Escritor a cadena perpetua
Un sicario de la mafia siciliana que lleva 23 a?os preso presenta en la c¨¢rcel un libro sobre su vida El relato fue galardonado con el premio Sciascia de novela
Los dos son de Sicilia, del mismo pueblo, casi de la misma edad, pero no hab¨ªan llegado a conocerse cuando, hace ya un cuarto de siglo, uno de ellos, Giuseppe Grassonelli, se convirti¨® en sicario durante una feroz guerra de mafias, y el otro, Carmelo Sardo, redactaba sus primeras cr¨®nicas como periodista de sucesos en una televisi¨®n local. Cada vez que Grassonelli, que por aquel sangriento entonces se escond¨ªa bajo el nombre de Antonio Brasso, comet¨ªa un asesinato, ten¨ªa la costumbre de sentarse frente al televisor para comprobar que no hab¨ªa errado ni el tiro ni la identidad de la v¨ªctima. Y era el joven Sardo ¡ªdel mismo pueblo, casi de la misma edad¡ª quien se lo contaba en directo desde el lugar del crimen. Ahora han escrito un libro juntos, Malerba (Mala hierba, publicado en Italia por Mondadori), que ha ganado ¡ªpor votaci¨®n popular¡ª el ¨²ltimo premio Leonardo Sciascia de novela.
Carmelo Sardo sigue siendo periodista. Giuseppe Grassonelli fue detenido y condenado a cadena perpetua. Ha pasado 23 de sus 49 a?os de vida en la c¨¢rcel. ¡°De vida, no¡±, puntualizaba ayer en la prisi¨®n de alta seguridad de Sulmona, una ciudad de 25.000 habitantes en la regi¨®n de los Abruzos. ¡°En la c¨¢rcel no se vive, solo se existe. La vida es otra cosa. Yo no puedo devolver la vida a los que se la quit¨¦. Si acaso les estoy devolviendo el tributo de la muerte blanca que es la cadena perpetua. La vida sin existencia de las plantas¡±.
Grassonelli escribi¨® la obra junto al reportero que relataba sus cr¨ªmenes por televisi¨®n
Grassonelli ya no es el ¡°b¨¢rbaro criminal¡± ¡ªseg¨²n propia definici¨®n¡ªque, en el verano de 1986, con apenas 20 a?os, decidi¨® participar a tiro limpio en una guerra de familias de la Cosa Nostra. Su abuelo, su t¨ªo y su mejor amigo fueron aniquilados. ?l estaba llamado a ser el siguiente y, de hecho, result¨® herido en una emboscada, pero la polic¨ªa lleg¨® a tiempo de cambiarle la muerte por una vida entre rejas. Nada m¨¢s ser detenido se dio cuenta de que ¡°el Estado siempre gana¡±, as¨ª que renunci¨® a su defensa y admiti¨® su culpa, pero se neg¨® a arrepentirse ¡ª¡°en aquella Sicilia todos fuimos v¨ªctimas¡±¡ª y a colaborar con la ley, lo que le supuso el r¨¦gimen carcelario m¨¢s duro: 22 horas de aislamiento al d¨ªa.
Grassonelli se dedic¨® a estudiar y pas¨® de ser casi un analfabeto a licenciarse en Letras. Un d¨ªa, el profesor de N¨¢poles Giuseppe Ferraro fue a visitarlo y le dijo: ¡°Los delitos quedan, pero las personas cambian. Cuando se escribe, se habla con uno mismo. Y el futuro es el relato que haremos en pasado de nuestro presente. Escribe tu historia¡±. Fue entonces cuando Grassonelli, de nuevo sentado frente al televisor, se acord¨® de aquel muchacho siciliano que contaba sus cr¨ªmenes en el verano de 1986. Lo llam¨®, le cont¨® su vida y le pidi¨® ¡ªdurante dos horas en las que no le solt¨® las manos¡ª que le ayudase a escribirlo todo.
Desde aquel chaval travieso al que ya sus padres llamaban Malerba y que enviaron a Alemania en un intento de enga?ar al destino al hombre preso de ahora, sin olvidar ni una coma del capo sanguinario. El resultado es un libro que, gracias a un permiso del Ministerio de Justicia, Grassonelli y Sardo pudieron presentar ayer en la c¨¢rcel de alta seguridad. Como testigos, algunos de los 500 reclusos ¡ª170 con cadena perpetua y el resto con largas condenas¡ª y unos muchachos de un instituto cercano: ¡°Antes de que vosotros naci¨¦rais, yo ya estaba en la c¨¢rcel. Cuidad vuestra libertad. Aqu¨ª solo se escuchan puertas que se abren y se cierran¡±.
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