Lo que queda despu¨¦s de los muros
La entrada en la UE del bloque socialista fue un paso importante en la transici¨®n a la democracia, pero no el final del proceso
Cruzar el tel¨®n de acero en tren era una experiencia inolvidable: los guardias de aspecto a la vez feroz y tintinesco, los registros en busca de divisas, los perros para localizar fugitivos. R¨¢pidamente se entraba en otro mundo, marcado por el olor carbonita que delataba unas infraestructuras trasnochadas y contaminantes. La ca¨ªda del Muro de Berl¨ªn, en noviembre de 1989, fue el principio de un largo proceso de transformaci¨®n a la democracia de los antiguos pa¨ªses del bloque comunista. En mayo de 2004, diez Estados entraron en la UE, que pas¨® de 15 a 25 miembros. Todos, menos dos, eran del Este. Luego accedieron Ruman¨ªa, Bulgaria y Croacia.
El ¨²ltimo muro pol¨ªtico en desaparecer fue el que separaba Gorizia, una vieja ciudad austroh¨²ngara que hab¨ªa ca¨ªdo del lado italiano tras la II Guerra Mundial, de Nova Gorizia, una ciudad gemela que orden¨® construir Tito. Durante d¨¦cadas, las familias permanecieron divididas y, aunque en 2004 Yugoslavia ni siquiera exist¨ªa, la barrera segu¨ªa all¨ª. Aquella primavera de la ampliaci¨®n desat¨® un optimismo generalizado, como si los problemas hist¨®ricos de Europa formasen parte del pasado.
Pero la historia nunca es previsible y los muros dejan huellas mucho m¨¢s profundas de lo que pueda parecer. La brecha que ha surgido durante la crisis de los refugiados por la resistencia de los antiguos pa¨ªses del bloque socialista a abrir sus puertas ¡ªactitud incomprensible porque los ciudadanos del Este viv¨ªan atrapados en sus fronteras y en la mayor¨ªa de los casos s¨®lo pod¨ªan viajar al Oeste escap¨¢ndose, cruzando ilegalmente una frontera¡ª refleja un problema profundo. El autoritarismo de la Hungr¨ªa de Orban, las constantes crisis y la corrupci¨®n en Ruman¨ªa o Bulgaria, los problemas con las minor¨ªas en Eslovenia o los B¨¢lticos forman parte del mismo mar de fondo.
Era pol¨ªticamente imposible (y hubiese sido injusto) no ampliar Europa al Este; pero todos los que participaron en el proceso sab¨ªan que cerrar cap¨ªtulos en las negociaciones y adaptar legislaciones era s¨®lo el principio. A diferencia de Espa?a y Portugal no se trataba s¨®lo de pasar de una dictadura a una democracia, sino de transformar un sistema econ¨®mico y pol¨ªtico que se ca¨ªa a trozos en un pa¨ªs que funcionase. En la Ruman¨ªa de Ceaucescu no es que no hubiese propiedad privada, es que estaban prohibidas las bombillas de m¨¢s de 40 watios. Un viejo chiste dec¨ªa: "?Qu¨¦ hay m¨¢s fr¨ªo que el agua fr¨ªa en Bucarest? El agua caliente". El optimismo estaba justificado, pero lleg¨® pronto. Todav¨ªa quedan muchos cap¨ªtulos por cerrar, aunque no est¨¦n en los tratados.
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