Ni una m¨¢s
La bestia asesina lleva milenios matando mujeres solo por ser mujeres
"No, no, no", fue el grito de Claudina Isabel el 13 de agosto de 2005. Esa noche se encontr¨® con la milenaria bestia asesina, que luego de violarla, le dispar¨® en la frente y abandon¨® su cuerpo sobre el asfalto. En lugar de sumarse a la lista de estudiantes que continuaban la carrera de abogac¨ªa, fue sumada a la lista de 665 mujeres asesinadas ese a?o en Guatemala. En 2001, en Ciudad Ju¨¢rez, M¨¦xico, el mismo grito desgarrador fue de Claudia Ivette, Laura Berenice, Mar¨ªa de los ?ngeles, Mayra Juliana, Merl¨ªn Elizabeth. Mar¨ªa Rocina y Esmeralda, a quienes la bestia asesina viol¨®, para luego arrojar sus cuerpos sin vida en un campo de algod¨®n.
Ese grito no tiene tiempo, ni fronteras. En 1616, en B¨¦lgica, Bertholome Herodes fue acusada de haber causado una peste y se sum¨® a las decenas de miles de mujeres brutalmente asesinadas durante la caza de brujas en el medioevo. A mediados del Siglo V A.C., Periandro, el tirano de Corinto, en un ataque de furia escuch¨® ese grito de su esposa Melisa, cuando la asesin¨® pate¨¢ndola y tir¨¢ndola por una escalera. En Grecia antigua, el infanticidio de mujeres parece haber sido una pr¨¢ctica aceptada. No nos debe sorprender el accionar de Periandro y los griegos, considerando que Apolo, uno de los principales dioses griegos y romanos, enterado de la infidelidad de su amante gracias al cotilleo de un indiscreto cuervo de plumas blancas, no solo asesin¨® a Coronis y a la criatura en su vientre, sino que conden¨® al cuervo a portar plumas negras y malos ag¨¹eros para toda la eternidad.
El femicidio es una epidemia que afecta a miles de mujeres en el mundo, incluida Am¨¦rica Latina
El infanticidio femenino en China, India, Pakist¨¢n, Ir¨¢n y Bangladesh le ha costado la vida a decenas de millones de mujeres. Esta pr¨¢ctica no es excepcional, por el contrario, ha ocurrido en todos los continentes a lo largo de toda la historia. No importa la forma, el m¨¦todo, el pa¨ªs o el siglo, la bestia asesina lleva milenios matando mujeres solo por ser mujeres.
El femicidio, palabra t¨¦cnicamente correcta pero que no logra transmitir la bestialidad del concepto que describe, es una epidemia que afecta a miles de mujeres en el mundo, incluida Am¨¦rica Latina. Si bien no existen cifras oficiales, es posible afirmar que solo en el 2014 fueron v¨ªctimas de femicidio no menos de 5.000 mujeres en la regi¨®n. Alli, la bestia asesina descansa tranquila porque tiene de su lado a un Estado c¨®mplice por inacci¨®n, lo cual perpet¨²a la violencia.
Ya sean seis por d¨ªa en M¨¦xico, o casi una por d¨ªa en Argentina, nuestros gobiernos han fracasado en encerrar a la bestia. Si bien en algunos pa¨ªses se tomaron medidas para combatir el femicidio, las cifras ponen en evidencia el fracaso de las mismas, ya sea por incompetencia de los responsables en implementarlas o por ineficacia de las medidas. El milenario status quo de discriminaci¨®n y violencia contra la mujer no se va a resolver con meras declaraciones de voluntad o anodinos cursos de capacitaci¨®n a funcionarios p¨²blicos. Debe existir un compromiso mas firme por parte de nuestros gobiernos, orientando todo el aparato estatal a ponerle fin a la mayor violaci¨®n hist¨®rica de derechos humanos en todo el mundo. Hasta que no se logre ese objetivo, hablar de progreso es una falacia.
Ya sean seis por d¨ªa en M¨¦xico, o casi una por d¨ªa en Argentina, los gobiernos han fracasado en encerrar a la bestia
En 2009, en el caso de las tres mujeres asesinadas en el campo de algod¨®n de M¨¦xico, la Corte Interamericana de Derechos Humanos no titube¨® en enviar un mensaje preciso e irrefutable: solo mediante una vocaci¨®n transformadora de los gobiernos se pondr¨¢ fin al femicidio. Para erradicar la violencia contra la mujer, el Estado latinoamericano actual, con sus pol¨ªticas p¨²blicas, leyes, justicia, educaci¨®n, salud y fuerzas de seguridad, debe ser profundamente transformado, incorporando una visi¨®n que modifique la hist¨®rica desigualdad de poder entre hombres y mujeres.
La milenaria bestia asesina no es una abstracci¨®n. Es un hombre de carne y hueso, con nombre y apellido, que hoy est¨¢ golpeando, violando y asesinando a una mujer. Es producto de miles de a?os de discriminaci¨®n estructural, de creencias religiosas, de una sociedad sostenida diariamente sobre una relaci¨®n de poder desigual entre hombres y mujeres, de la indolencia de los gobiernos y, sobre todo, de la colosal impunidad que le permite a la bestia estar en libertad para planear el asesinato de las 14 mujeres que ma?ana morir¨¢n bajo sus garras.
La milenaria bestia asesina es un hombre de carne y hueso que hoy est¨¢ golpeando, violando y asesinando a una mujer
Elie Wiesel, premio nobel de la paz y sobreviviente de los campos de concentraci¨®n, nos recuerda que "Debemos ver en cada persona un universo con sus propios secretos, sus propios tesoros, sus propias fuentes de angustia y con cierta medida de triunfo".
Diariamente, miles de hombres destruyen brutalmente esos universos secretos y maravillosos, so?ados por miles de mujeres, mientras nuestros gobiernos y gran parte de la sociedad lo aceptan anestesiados.
Ni Una M¨¢s, el grito inagotable de todas las madres y padres de Am¨¦rica Latina, debe retumbar con bronca arrolladora en todos los o¨ªdos de nuestros gobernantes, para ponerle fin a la silenciosa complicidad asesina y para que el desgarrador no, no, no de Claudina Isabel y miles de mujeres m¨¢s, nunca m¨¢s se vuelva a gritar.
Santiago Canton es Director Ejecutivo del Robert F. Kennedy Human Rights. Twitter @SantiagoACanton
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