La segunda revoluci¨®n

Una vez m¨¢s, T¨²nez da ejemplo al mundo ¨¢rabe. La organizaci¨®n de elecciones democr¨¢ticas, tres a?os despu¨¦s del inicio de la revoluci¨®n, demuestra, a pesar de las enormes dificultades y de los peligrosos tumbos, que el pueblo tunecino se mantiene a la vanguardia de la larga lucha en pos de la democracia de las sociedades ¨¢rabes. La victoria de Nida Tounes, la coalici¨®n de partidos dirigida por Beji Caid Esebsi, veterano del movimiento nacional tunecino y representante de la corriente laica y republicana frente a los islamistas de Ennahda, atestigua un giro capital en el proceso de transici¨®n pol¨ªtica abierto en ese pa¨ªs. Los islamistas conservadores conquistaron el poder en 2011 y lo pierden hoy; los modernistas laicos perdieron las elecciones y las han ganado hoy: la alternancia funciona y eso es lo esencial.

Por supuesto, los tunecinos no han alcanzado esta madurez pol¨ªtica sin luchas, sin sufrimientos, sin sacrificar, en ocasiones, a los mejores de entre ellos; pero la democracia y la ciudadan¨ªa no son el man¨¢ ca¨ªdo del cielo sino el resultado de relaciones de fuerza en la lucha. La votaci¨®n del 26 de octubre ha sido ejemplar: el partido ganador no ha obtenido un resultado que le permita gobernar solo, los islamistas han sido claramente desautorizados pero son la segunda fuerza del pa¨ªs, y han entrado en juego nuevos movimientos que no est¨¢n dispuestos a ser una mera ayuda. El 70% de los tunecinos, un r¨¦cord de participaci¨®n significativo, despu¨¦s de tres a?os de errores rayando en la anarqu¨ªa, transmite un mensaje, de forma clara, a todas las formaciones pol¨ªticas, sean grandes o peque?as: para reactivar la econom¨ªa, para resolver el problema del empleo, para establecer un aut¨¦ntico desarrollo regional, para estabilizar el pa¨ªs frente a amenazas terroristas, hace falta un consenso nacional.

Ninguna fuerza, aunque fuera mayoritaria, puede resolver estos desaf¨ªos por s¨ª misma. Los electores tunecinos han creado unas condiciones que obligan a las dos principales corrientes a entenderse: solo una alianza, directa o indirecta, en torno a los dos grandes bloques conservadores y modernistas, con objetivos claros, podr¨¢ activar un proceso virtuoso de reactivaci¨®n econ¨®mica y de estabilidad pol¨ªtica.

Pero nada garantiza que se pueda llegar a esta soluci¨®n f¨¢cilmente. Las heridas de ayer, las ambiciones personales, los c¨¢lculos partidistas, pueden desviar peligrosamente esta experiencia democr¨¢tica. La primera muestra de la direcci¨®n que tomar¨¢ el pa¨ªs, se ver¨¢ con las pr¨®ximas elecciones presidenciales del 23 de noviembre. Habr¨¢ varios candidatos, y los islamistas ya han anunciado que no presentar¨¢n ninguno. La cuesti¨®n estriba en saber si aceptar¨¢n un acuerdo con Nida Tounes para apoyar al mismo candidato, que evidentemente, s¨®lo podr¨¢ ser Beji Caid Esebsi. Si prevalece esta soluci¨®n, es muy probable que se imponga, tras las presidenciales, la idea de un Gobierno de salvaci¨®n nacional que concilie fuerzas claramente opuestas. Si, por el contrario, no se llega a ning¨²n compromiso, habr¨¢ muchas probabilidades de que el futuro de T¨²nez se mantenga tan incierto como lo ha sido hasta hoy.