Nagasaki, v¨ªctima olvidada del horror
El impacto de la bomba sobre Hiroshima ensombrece el recuerdo del segundo ataque
Jap¨®n a¨²n estaba conmocionado. Hab¨ªan pasado tan solo tres d¨ªas desde que la primera bomba at¨®mica de la tr¨¢gica historia de las guerras estallase sobre la ciudad de Hiroshima. Pero a las 11.02 del 9 de agosto de 1945, en el extremo sur del pa¨ªs, en Nagasaki, el avi¨®n estadounidense B-29 Bockscar pilotado por el general Charles W. Sweeney lanz¨® la segunda bomba, de plutonio y con una carga incluso mayor que la anterior. Con la misma carga emocional que hace tres d¨ªas, pero con un mensaje al Gobierno nip¨®n mucho m¨¢s directo contra el abandono del pacifismo en la Constituci¨®n, Jap¨®n conmemor¨® ayer el 70 aniversario de aquel tr¨¢gico d¨ªa, a¨²n presente en la memoria de sus ciudadanos.
Hiroshima, la primera ciudad en recibir el ataque at¨®mico, y la que padeci¨® un mayor n¨²mero de v¨ªctimas ¡ª140.000 en 1945¡ª ha centrado las miradas. Nagasaki, que perdi¨® 70.000 ciudadanos, ha pasado en general m¨¢s desapercibida.
A su ceremonia en recuerdo de las v¨ªctimas y en exigencia de la paz mundial acudi¨®, como el 6 de agosto a Hiroshima, el primer ministro japon¨¦s, Shinzo Abe. Frente a la mirada de las autoridades locales y algunos de los supervivientes de los bombardeos nucleares ¡ªlos hibakusha¡ª reiter¨® su llamamiento al fin absoluto de las armas nucleares, su mensaje habitual en estas conmemoraciones. S¨ª tuvo buen cuidado, a diferencia de hace tres d¨ªas, en subrayar el respeto a los principios pacifistas, una menci¨®n habitual en otras ocasiones y que omiti¨® hace tres d¨ªas, algo que le vali¨® numerosos reproches.
La opini¨®n p¨²blica nipona se encuentra profundamente dividida ante la reinterpretaci¨®n constitucional que promueve el Gobierno de Abe. Una serie de proyectos de ley, ya aprobados por la C¨¢mara Baja y pendientes solo del visto bueno de la C¨¢mara Alta, consagrar¨¢n una mayor participaci¨®n de las fuerzas armadas japonesas en misiones en el exterior. Aunque el Ejecutivo insiste en que el papel de sus militares ser¨¢ muy limitado y siempre en ayuda de aliados en peligro, sus cr¨ªticos le acusan de abandonar un pacifismo consagrado en la Carta Magna vigente desde la posguerra y que ha sido una de las se?as de identidad del pa¨ªs desde entonces.
El alcalde de Nagasaki se hizo eco de ese sentir: ¡°Mucha gente se pregunta si el principio pacifista de Jap¨®n, que nos impide involucrarnos en ninguna guerra, est¨¢ siendo erosionado por esta iniciativa¡±, manifest¨® en la ceremonia Tomihisa Taue. ¡°Nunca debemos abandonar este principio, sobre el que se ha construido la prosperidad del Jap¨®n actual. No podemos olvidar los recuerdos tr¨¢gicos que nos dej¨® la guerra¡±, prosigui¨®.
La orograf¨ªa como escudo
El impacto de Fat Man ¡ªcomo se llam¨® a esa segunda la bomba at¨®mica¡ª en Nagasaki seg¨® la vida de m¨¢s de 74.000 personas. El da?o, a diferencia de lo que sucedi¨® tres d¨ªas antes en Hiroshima, fue mitigado sin embargo por la orograf¨ªa de la ciudad, rodeada de valles y colinas. El pron¨®stico meteorol¨®gico tambi¨¦n ayud¨®: la proximidad de nubes hizo que la bomba se arrojara contra un barrio perif¨¦rico, en lugar del centro. Cuando la bomba cay¨® sobre la ciudad, Estados Unidos ya conoc¨ªa el horror que hab¨ªa ocasionado en Hiroshima. Tras esos impactos, m¨¢s la declaraci¨®n de guerra rusa el 8 de agosto, la participaci¨®n de Jap¨®n en la guerra ten¨ªa las horas contadas.
Seis d¨ªas despu¨¦s de Nagasaki, el 15 de agosto, el emperador Hirohito, con cierta oposici¨®n en las Fuerzas Armadas, difundi¨® un comunicado radiof¨®nico en el que anunciaba la capitulaci¨®n de su pa¨ªs frente a Estados Unidos.
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