Kafka en Damasco
J¨®venes desplazados en la capital siria participan en iniciativas culturales ante la guerra
Las destartaladas portezuelas de las callejas del casco antiguo de Damasco esconden tesoros. Unas llevan a impresionantes palacios, otras a maravillas arquitect¨®nicas centenarias. Esta, la que nos abre Anas Nassar, escen¨®grafo de 31 a?os, descubre un mundo paralelo forjado en pleno coraz¨®n sirio en tiempos de una guerra que dura m¨¢s de tres a?os. Una casa ¨¢rabe medio derruida se antoja el ¨²ltimo reducto de libertad y arte, tierra de nadie conquistada por un grupo de j¨®venes sirios desplazados de todas partes del pa¨ªs.
¡°Estamos muertos y no lo aceptamos¡±, murmura Amman, un escritor
Originario de los altos del Gol¨¢n, Nassar lleva dos a?os en Damasco. ¡°Una mujer adinerada me ofreci¨® usar esta casa. Las monta?as de escombros alcanzaban los tres metros de altura. Ped¨ª permiso al Gobierno para reformarla, pero nunca respondi¨®. Aun as¨ª decid¨ª seguir. Me dec¨ªan ¡®Annas necesitas dos a?os y un mill¨®n de euros para reformarla¡¯. Yo les respond¨ª, necesito tres meses y 4.000 euros¡±, cuenta el joven artista. En agosto de 2014, Nassar inaugur¨® este espacio que brinda a decenas de j¨®venes un lugar para impartir y recibir talleres de todo tipo de disciplinas art¨ªsticas desde m¨²sica a escultura. Se mantienen con las ventas de sus obras.
Esparcidos sobre cojines que recubren el suelo de un magn¨ªfico patio interior, grupos de j¨®venes conversan animadamente en la oscuridad y beben alcoholes de dudosa producci¨®n. Son pintores, poetas, escritores, escultores, intelectuales sirios de entre 20 y 30 a?os llegados de las cuatro esquinas del pa¨ªs. Llenan de arte un espacio vac¨ªo e intentan hacerse un hueco entre dos frentes de un conflicto que consideran ajeno.
Un joven de pelo largo recita versos del poeta franc¨¦s Arthur Rimbaud mientras un grupo debate la obra La metamorfosis, de Kafka. ¡°Estamos muertos y no lo aceptamos. No s¨¦ si me arrestar¨¢ el r¨¦gimen o si me decapitar¨¢ el Estado Isl¨¢mico. Vivimos en bucle una realidad ilusoria, cuando a pocos kil¨®metros muere nuestra gente. Estamos muertos¡±, murmura Amman, escritor.
Los artistas dan rienda suelta a sus mentes. La guerra, la muerte, el miedo, el exilio alternan con el arte en las conversaciones que copan la noche ba?ada por generosas cantidades de alcohol. ¡°Hace una semana una amiga se suicid¨®. No pod¨ªa soportar m¨¢s la situaci¨®n. No sent¨ª nada¡±, a?ade otro joven. Una pareja flirtea mientras baila al ritmo de la m¨²sica electr¨®nica bajo luces estrobosc¨®picas y el tronar de los morteros al fondo. ¡°El arte no conoce de bandos ni trincheras. Rechazamos el r¨¦gimen y rechazamos a los islamistas, pero no queremos abandonar nuestro pa¨ªs, as¨ª que nos construimos nuestra propia forma de resistencia entre estas cuatro paredes¡±, relata Nassar.
Atrapados en un entorno de violencia y rutina, los j¨®venes tienen pocas opciones o recursos econ¨®micos m¨¢s all¨¢ de alternar entre las aulas, el frente con el servicio militar, o el exilio. Es precisamente durante la guerra, cuando decenas de asociaciones juveniles florecen por primera vez en el pa¨ªs aprovechando la laxitud burocr¨¢tica de un r¨¦gimen desbordado por las prioridades b¨¦licas.
Las asociaciones florecen gracias a la laxitud burocr¨¢tica debida al conflicto
Varias calles m¨¢s all¨¢, otra fiesta tiene lugar en el Bar Q. Los 20 vocalistas y 10 m¨²sicos del grupo Nabat (El Pulso, en ¨¢rabe) festejan el cumplea?os de uno de los suyos. El grupo forma parte de la asociaci¨®n cultural Nosotros, reci¨¦n creada por el ingeniero Rami Homsi, de 25 a?os, quien, al igual que Nassar, se ha visto desplazado de su ciudad natal, Yabrut (al oeste del pa¨ªs). ¡°Nabat es una forma de resistencia cultural contra la guerra. Un rastro de vida por oposici¨®n a la muerte que nos rodea¡±, puntualiza Homsi.
A la ma?ana siguiente, los j¨®venes m¨²sicos se re¨²nen en su local alrededor del liban¨¦s Houssam Abdel Jaled, de 35 a?os, que gestiona la gira de conciertos. ¡°Hace pocos meses hubo un atentado justo enfrente del local, hiriendo a seis compa?eros. Nabat canta precisamente sobre los problemas diarios de los sirios¡±, explica Houssam. La vocalista Georgina Eid ten¨ªa 18 a?os cuando empez¨® la guerra. ¡°En este grupo he encontrado una familia, he descubierto la importancia de los lazos sociales y he encontrado el apoyo de otros j¨®venes¡±. Como ella, muchos adolescentes buscan en estas nuevas asociaciones un refugio fuera del hogar familiar y de una sociedad que se resquebraja bajo la rutina de la guerra.
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