Un cementerio lleno de vida
El camposanto del Congreso en Washington celebra tanto la existencia como la muerte no solo en Halloween, tambi¨¦n el resto del a?o con m¨²ltiples actividades
![Silvia Ayuso](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/https%3A%2F%2Fs3.amazonaws.com%2Farc-authors%2Fprisa%2F728fde18-e598-4c77-b0f3-a2aa9eedbbe5.png?auth=b16f7f1439293a8783b0efda8012053ee8d5475d3fa001455ae0914e51887b66&width=100&height=100&smart=true)
![Un hombre pasea a sus perros en el Cementerio del Congreso](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/A334KPI7FTKW6S2PMF7RECXZ6U.jpg?auth=e51fae8cd462b72ac05a93bcd6da4109b3027ce4166a10bbcc1e10faf2beca0a&width=414)
¡°?La clase de yoga mortis? S¨ª, claro, siga todo recto hasta la capilla¡±. El gu¨ªa del cementerio del Congreso de Washington es todo sonrisas ante los que apuran el paso para llegar puntuales a la clase de yoga, que, por ser esta ma?ana de oto?o excepcionalmente soleada, se va a celebrar al aire libre, en un paseo entre las tumbas, y no dentro de la peque?a capilla que suele acoger oms y asanas una vez por semana. Salvo que haya un funeral, puntualiza la instructora, Ingrid Benecke, con la misma naturalidad que el jovial gu¨ªa pese a lo inusual de esta actividad en un sitio como este.
Al fin y al cabo, el cementerio del Congreso no es un camposanto cualquiera. No ya por su historia, sino por su misi¨®n autoimpuesta: convertirse no solo en el ¨²ltimo lugar de descanso de vecinos ¡ªdistinguidos y no tan distinguidos¡ª de la capital, sino tambi¨¦n en un aut¨¦ntico espacio de recreaci¨®n y disfrute para los vecinos (vivos) del cementerio situado cerca del Capitolio que aloja el Congreso del pa¨ªs, algunos de cuyos antiguos ocupantes residen ahora aqu¨ª de manera permanente.
El lema con el que se promociona, ¡°55.000 residentes y ni una sola queja¡±, destila ya el humor con el que la Asociaci¨®n para la Preservaci¨®n del Cementerio del Congreso, la organizaci¨®n privada encargada de su cuidado, busca ideas para recaudar los fondos que en los ¨²ltimos a?os han permitido la conservaci¨®n del camposanto y su radical transformaci¨®n. Todav¨ªa en los a?os noventa, recuerda un vecino, Rob Suls, esto era territorio para las drogas y la prostituci¨®n ¡°a cualquier hora del d¨ªa¡±.
Dif¨ªcil de creer hoy. Mientras que la docena de asistentes a la sesi¨®n de yoga despliegan sus esterillas, los due?os de perros rezagados buscan a sus canes antes de que acabe el tiempo permitido de paseo entre las 14 hect¨¢reas de verdes pastos y l¨¢pidas ¡ªprevio pago de una tasa que ayuda al mantenimiento del recinto¡ª por donde tambi¨¦n vagan familias con ni?os.
Algunos se cruzan a¨²n con los turistas reunidos en la entrada para participar en el tour que los llevar¨¢ a visitar algunas de las tumbas m¨¢s populares, que constituyen en s¨ª una historia comprimida de la vida pol¨ªtica y social de Estados Unidos desde 1807, cuando abri¨® sus puertas.
Entre las m¨¢s visitadas est¨¢ la del primer director del FBI, J. Edgar Hoover. Sus restos reposan a escasa distancia de la tumba familiar de David Herold, uno de los conspiradores en el asesinato del presidente Abraham Lincoln. Y de Leonard Matlovich, un veterano de Vietnam que en 1975 se convirti¨® en el primer militar que revel¨® p¨²blicamente que era gay. Guerreros ind¨ªgenas como Push-Ma-Ta-Ha o Taza, el hijo del jefe apache Cochise, tambi¨¦n hallaron un lugar aqu¨ª, donde descansa asimismo la primera mujer nominada a la presidencia de EE?UU, Belva Lockwood, y otra innovadora, Anne Royall, la primera periodista profesional del pa¨ªs.
Mientras contin¨²an las visitas guiadas y la clase de yoga mortis ¡ªtambi¨¦n se celebran actividades deportivas como la anual Carrera del hombre muerto¡ª, los voluntarios ultiman los preparativos para la fiesta anual de Halloween Fantasmas y c¨¢lices, que llenar¨¢ el camposanto de enmascarados ¨¢vidos de festejar y escuchar las historias m¨¢s escabrosas de los residentes permanentes. Al igual que la pr¨®xima lectura de relatos de terror de Edgar Allan Poe, es una manera m¨¢s de recaudar fondos. Pero tambi¨¦n de involucrar a un vecindario para el que el cementerio se ha convertido en una parte ¡°muy viva¡± de la comunidad, sonr¨ªe Ingrid, la instructora de yoga, que asegura que hasta ahora no han recibido quejas por el uso alternativo del camposanto. ¡°Con respeto, tambi¨¦n tratamos de promover el sentido del humor. Al fin y al cabo, hay mucho espacio muerto cuando nadie lo usa¡±, ironiza.
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