EE UU vislumbra una nueva era tras a?os de guerra y crisis
El discurso de Obama a la naci¨®n encona la pugna con la derecha e impulsa el debate sobre el modelo econ¨®mico
Superada m¨¢s de una d¨¦cada de guerra y recesi¨®n, Estados Unidos definir¨¢ en los pr¨®ximos a?os su modelo: el de un pa¨ªs donde, como ha ocurrido en los ¨²ltimos 30 a?os, las desigualdades crecen sin cesar y el Estado ejerce un papel modesto en la regulaci¨®n de la econom¨ªa, o el de otro m¨¢s equitativo, con un sistema fiscal m¨¢s redistributivo y un mayor reparto de las cargas entre los ricos y las clases medias.
El diagn¨®stico que el presidente Barack Obama formul¨® en el discurso sobre el estado de la Uni¨®n, el martes por la noche, es ampliamente compartido a izquierda y derecha: EE UU ha dejado atr¨¢s la recesi¨®n, la econom¨ªa crece a un ritmo comparable al de algunos pa¨ªses en desarrollo y la tasa de paro se acerca al pleno empleo. A izquierda y derecha, existe un consenso en que el aumento de las desigualdades ha atascado el ascensor social, fundamento del sue?o americano.
"Esta noche, pasamos p¨¢gina", celebr¨® Obama. "Ahora depende de nosotros elegir qu¨¦ queremos ser en los pr¨®ximos 15 a?os, y en las d¨¦cadas venideras".
El discurso de Obama ten¨ªa una audiencia m¨²ltiple: los legisladores que le escuchaban en el Capitolio de Washington y las millonarias audiencias por televisi¨®n, Internet y tel¨¦fonos m¨®viles. La batalla se desarrolla en planos diversos. Es, primero, una batalla legislativa sobre las propuestas del presidente, algunas de ellas inspiradas por el ala izquierda de su partido (los populistas, en el vocabulario pol¨ªtico de EE UU), como la subida de los impuestos para el 1% m¨¢s rico en favor de exenciones y ayudas a las clases medias, un t¨¦rmino que aqu¨ª designa una capa ampl¨ªsima de la poblaci¨®n y a veces es sin¨®nimo de clase trabajadora.
En vez de escuchar a un pol¨ªtico en el final de su carrera, escucharon a un l¨ªder crecido, seguro de s¨ª mismo. Encontraron a un Obama desafiante
"No subiremos impuestos. ?l sabe que no subiremos impuestos. As¨ª que me sorprende que hable de eso", dijo el congresista y excandidato a la vicepresidencia Paul Ryan, una de las mejores cabezas del Partido Republicano y uno de los que m¨¢s se ha ocupado de las medidas conservadoras para aliviar la pobreza y reforzar a la clase media. Es la derecha que podr¨ªa definirse como pikettyana o franciscana, por el economista Thomas Piketty y el Papa Francisco: la derecha que se preocupa por las desigualdades.
El Partido Republicano gan¨® las elecciones legislativas de noviembre de 2014 y desde principios de enero ocupa la mayor¨ªa de esca?os en el Senado y en la C¨¢mara de Representantes. El discurso del dem¨®crata Obama se ve por eso como una afrenta. En vez de escuchar a un pol¨ªtico en el final de su carrera, castigado en las urnas, como el presidente parec¨ªa hasta hace unas semanas, el martes escucharon a un l¨ªder crecido, seguro de s¨ª mismo. En vez de un presidente dispuesto a escuchar, a plegarse a la voluntad de la nueva mayor¨ªa, encontraron a un Obama desafiante, que ha dejado claro que usar¨¢ sus prerrogativas para vetar las leyes republicanas que ¨¦l desapruebe. La primera es la que autorizar¨¢ la construcci¨®n de un oleoducto para transportar petr¨®leo de Canad¨¢ a la costa del Golfo de M¨¦xico, un proyecto que debe crear decenas de miles de empleos pero puede contribuir al cambio clim¨¢tico. Este ser¨¢ el probable motivo del primer choque frontal entre Obama y los republicanos en la nueva etapa.
¡°Pasamos p¨¢gina¡±
- "Esta noche, pasamos p¨¢gina. En este momento, con una econom¨ªa en crecimiento, d¨¦ficits menguantes, una industria desbordante y un boom en la producci¨®n energ¨¦tica, hemos salido de la recesi¨®n m¨¢s libres para escribir nuestro futuro que cualquier naci¨®n en la tierra. Nos corresponde a nosotros elegir qu¨¦ queremos ser en los pr¨®ximos 15 a?os, y en las d¨¦cadas venideras".
- "Y a todos los de este Congreso que a¨²n rechazan subir el sueldo m¨ªnimo os digo esto: Si realmente crees que se puede trabajar a tiempo completo y mantener a una familia con menos de 15.000 d¨®lares al a?o, pru¨¦balo".
- "El pueblo estadounidense espera que solo vayamos a la guerra como ¨²ltimo recurso".
La batalla, adem¨¢s de legislativa, es ideol¨®gica. No es nueva, pero la desaparici¨®n de las urgencias propias de tiempos de crisis permite, como se?al¨® Obama, un mayor margen para decir c¨®mo quiere ser la primera potencia mundial, un pa¨ªs sumido en una profunda transformaci¨®n demogr¨¢fica y social. El debate de ideas entre dem¨®cratas y republicanos, esbozado en el discurso sobre el estado de la Uni¨®n y en las r¨¦plicas republicanas, traza el camino hacia las elecciones presidenciales del 2016, en las que los estadounidenses elegir¨¢n al sucesor de Obama. El campo se delimita.
La tercera batalla es la del legado: ?c¨®mo pasar¨¢ Obama a la Historia? Es la obsesi¨®n de todos los presidentes cuando se acercan al final de su ¨²ltimo mandato. Obama quiere escribir ¨¦l mismo el relato de su presidencia. Se niega a que los libros le recuerden s¨®lo como el primer presidente afroamericano. El discurso del martes miraba al futuro pero tambi¨¦n al pasado: fue un intento de explicar como su presidencia fue la que sac¨® a EE UU de dos guerras y de un abismo econ¨®mico. Tras a?os de miedo al declive, regresa el optimismo. El peligro es el triunfalismo. ?Es todo m¨¦rito de Obama? Es m¨¢s, las incertezas en las econom¨ªas europeas y asi¨¢ticas planean sobre la estadounidense. La tasa de desempleo baja, pero cada vez m¨¢s estadounidenses renuncian a buscar empleo y no constan en las estad¨ªsticas. Y en el exterior, la guerra de Irak se cerr¨® en falso y las tropas de EE UU contin¨²an en Afganist¨¢n. Proclamar misi¨®n cumplida puede ser prematuro.
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