Pacifismo en la sociedad m¨¢s desigual
Existe en Hong Kong una violencia estructural de dif¨ªcil soluci¨®n dentro del marco pol¨ªtico
¡°Control, esto no es una fiesta¡±. ¡°La huelga no nos impedir¨¢ aprender¡±. No son advertencias de los antidisturbios o cr¨ªticas de los esc¨¦pticos y detractores de la huelga estudiantil. Son los esl¨®ganes que mis estudiantes garabatean en trozos de cart¨®n antes de dirigirse al centro financiero y pol¨ªtico de Hong Kong para exigir que los candidatos a las elecciones del 2017, las primeras en las que todos los hongkoneses podr¨¢n elegir al Jefe Ejecutivo de la Regi¨®n Administrativa Especial, sean seleccionados por nominaci¨®n popular. Mientras escuchan discursos espont¨¢neos desde escenarios improvisados, ayudan a organizar puestos de primeros auxilios, o encienden las linternas de sus m¨®viles cual velas para iluminar con sus cantos las calles de la antigua colonia brit¨¢nica, son absolutamente conscientes de que cualquier atisbo de violencia ser¨¢ interpretado por algunos como un fracaso de su causa.
El Gobierno y la clase pudiente han derrochado tinta y saliva en tachar como desestabilizadora una protesta inusualmente pac¨ªfica. La amenaza del caos es no obstante atemorizante para una poblaci¨®n que en su mayor¨ªa emigr¨® de China continental en los periodos m¨¢s turbulentos de la historia del pa¨ªs. En Hong Kong encontraron estabilidad social y jur¨ªdica para prosperar a lo largo de las d¨¦cadas, aunque fueran necesarias movilizaciones populares como las de 1967 para lograr victorias sociales y concesiones del Gobierno colonial. Pero bajo la aparente tranquilidad del d¨ªa a d¨ªa, existe en Hong Kong una violencia estructural de dif¨ªcil soluci¨®n dentro del marco pol¨ªtico actual. La ciudad, una de las urbes m¨¢s pudientes del planeta, encabeza el vergonzoso ranking de sociedades desarrolladas con mayor ¨ªndice de desigualdad. El Gobierno de la ciudad reconoce que 1.3 millones de personas (alrededor del 18% de la poblaci¨®n) viven en la pobreza, y bajo la sombra de los rascacielos en los que se gestionan algunas de las mayores fortunas de Asia es com¨²n la imagen de ancianos que recogen trozos de cart¨®n en la basura que luego venden a compa?¨ªas de reciclaje. Pese a la introducci¨®n en los ¨²ltimos a?os de un pobre fondo de jubilaci¨®n (obligatorio y de gesti¨®n privada) y del establecimiento de un salario m¨ªnimo, la desigualdad es palpable y tan s¨®lo la amortigua la gran provisi¨®n de vivienda p¨²blica y de protecci¨®n social, en la que se aloja casi la mitad de la poblaci¨®n de la ciudad.
Con la gradual pero imparable llegada de capital chino a la ciudad, la vivienda ha alcanzado precios desorbitados, fruto de la especulaci¨®n y de la escasez de suelo edificable. En una ciudad pr¨¢cticamente desindustrializada, el sector terciario es incapaz de garantizar salarios competitivos a la mayor parte de la poblaci¨®n y el sue?o de prosperidad hongkon¨¦s se disipa para la juventud y la clase trabajadora. Hong Kong, bajo el gobierno colonial, nunca prometi¨® igualdad pol¨ªtica o econ¨®mica. Pero la actual conjunci¨®n de fuertes desigualdades econ¨®micas y pol¨ªticas y la reducci¨®n de las oportunidades de movilidad social han creado la mecha perfecta para encender la protesta estudiantil. Existen otros factores nada desde?ables, como la incapacidad del Gobierno chino de ce?irse al acuerdo de reintegraci¨®n firmado por Deng Xiaoping en 1984, en una ciudad donde el Estado de derecho y los acuerdos contractuales son inapelables, o, evidentemente, la excesiva violencia empleada contra los manifestantes en la noche del 28 de septiembre, la cual tuvo sin lugar a dudas un efecto llamada.
El movimiento presenta a su vez importantes debilidades, como la incapacidad de la juventud de movilizar a la generaci¨®n de sus padres, los cuales creen todav¨ªa en el modelo pol¨ªtico y econ¨®mico preponderante, y tiemblan ante la perspectiva de pol¨ªticas redistributivas que les priven de los r¨¦ditos acumulados a lo largo de los a?os. Pese a la gran tensi¨®n y desigualdad econ¨®mica en la ciudad, el movimiento ha sido tambi¨¦n incapaz de articularse como una alternativa m¨¢s igualitaria al r¨¦gimen actual. La clase trabajadora, en su mayor¨ªa, es incapaz de sentirse identificada con unas propuestas que s¨®lo tratan la superficie del problema, el proceso electoral. Las posibilidades estrat¨¦gicas son por otro lado limitadas, ya que gran parte de la poblaci¨®n rechazar¨ªa de pleno cualquier ataque al modelo de libre mercado que consideran condici¨®n indispensable para el funcionamiento econ¨®mico de la ciudad.
Mientras tanto, C.Y. Leung, Jefe Ejecutivo elegido por un comit¨¦ de 1.200 personas, tantea la estrategia a seguir para aplacar unas protestas que cubren las portadas de la prensa internacional. Este comit¨¦ es el mismo que preseleccionar¨¢ los candidatos a las elecciones del 2017, y en ¨¦l predominan grandes empresarios y simpatizantes del r¨¦gimen pekin¨¦s, en una curiosa alianza entre magnates capitalistas y un partido a¨²n autoproclamado como comunista. Analistas internacionales interpretan las se?ales del r¨¦gimen chino. ?Qu¨¦ mensaje se est¨¢ enviando a la poblaci¨®n de Hong Kong? ?c¨®mo se reinterpretar¨¢ desde Taiw¨¢n la estrategia de ¡°un pa¨ªs y dos sistemas¡±? Mis estudiantes procedentes de China Continental comprenden a la perfecci¨®n el recado del r¨¦gimen pekin¨¦s: el progreso econ¨®mico no traer¨¢ una apertura pol¨ªtica de patrones occidentales a su pa¨ªs. Sus compa?eros hongkoneses, conscientes de su debilidad ante uno de los Gobiernos m¨¢s poderosos del planeta, entonan en las calles del distrito central la melod¨ªa de un ¨¦xito de los ochenta del grupo Beyond: ¡°Perdona que en esta vida siempre haya sido un rebelde, amado la libertad y que todav¨ªa tema caer alg¨²n d¨ªa. Es muy f¨¢cil traicionar tus propios sue?os, pero ?a qui¨¦n le importa si un d¨ªa tan s¨®lo quedamos t¨² y yo?¡±.
Rub¨¦n Gonz¨¢lez Vicente es profesor de Desarrollo y Relaciones Internacionales en la City University of Hong Kong
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