Una mujer holandesa rescata a su hija en la cuna del califato
La joven hab¨ªa viajado al norte de Siria para casarse con un exmilitar combatiente
¡°Yo le preguntaba, al verla en el comedor de casa vestida con un niqab negro (velo musulm¨¢n que deja solo los ojos al descubierto): ¡®Pero, hija, ?qu¨¦ est¨¢s haciendo?¡¯ Ella, que toca el piano y ha sido siempre muy sociable, me dec¨ªa que deb¨ªa entenderlo. Que ¨¦l, un yihadista con el que hablaba por Internet, luchaba por los ni?os y las mujeres de Siria¡±. Monique, es la madre de este relato. Una holandesa de Maastricht, la parte cat¨®lica del sur del pa¨ªs, que ha asistido impotente al proceso de radicalizaci¨®n de su hija. Ella es Aicha, una adolescente de 19 a?os, ¡°rubia y de ojos azules¡±, como subraya su progenitora, que ha pasado a llamarse as¨ª tras su conversi¨®n al islam. El var¨®n aludido es Omar Yilmaz, un antiguo soldado holand¨¦s de origen turco que pelea desde 2012 contra el r¨¦gimen sirio de Bachar el Asad. Una lucha para la que, seg¨²n dice, solo hay una soluci¨®n: ¡°La ley isl¨¢mica, que acabar¨¢ con la hipocres¨ªa occidental¡±.
Monique no ha querido dar ni siquiera su apellido, pero ha contado su drama a la televisi¨®n holandesa. ¡°A veces hay que actuar para conseguir lo que crees justo¡±, ha dicho la madre, que ha viajado a Siria en dos ocasiones para rescatar a su hija, casada y separada de Yilmaz. El pasado octubre, Monique no pas¨® de la frontera turca. Hace unos d¨ªas, cubierta por un burka y tras citarse con su hija, consigui¨® llegar a Raqa (controlada por el autodenominado Estado Isl¨¢mico) y sacarla de all¨ª. Ambas aguardaron en Turqu¨ªa un pasaporte para que la joven pudiera volver a casa. Fuentes del Ministerio de Justicia confirmaron esta noche que Aicha lleg¨® a mediod¨ªa de hoy a Holanda.
Aicha hablaba con el yihadista desde su dormitorio en Maastricht y acab¨® enamor¨¢ndose. Yilmaz quiso formar parte de las Fuerzas Especiales del Ej¨¦rcito holand¨¦s, pero le rechazaron. Poco despu¨¦s, se dej¨® una larga barba y emergi¨® en Siria, donde se presenta como un luchador por la libertad del pueblo oprimido. Lleva adem¨¢s una especie de diario en Twitter, y como habla un buen ingl¨¦s, se ha dejado filmar por varias cadenas internacionales de televisi¨®n. ¡°Para Aicha era Robin Hood¡±, dijo Monique ante las c¨¢maras holandesas, con gran entereza. Cuando avis¨® a las autoridades de la escapada que planeaba la joven, le fue retirado el pasaporte. La medida no funcion¨®. En Holanda est¨¢ prohibido moverse sin un documento de identidad en regla a partir de los 14 a?os, y se lo devolvieron. A pesar de las advertencias maternas de que reincidir¨ªa, Aicha se march¨®.
Yilmaz se ha apresurado a explicar que su ¡°exesposa est¨¢ ahora en Turqu¨ªa¡±. Que no le hizo da?o. Una aclaraci¨®n que abunda en la imagen heroica que quiere dar. Su maestr¨ªa usando Internet demuestra, adem¨¢s, los peligros ¡°de acabar glorificando la violencia a base de hablar bien de ella¡±, ha dicho Ewdin Bakker, experto holand¨¦s en terrorismo.
Seg¨²n el Coordinador Nacional holand¨¦s para la Lucha Antiterrorista, el caso de Aicha muestra el progresivo aumento del n¨²mero de mujeres europeas que se suman a la yihad. En Siria hay por lo menos una veintena de musulmanas holandesas que han contra¨ªdo matrimonio sin el permiso de sus padres. ¡°Una vez casadas, se ocupan del marido y se quedan enseguida embarazadas. Su lucha es la ¡®peque?a yihad¡¯ que se hace con el coraz¨®n, y no con las armas¡±, en palabras de la polic¨ªa de la ciudad de Gouda, de donde han salido cinco muchachas. En 2013, sin embargo, el ministerio tunecino de Interior, advirti¨® de que muchas de las j¨®venes "acababan satisfaciendo en Siria las necesidades sexuales de decenas de hombres". Para los padres que quedan atr¨¢s, en un abrumador viaje hacia la prostituci¨®n m¨¢s violenta que las marcar¨¢ para siempre.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.