteligencia no tendr¨ªan ning¨²n sentido¡±. Dicho eso, el presidente manifest¨® que no ten¨ªa inconveniente en facilitar a los europeos toda la informaci¨®n necesaria sobre sus programas de vigilancia y aclar¨® que la comunicaci¨®n es tan buena entre ambas orillas del Atl¨¢ntico que casi todos los datos relevantes se intercambian libremente, sin necesidad de espionaje.
El secretario de Estado, John Kerry, admiti¨®, por su parte, que la responsable de pol¨ªtica exterior de la Uni¨®n Europea, Catherine Ashton, le hab¨ªa planteado el asunto del espionaje en la reuni¨®n bilateral que celebraron el lunes en Brunei. Pero confes¨® que no hab¨ªa podido darle m¨¢s respuesta que la de su incredulidad y desconcierto ante la preocupaci¨®n de su interlocutor. ¡°Todas las naciones del mundo que est¨¢n implicadas en relaciones internacionales¡±, dijo Kerry, ¡°desarrollan una serie de actividades para proteger su seguridad nacional¡±.
El caso se ha convertido, al menos en apariencia, en un obst¨¢culo en las relaciones entre EE UU y la Uni¨®n Europea, hasta el punto de que se han producido peticiones para suspender o condicionar el inicio, previsto para la pr¨®xima semana, de las conversaciones formales para la firma de un tratado de libre comercio entre ambos bloques, una iniciativa en la que parec¨ªa m¨¢s interesado Bruselas que Washington. En esa medida, el espionaje a los socios europeos es un delicado problema para EE UU y, unido a anteriores revelaciones del mismo origen, el contratista de la Agencia de Seguridad Nacional (NSA) Edward Snowden, es tambi¨¦n un nuevo clavo en el ata¨²d que algunos est¨¢n ya empezando a construir para Barack Obama.
Pero las revelaciones en s¨ª no tuvieron, en un principio, un gran impacto en este pa¨ªs. La prensa apenas se ha hecho eco de ellas, m¨¢s que para recoger la furia que han desencadenado en Europa, y las autoridades parecen m¨¢s bien desorientadas, sin acabar de creer que el espionaje conocido sea una gran novedad o motivo de irritaci¨®n. En privado, algunos funcionarios que han hablado con diplom¨¢ticos europeos tienden a justificar el malestar p¨²blico de los gobiernos de ese continente por la necesidad de responder a las quejas de sus electores.
Los pa¨ªses se han espiado los unos a los otros desde su misma existencia, sin una gran distinci¨®n entre amigos y enemigos. Pocas naciones tienen una relaci¨®n tan estrecha como EE UU e Israel, y, sin embargo, Jonathan Pollard cumple cadena perpetua en una prisi¨®n norteamericana por haber pasado informaci¨®n secreta a Israel.
Todos los Gobiernos parecen dar por hecho esas pr¨¢cticas y las aceptan como una parte de la actividad diplom¨¢tica normal, como demuestra la vieja costumbre de todas las embajadas en cualquier ciudad del mundo de comunicarse con sus gobiernos mediante mensajes cifrados.
La ambici¨®n de cualquier servicio secreto del mundo es la de poder facilitar a sus Gobiernos la mayor cantidad de informaci¨®n posible del entorno internacional en el que se mueven, de sus vecinos, de sus rivales, de sus competidores actuales y potenciales. Reglas nos escritas y c¨®digos de elegancia diplom¨¢tica aconsejaban hasta ahora pretender que se ignoraba esa realidad y no llamarle al espionaje por su nombre.
EE UU y Europa est¨¢n unidos por fundamentales intereses pol¨ªticos, econ¨®micos y militares. Sus v¨ªnculos, estrechados por dos guerras mundiales y una Guerra Fr¨ªa en las que defendieron la misma causa, son mucho m¨¢s fuertes que la amenaza que estas revelaciones representan. Pero tambi¨¦n son dos bloques que compiten en muchas ¨¢reas, sobre todo tecnol¨®gicas y econ¨®micas, y que desean estar por delante en esa pugna. Al mismo tiempo, todos los pa¨ªses tienen instrumentos para protegerse de las incursiones de otros en sus secretos de estado y leyes que castigan a quienes los filtran. Quiz¨¢ todo eso cambie a partir de Snowden, pero no ser¨¢ f¨¢cil.
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