Taiw¨¢n no es Hong Kong
El ¡®tigre¡¯ asi¨¢tico exhibe su democracia y su poder¨ªo econ¨®mico frente a la crisis de la excolonia brit¨¢nica
![Mar¨ªa Antonia S¨¢nchez-Vallejo](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/https%3A%2F%2Fs3.amazonaws.com%2Farc-authors%2Fprisa%2F0095c6d0-3f01-466b-bf23-54f7dae863ae.png?auth=8b7e790776e1a90353b2dd71c853db2fa8397c8a9b22f122ee03b0b4a1e16bd6&width=100&height=100&smart=true)
![Protestas en la revolución de los girasoles, en marzo pasado.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/HJKLEZEWREZ7UXKVR5KXMLWCP4.jpg?auth=52f5d74f9d74d341126fd5751ba80ceca611312994ce945a8ae510b058e3fc22&width=414)
Hasta 2008, volar de Taiw¨¢n a Shangh¨¢i, en la China continental, supon¨ªa pasar por Hong Kong y tardar, en vez de los 90 minutos de un vuelo directo, m¨¢s de seis horas. Tras la llegada a la presidencia ese a?o de Ma Ying-jeou, Taip¨¦i y Pek¨ªn no s¨®lo establecieron vuelos regulares y enlaces mar¨ªtimos directos, interrumpidos desde 1949; tambi¨¦n han estrechado lazos, sobre todo en el ¨¢mbito econ¨®mico: el 40% de las exportaciones de la isla van a la Rep¨²blica Popular China, y de all¨ª proceden el 60% de sus importaciones. Hoy, los taiwaneses pueden viajar directamente a m¨¢s de 40 destinos en la China comunista, y cientos de empresas producen desde el continente.
Sobre esta aparente luna de miel, sustanciada en la firma de 21 acuerdos de cooperaci¨®n en sectores como el transporte, el turismo o la educaci¨®n y en un evidente deshielo diplom¨¢tico, se ha cernido el fantasma de las protestas de Hong Kong, que muchos pensaron podr¨ªan afectar a Taiw¨¢n. Sin embargo, las movilizaciones en la excolonia no han tenido un efecto inmediato ni visible en la antigua Formosa, o China nacionalista, que se separ¨® de la Popular (comunista) al t¨¦rmino de la guerra civil en 1949 y desde entonces se comporta ¨Cy sobre todo comercia- como si fuera un pa¨ªs independiente: soberano ¡®de facto¡¯, ¡®tigre¡¯ asi¨¢tico (la 25? econom¨ªa del mundo en 2013, seg¨²n el FMI), tiene Ej¨¦rcito, pero no dispone de asiento en la ONU y s¨ª sin embargo en la Organizaci¨®n Mundial del Comercio. Para Pek¨ªn, Taiw¨¢n sigue siendo un territorio rebelde.
Taip¨¦i mantiene la desconfianza hacia Pek¨ªn, pese a los lazos comerciales
¡°Taiw¨¢n no es Hong Kong, son dos casos muy distintos. Hong Kong es una antigua colonia brit¨¢nica retornada a China en 1997 y Taiw¨¢n es un pa¨ªs que no est¨¢ dispuesto a convertirse en un segundo Hong Kong¡±, es decir, en un territorio teledirigido por Pek¨ªn, explica Chu-chia Lin, viceministro del Consejo de Asuntos Continentales. En un encuentro con periodistas extranjeros invitados por el Ministerio de Exteriores, el viceministro subraya: ¡°Somos un pa¨ªs democr¨¢tico, con sufragio universal directo, y apoyamos sin fisuras los anhelos de libertad de Hong Kong, siempre que se manifiesten de forma pac¨ªfica. Pero esas protestas no van a afectar a Taiw¨¢n porque el contexto es distinto. Aun as¨ª, esperaremos a ver qu¨¦ sucede¡±.
De hecho, Taiw¨¢n vivi¨® su particular ¡®primavera¡¯ en marzo, la llamada ¡°revoluci¨®n de los girasoles¡±, cuando cientos de estudiantes ocuparon el Parlamento en protesta por la firma de un importante acuerdo comercial con China que consideran demasiado propenso a Pek¨ªn. La movilizaci¨®n surti¨® efecto, y no s¨®lo propici¨® la visita de mayor nivel pol¨ªtico de una delegaci¨®n china, en junio, sino tambi¨¦n la adopci¨®n de una ley que velar¨¢ por la transparencia en la aplicaci¨®n del convenio, el pen¨²ltimo en la agenda de liberalizaci¨®n econ¨®mica del pa¨ªs y en su apuesta por la integraci¨®n en el ¨¢rea Asia-Pac¨ªfico, como demuestran los acuerdos de libre comercio suscritos recientemente con Nueva Zelanda y Singapur.
El principal cortafuegos que Taiw¨¢n interpone ante su ¡®amenazador¡¯ vecino ¨Cque multiplica por millones su extensi¨®n y poblaci¨®n y adem¨¢s tiene innumerables bater¨ªas de misiles apuntando a la isla- es hacer valer su excepcionalidad como ejemplo de democracia y, a la vez, de desarrollo pujante (o, al rev¨¦s, de c¨®mo se puede avanzar hacia la democracia a partir del ¨¦xito econ¨®mico, un mensaje palmario para Pek¨ªn); nada que ver, reitera el Ejecutivo, con la f¨®rmula ¡°un pa¨ªs, dos sistemas¡± que consagr¨® la reincorporaci¨®n de Hong Kong a China. Al segundo mandato del presidente Ma, del partido Kuomintang (nacionalista) y m¨¢s cercano a Pek¨ªn que sus predecesores, le quedan dos a?os, y las relaciones transfronterizas resultar¨¢n cruciales en las elecciones de 2016, subraya Chu-chia, ¡°mucho m¨¢s que las cuestiones internas. Pero gane quien gane, no habr¨¢ cambios. Seg¨²n los ¨²ltimos sondeos, s¨®lo un grupo muy peque?o est¨¢ a favor de la independencia total; un porcentaje similar, por la unificaci¨®n, y entre el 80% y el 85% de la poblaci¨®n, defiende que se mantenga el ¡®statu quo¡¯¡±, explica. ¡°El asunto es muy sensible en Taiw¨¢n tanto para el partido en el Gobierno como para la oposici¨®n [Partido Democr¨¢tico Progresista], as¨ª que cualquiera de ellos mantendr¨¢ el mismo rumbo. Como mucho podr¨¢n cambiar los pasos que se den, pero no la direcci¨®n de la pol¨ªtica¡±.
¡°Nuestro poder ¡®blando¡¯ influir¨¢ en el entorno¡±, dice el viceministro
Taiw¨¢n permite a empresarios chinos invertir en algunos sectores, como la restauraci¨®n y determinadas manufacturas, pero se cuida mucho de abrir campos estrat¨¦gicos como la banca o los medios de comunicaci¨®n. ¡°Tememos que puedan controlar la opini¨®n p¨²blica, por eso somos especialmente cuidadosos, al igual que frente al ciberespionaje [de Pek¨ªn]: cada d¨ªa somos objeto de miles de ataques virtuales, sobre todo las p¨¢ginas oficiales¡±, subraya Chu-chia.
No obstante, Taip¨¦i deja claro que su desconfianza se dirige al r¨¦gimen de Pek¨ªn, no a sus ¡®conciudadanos¡¯ (el 95% de los taiwaneses son chinos han, la etnia mayoritaria en el continente). Sin las reservas pol¨ªticas que presiden las relaciones bilaterales, la comunicaci¨®n entre ambas sociedades es capilar, cotidiana, fluida: ¡°Hay miles de matrimonios mixtos, el a?o pasado nos visitaron tres millones de turistas [chinos] y 22.000 estudiantes cursaron estudios aqu¨ª¡±, explica Chu-chia. ¡°Todos ellos pueden apreciar nuestro sistema de vida, ver los programas de debate pol¨ªtico en la televisi¨®n, comparar¡ algunos de esos estudiantes se han convertido en l¨ªderes y activistas¡ Ese es nuestro poder, un ¡®soft power¡¯ que, estamos convencidos, acabar¨¢ influyendo a medio plazo en el entorno¡±. Como el agua que horada la piedra, la peque?a isla de Taiw¨¢n persevera frente a los vientos de cambio.
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