Berl¨ªn lucha contra la burbuja del ladrillo
Mientras el Gobierno alem¨¢n trata de frenar la subida de los alquileres, un barrio de la capital se moviliza para evitar que la especulaci¨®n expulse a un vecino
Tras 28 a?os rodeado de frutas y verduras, Ahmet Caliskan est¨¢ a punto de tener que abandonar la tienda que ha sido su vida. Kreuzberg, el barrio popular berlin¨¦s en el que se instal¨® en los a?os setenta, es ahora uno de los preferidos por los profesionales con buenos sueldos que llegan a la capital alemana. Y la empresa que acaba de comprar el edificio le da de plazo hasta septiembre para que deje el local. Pero los centenares de personas que se manifiestan desde hace tres semanas con carteles como ¡°Bizim Bakkal [el nombre de la tienda] se queda¡± se han propuesto impedirlo.
Caliskan ha logrado implicar a todo un barrio que siente que si la tienda desaparece, la pr¨®xima vez ser¨¢ el turno de la librer¨ªa de al lado. O del estudiante que a¨²n paga un alquiler razonable por su piso compartido. Este es un caso ¨²nico, pero refleja el malestar por una escalada de precios que ha empujado al Gobierno central a aprobar una ley que haga frente al problema. El llamado ¡°freno al precio del alquiler¡± entr¨® en vigor en Berl¨ªn este mes. Y el 1 pr¨®ximo de julio lo har¨¢ en Hamburgo y en Renania del Norte Westfalia, el Estado que, con m¨¢s de 17 millones de habitantes, es el m¨¢s poblado del pa¨ªs.
Dos claves del nuevo freno al alquiler
- Seg¨²n la nueva ley, el precio de los nuevos alquileres no podr¨¢ superar un 10% el de las viviendas equivalentes de la zona, sin contar los pisos nuevos puestos en alquiler tras el 1 de octubre de 2014 y los reformados en profundidad.
- El freno al precio del alquiler ha sido aprobado por el Gobierno central, pero son los Estados federados los que deciden c¨®mo y cu¨¢ndo entra en vigor. El primero ha sido Berl¨ªn. Le seguir¨¢n Hamburgo y Renania del Norte? Westfalia.
Pese a no estar directamente relacionadas, la iniciativa del Gobierno y la movilizaci¨®n popular de Kreuzberg responden a la misma inquietud. Una preocupaci¨®n que el pasado mi¨¦rcoles resum¨ªa a la perfecci¨®n Susanne Becker, una clienta habitual de Caliskan. ¡°Si ¨¦l se va, acabaremos y¨¦ndonos de aqu¨ª toda la gente normal. Y solo quedar¨¢n los yuppies¡±, dec¨ªa.
¡°Podr¨ªa hacer un esfuerzo y subir algo los 1.083 euros del alquiler actual. Pero los nuevos propietarios solo quieren que me vaya. Conf¨ªo en que al final me ofrezcan un nuevo contrato¡±, confiesa el peque?o empresario. El inversor compr¨® el inmueble debido a su ¡°importante potencial de revalorizaci¨®n¡±, seg¨²n explica la empresa en su p¨¢gina web. ¡°Tiene que quedarse. Le necesitamos¡±, dice al tendero de origen turco una vecina que irrumpe en la tienda solo para mostrarle su apoyo. Fuera, en la calle, los voluntarios reparten folletos y recogen firmas (llevan m¨¢s de 3.000). Y los centenares de personas que abarrotan la calle comen, beben y bailan al son de la m¨²sica que interpreta la banda que ameniza la protesta.
El freno al precio al alquiler decretado por el Gobierno llega a una ciudad en la que el metro cuadrado ha pasado de los 5,5 euros de hace una d¨¦cada a los casi diez actuales. Y en el que, seg¨²n un estudio de la empresa Jones Lang LaSalle, los precios del alquiler aumentaron el a?o pasado un 9%. Berl¨ªn est¨¢ a¨²n a a?os luz de los precios de Par¨ªs o Londres, pero ya no es esa ciudad en la que las gangas inmobiliarias eran la norma. El Gobierno de Angela Merkel, por iniciativa de los socios de coalici¨®n socialdem¨®cratas, trata de evitar abusos con una norma que impide que los nuevos contratos de alquiler superen el 10% del precio de una vivienda similar en la misma zona.
Como es habitual, la norma no ha satisfecho a los inversores, que advierten de los efectos negativos por interferir en el libre mercado, ni a algunos defensores de la vivienda asequible, que critican la ley por contener demasiadas excepciones. Pero asociaciones como la de los arrendadores consideran que es un paso en la direcci¨®n adecuada. ¡°Es a¨²n pronto para analizar sus efectos, pero servir¨¢ para atajar algunos abusos. Y acaba, por ejemplo, con el absurdo de que fuera el inquilino el que ten¨ªa que pagar al agente inmobiliario. Es como si al comprarte un coche, adem¨¢s tuvieras que costear el sueldo del vendedor¡±, aseguraba esta semana en su despacho berlin¨¦s Wibke Werner, de la asociaci¨®n de inquilinos.
Pese a las buenas intenciones de la norma, su objetivo no siempre se cumple. Es lo que le pas¨® a Florian Wirt, un joven berlin¨¦s que buscaba un piso asequible en el centro. ¡°A m¨ª la nueva ley no me ha servido. Encontr¨¦ un estudio que sobrepasaba el l¨ªmite legal e inform¨¦ al casero. Me dijo que se pondr¨ªa en contacto conmigo. No supe nada de ¨¦l y al poco vi que ya hab¨ªa alquilado el piso¡±, explica Wirt.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.