Lo mejor fueron las doloridas preguntas de la gente
Por primera vez en los escenarios teatrales y casi virtuales de los debates presidenciales aparecieron los indecisos
![Juan Arias](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/https%3A%2F%2Fs3.amazonaws.com%2Farc-authors%2Fprisa%2F5a86bcd5-e5fc-49ab-b292-f3043b0fbfd4.png?auth=2d48be4f56908c68f3c88d7da3c4bd83b9078e68267346b6bac73e371847252d&width=100&height=100&smart=true)
Lo mejor del ¨²ltimo debate de los candidatos a la Presidencia, Dima Rousseff y A¨¦cio Neves en la TV Globo, fue la participaci¨®n, a veces dolorida, a veces con aire de desencanto, de los electores, llegados de todo el pa¨ªs para interrogar a los candidatos.
Por primera vez, en los escenarios teatrales y casi virtuales de los debates presidenciales, los indecisos se presentaron en carne y hueso, sin uniformes de partido, desarmados de expertos en encuestas, con su pregunta a veces temblorosa en las manos.
Fue quiz¨¢s el ¨²nico momento de autenticidad en los numerosos debates ensayados para la platea de los 200 millones de ciudadanos. Tan aut¨¦ntico que alguna de las electoras ten¨ªa dificultad en leer su pregunta. Se trataba de esa triste realidad de millones de brasile?os que dejan la escuela sin conseguir leer un texto en voz alta.
Aquellas preguntas, realizadas con rostros serios, revelaban cada una de ellas un drama de la vida real, casi una confesi¨®n de impotencia frente a dos candidatos poderosos llamados a gobernar el pa¨ªs. Observ¨¦ las caras de aquellos indecisos que, tras leer su pregunta, se quedaban con los ojos fijos y respetuosos escuchando las respuestas de los candidatos. Eran ojos que basculaban entre la ilusi¨®n de escuchar algo que pudiera darles un atisbo de esperanza y el temor de que todo pudiera quedarse en palabras y promesas.
En algunos momentos, los electores, consiguieron poner hasta una nota de emoci¨®n al exponer sus preguntas. Como la mujer de 55 a?os, con trabajo cualificado que ya no consigue entrar en el mercado; o el se?or que colocaba en su pregunta el drama del aumento del alquiler de su piso cada d¨ªa m¨¢s alto y que su familia no consegu¨ªa pagar; o el joven que coloc¨® a los candidatos el tema de la violencia tras confesar que ¨¦l y su familia tuvieron que salir de su barrio ocupado por los traficantes.
¡°?Qu¨¦ pasar¨¢ el d¨ªa en que los que trabajan no consigan pagar las pensiones de los jubilados ante el aumento cada vez mayor de los ancianos?¡±, pregunt¨® una se?ora sin ret¨®ricas, casi con un nudo en la garganta.
En pocos minutos, aquel pu?ado de ciudadanos an¨®nimos, arrinconados en la platea, casi asustados ante aquel escenario de luces, c¨¢maras y micr¨®fonos, colocaron sobre la mesa, mejor de lo que lo hab¨ªan hecho hasta ahora los candidatos, la piel dolorida de la vida real de millones de ciudadanos cansados en las ¨²ltimas semanas de que los candidatos se enzarzaran en acusaciones mutuas y se refugiaran en el pasado para escabullirse de decir abiertamente qu¨¦ Brasil nuevo piensan perge?ar para el futuro de este pa¨ªs.
La presencia de los electores en el debate supuso una contraposici¨®n mayor que todas las disputas entre los presidenciables. Era la confrontaci¨®n entre la gente com¨²n que llev¨® hechos y problemas reales, sin perifollos escenogr¨¢ficos, contra la ret¨®rica de riadas de n¨²meros y promesas de los candidatos m¨¢s interesados en destruirse mutuamente que en escuchar los lamentos de los que no tienen ganas de peleas. A ellos les falta tiempo para pensar en c¨®mo llegar a fin de mes sin caer en las garras de la inflaci¨®n o de los intereses voraces de los bancos.
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