Scioli y la violencia
Argentina podr¨ªa sufrir el atropello institucional de Venezuela m¨¢s la violencia narco de M¨¦xico
![La silueta de Daniel Scioli se dibuja a trav¨¦s de una toalla despu¨¦s de participar en un partido de f¨²tbol.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/4ZSALWMXBZMVA4UYRT2FZMAU7I.jpg?auth=80441adf33e16c95bbc506fe1aa4a08758679480559cd200c9309e3b2b486259&width=414)
Los argentinos tenemos mucho m¨¢s afecto por mirar hacia atr¨¢s que por proyectar nuestro propio futuro. No estar¨ªa del todo mal si esa nostalgia por el pasado nos ayudara a no repetir errores. En pol¨ªtica, al menos, ese no es el caso.
As¨ª como hemos permitido que la demagogia, el intervencionismo estatal y el populismo se transformaran en pr¨¢ctica habitual de cualquier administraci¨®n, no estamos prestando merecida atenci¨®n al feroz y latente enfrentamiento en la f¨®rmula presidencial que, hasta hoy, tiene m¨¢s intenci¨®n de voto: Scioli-Zannini. Las diferencias que ambos encarnan, por conocidas, no debieran parecernos menos peligrosas.
En 1973, la violencia que anidaba en la sociedad argentina se hizo expl¨ªcita cuando el general Per¨®n decidi¨® volver al pa¨ªs tras su largo exilio. En un hecho inusitado, el aeropuerto de Ezeiza se convirti¨® en un campo de batalla y marc¨® el inicio de una ¨¦poca a la que el adjetivo de ¡°sangrienta¡± le queda chico. Dos vertientes del peronismo se enfrentaron entonces y ese episodio marc¨® el destino nacional del siglo.
Los argentinos tenemos mucho m¨¢s afecto por mirar hacia atr¨¢s que por proyectar nuestro futuro
Hubo terrorismo y represi¨®n; hubo muertos, sangre y dolor por d¨¦cadas. Luego la pol¨ªtica intent¨® componer los estragos en una sociedad que no supo aceptar que de ciertas cat¨¢strofes nadie sale indemne y que el concepto de ¡°justicia¡± nunca es absoluto porque la pacificaci¨®n implica resignaci¨®n y perd¨®n de ambos lados.
Y vino el kirchnerismo a azuzar rencores y a aprovecharse de ellos. Y alimentaron viejos y nuevos enfrentamientos; los que ahora conviven en el oficialismo que, cuando reconoci¨® su incapacidad para mantenerse en el poder tras la salida de Cristina Fern¨¢ndez, no dud¨® en apelar a la popularidad de quien nunca fue considerado uno de los suyos: Daniel Scioli.
Por eso en este punto de la historia ser¨ªa ¨²til identificar semejanzas y reconocer que el kirchnerismo puro conserva muchos de los violentos de los setentas entre sus huestes. Justo son los que no responden a Scioli, sino a Zannini. Porque quienes acompa?aron hasta ac¨¢ al actual Gobernador de la Provincia de Buenos Aires son, en su gran mayor¨ªa, peronistas equivocados pero calmos y, vaya coincidencia, no cuentan con la simpat¨ªa de ¡°los otros¡±. Dos bandos, dos estilos, dos objetivos y un solo espacio: el poder.
la pol¨ªtica intent¨® componer los estragos en una sociedad que no supo aceptar que de ciertas cat¨¢strofes nadie sale indemne
Los j¨®venes y no tan j¨®venes de ¡°La C¨¢mpora¡±, agrupaci¨®n nacida alrededor del hijo de la actual presidenta y futuro diputado nacional, se han hecho fuertes en la canciller¨ªa, los juzgados nacionales, el Congreso, las empresas estatales (que cada d¨ªa son m¨¢s) y organismos claves como el registro de armas o la Inspecci¨®n de Justicia, organismo que controla la totalidad de las sociedades que se forman en el pa¨ªs.
De triunfar en las elecciones del pr¨®ximo 25 de octubre, las huestes del gobernador Scioli, a quien dieron escas¨ªsima participaci¨®n en el armado de las listas de legisladores, de modo que tenga pocos aliados en ambas c¨¢maras, estar¨¢n atrincheradas en el Ejecutivo Nacional. Se comenta que tambi¨¦n le dejar¨ªan el manejo el Ministerio de Econom¨ªa lo cual, ante el legado kirchnerista de d¨¦ficit, cepo, inflaci¨®n, pobreza y desempleo, no se sabe si es una concesi¨®n o una trampa.
Esta es la foto de lo que puede ser un futuro gobierno de Daniel Scioli. Con final abierto, por supuesto, pero con una certeza: el kirchnerismo no negocia ni retrocede. Aprovecharon la figura del gobernador, simplemente; se juntaron exclusivamente por el objetivo: quedarse. De ellos debiera aprender la oposici¨®n si est¨¢ dispuesta a honrar esa mayor¨ªa popular que no quiere la continuidad K.
Tal vez no sea funci¨®n del ciudadano com¨²n reparar en lo que puede venir, pero sin duda es exigencia de la oposici¨®n que, misteriosamente, omite cualquier referencia a este peligro. No se trata simplemente de la recurrente menci¨®n del ¡°pa¨ªs que nos merecemos¡± y de la necesidad o la voluntad de ¡°un cambio¡± que no terminan de definir en qu¨¦ consistir¨ªa. Es mucho peor que eso si contin¨²a el kirchnerismo. Nos espera no solamente el atraso econ¨®mico que ya es end¨¦mico; no solamente el maltrato a quien disiente, que tambi¨¦n es end¨¦mico.
Nos espera el atropello institucional de Venezuela m¨¢s la violencia narco de M¨¦xico. Y nos espera el enfrentamiento interno con los violentos detentando los resortes del poder y la justicia.
Mar¨ªa Zald¨ªvar es polit¨®loga, profesora universitaria y miembro del Club Pol¨ªtico Argentino.
Twitter: @MariaZaldivar
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.