De Barack Obama a JFK
Cada uno en su momento, los dos presidentes dem¨®cratas simbolizaron un ideal de progreso y de modernidad
La conmemoraci¨®n urbi et orbi del quincuag¨¦simo aniversario del asesinato de John Kennedy es una nueva ocasi¨®n para volver sobre la evoluci¨®n y, a decir verdad, el terrible debilitamiento del liderazgo en nuestros pa¨ªses de esta (relativamente) vieja cultura democr¨¢tica.
Sobre todo en un momento en el que la estrella del ¨²ltimo gran mito pol¨ªtico contempor¨¢neo, Barack Obama, parece extinguirse, no deber¨ªa ser in¨²til comparar la mitolog¨ªa asociada a cada uno de estos emblem¨¢ticos presidentes de la modernidad pol¨ªtica para constatar hasta qu¨¦ punto es cada vez menos vigorosa. Cada uno a su manera, ambos presidentes representaron la expectativa de un nuevo impulso, la promesa de un nuevo aliento, la ocasi¨®n de conciliar calidad de gobierno y aceptaci¨®n popular. John Kennedy tuvo a su favor el haberse anticipado a un gran movimiento generacional de emancipaci¨®n que iba a culminar en los movimientos de mayo de 1968, iniciados en los campus norteamericanos. Kennedy tuvo sin duda algo que ver con esto, al menos en Estados Unidos, pues el factor unificador de la protesta de la ¨¦poca fue la guerra de Vietnam, cuya escalada se inici¨® bajo su presidencia. La elecci¨®n de Barack Obama sobrevino, a su vez, en el umbral del gran vuelco geoestrat¨¦gico que conocemos y que ha implicado el replanteamiento de todos los equilibrios planetarios ante el empuje de los pa¨ªses emergentes. As¨ª pues, Obama como s¨ªmbolo de la capacidad de Estados Unidos para encarnar el mundo por venir, multicultural y orientado hacia Asia, a riesgo de relegar a la ¡°vieja Europa a las estanter¨ªas del museo de las civilizaciones.
Lo que les une es sencillo. Desde la perspectiva actual, John Kennedy no fue tan buen presidente como cre¨ªmos entonces. Y Barack Obama no es tan buen presidente como esper¨¢bamos.
Tanto el uno como el otro se inscriben en una tradici¨®n democr¨¢tica aut¨¦nticamente liberal en el sentido norteamericano, es decir, para nosotros, de izquierda
La mirada cr¨ªtica sobre JFK sin duda tiene bastante que ver con la moda revisionista actual. Pero desde el episodio de Bah¨ªa de Cochinos a la intervenci¨®n en Vietnam, pasando por la crisis de los misiles de Cuba ¡ªde la que afortunadamente sali¨® vencedor, ya que de otro modo se hubiera producido el apocalipsis¡ª, hoy todo es objeto de cuestionamiento. Y tambi¨¦n es en el terreno exterior en el que Barack Obama se muestra m¨¢s d¨¦bil. O, en todo caso, por ahora no se le puede atribuir balance alguno. Pues, antes que nada, es el hombre de la reorientaci¨®n de la estrategia norteamericana, de su gran migraci¨®n desde el epicentro transatl¨¢ntico al centro de gravedad asi¨¢tico. Sin duda, se ha visto condicionado por la desastrosa herencia de George Bush junior, en Irak por supuesto, y tambi¨¦n en Afganist¨¢n. Pero su abandono de Europa, su noci¨®n de un leadership from behind, oculta muchas vacilaciones, como, desgraciadamente, demuestra el drama sirio.
Hay otro punto en el que tambi¨¦n resulta f¨¢cil compararlo con John Kennedy, aunque no salga muy favorecido. Kennedy y Obama son, en efecto, hombres de reflexi¨®n, de argumentaci¨®n, de decisiones pesadas y sopesadas en sus m¨¢s m¨ªnimos detalles. Pero, una vez pasada esta fase, John Kennedy supo ganarse la reputaci¨®n de hombre capaz de decidir y actuar con una gran determinaci¨®n, mientras que Barack Obama sigue transmitiendo una sensaci¨®n de indecisi¨®n permanente.
Tanto el uno como el otro se inscriben en una tradici¨®n democr¨¢tica aut¨¦nticamente liberal en el sentido norteamericano, es decir, para nosotros, de izquierda. El primero sent¨® las bases del razonamiento y la pedagog¨ªa que iban a conducir a la revoluci¨®n de los derechos civiles de 1965, a la instauraci¨®n de un primer sistema sanitario y, luego, a lo que Lyndon Johnson llamar¨ªa la ¡°guerra contra la pobreza¡±. Del mismo modo, Barack Obama, que tiene la desventaja de actuar en el contexto in¨¦dito de una crisis financiera mundial, ha sabido mantenerse firme en unos valores y en una reforma, la de la sanidad, que deber¨ªan permanecer como una fuente de inspiraci¨®n para aquellos que se sit¨²en a ese lado del tablero pol¨ªtico. Aun a riesgo de que termine siendo otro, u otra ¡ª?por qu¨¦ no Hillay Clinton?¡ª, el que concrete sus ambiciones.
Kennedy-Johnson-Clinton-Obama-Clinton: he aqu¨ª la cadena ideal para los dem¨®cratas y para todos aquellos que siguen creyendo en un ideal de progreso.
Traducci¨®n: Jos¨¦ Luis S¨¢nchez-Silva
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