La crisis da alas a la ¡®yugonostalgia¡¯
La primera exposici¨®n sobre Tito en Eslovenia refleja la a?oranza por la Yugoslavia socialista
Mientras los l¨ªderes de Eslovenia se devanan los sesos para tapar el agujero bancario que ha colocado a esta peque?a rep¨²blica al borde del rescate, los habitantes de la capital pueden refugiarse en un espacio en el que el tiempo parece haberse congelado. Personalidades tan distintas como Jimmy Carter, Le¨®nidas Br¨¦znev, Winston Churchill, Pablo VI o Neil Armstrong lanzan los elogios m¨¢s encendidos a Tito, que sigue siendo el presidente eterno de la gran Yugoslavia.
La exposici¨®n que hasta el 28 de febrero puede visitarse en Liubliana ofrece una versi¨®n light y favorecedora de Josip Broz, el hombre que desde el final de la II Guerra Mundial hasta su muerte en 1980 gobern¨® y model¨® a su imagen un pa¨ªs hoy desaparecido. En estos d¨ªas de crisis econ¨®mica y desconcierto moral, el mariscal Tito vuelve a ser una referencia para los m¨¢s nost¨¢lgicos de Yugoslavia que echan de menos al l¨ªder que desde el lado sovi¨¦tico del tel¨®n de acero os¨® enfrentarse al estalinismo.
"Nadie se pregunta si es serbio, croata o musulm¨¢n. Todos somos personas". Es una de las citas del camarada presidente presentes en la muestra. Tito bailando con serpentinas en una celebraci¨®n de Fin de A?o o fumando un puro con un sombrero de mexicano; Tito viendo pel¨ªculas en su sala de proyecci¨®n; Tito disfrutando del cadillac que le regalaron los trabajadores de la feria de Zagreb... La exposici¨®n se convierte en una celebraci¨®n de la figura del l¨ªder, erigido casi a la altura de icono pop, con un tono hagiogr¨¢fico en el que la cr¨ªtica est¨¢ pr¨¢cticamente desaparecida. Solo un panel recuerda sus sombras, entre ellos los miles de detenidos por motivos pol¨ªticos.
"Es una exposici¨®n divertida, pero sin hondura. Es una pena que la hayan hecho amateurs. Los museos serios de Eslovenia han dejado pasar la oportunidad de ser los primeros en abordar una figura tan importante", se?ala Grega Repovz, director de Mladina, la revista m¨¢s vendida de este pa¨ªs con tan solo dos millones de habitantes. "No s¨¦ si los organizadores son conscientes, pero yo la encontr¨¦ bastante cr¨ªtica. Se presenta a Tito como un dictador latinoamericano, muy parecido a Per¨®n en su gusto por el lujo y las mujeres guapas", a?ade Joze Pirjevec, autor de Tito y sus camaradas, quiz¨¢ la mejor biograf¨ªa del mariscal.
Pero m¨¢s all¨¢ de los hallazgos y carencias de la primera muestra dedicada a Tito, resulta interesante comprobar c¨®mo las dificultades por las que atraviesan las antiguas rep¨²blicas del pa¨ªs que reun¨ªa a los eslavos del sur han fomentado la yugonostalgia, sentimiento que mezcla la a?oranza de los mayores por los tiempos pasados con el hartazgo ante los problemas econ¨®micos actuales. Pese a este gusto por mirar atr¨¢s, no hay ning¨²n intento pol¨ªtico serio de volver a los tiempos del socialismo ni de unir de nuevo a Eslovenia con Serbia, Croacia o Bosnia.
Las muestras de yugonostalgia son f¨¢ciles de observar en Eslovenia. La biograf¨ªa de Tito escrita por Pirjevec es desde hace dos a?os el libro m¨¢s vendido. La figura del dictador yugoslavo sigue, adem¨¢s, siendo sin¨®nimo de controversia. Como cuando hace cuatro a?os el Ayuntamiento de?Liubliana quiso ponerle su nombre a una de las calles principales de la ciudad, decisi¨®n paralizada por el Tribunal Constitucional. "Somos una sociedad dividida que a¨²n sufre los traumas de los totalitarismos del siglo XX. En las escuelas se habla de los cr¨ªmenes de los fascistas, pero muy poco sobre las violaciones de derechos de los comunistas", se?ala Andreja Valic Zver, del principal partido de la oposici¨®n, el conservador SDS.
Para los nost¨¢lgicos es inevitable recordar el alto nivel de vida y la libertad para cruzar fronteras occidentales de los que disfrutaban los yugoslavos, algo impensable para el resto de ciudadanos del bloque comunista. Tambi¨¦n insisten en que bast¨® la muerte del l¨ªder carism¨¢tico para que el pa¨ªs se desgajara y se viera inmerso en una serie de guerras que en los a?os noventa causaron decenas de miles de muertos.
Los cr¨ªticos no aceptan la glorificaci¨®n de un hombre que acapar¨® el poder durante m¨¢s de tres d¨¦cadas y que no dud¨® en usar la violencia para acabar con los disidentes. Pero quiz¨¢s las ganas de mirar atr¨¢s se expliquen mejor si uno se fija en el presente de Eslovenia, el pa¨ªs que en 1991 inaugur¨® las declaraciones de independencia yugoslavas, y que entonces y ahora disfruta de un alto nivel de vida. Como reflexionaba Bojan Stante, un hombre de 54 a?os que el pasado 13 de diciembre visitaba la exposici¨®n: "Entonces ten¨ªamos muchas expectativas. Est¨¢ claro que muchas no se han cumplido".
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