Horas en cola para ver a Francisco, quince minutos de procesi¨®n
Una multitud abraza al santo Padre en el ic¨®nico Central Park antes de la misa en el Madison Square Garden
¡°Ah¨ª llega¡±, se escucha entre la muchedumbre cuando aparece la silueta del peque?o Fiat 500 L negro que lleva a Francisco por el contorno de Central Park. En el interior del parque hay 80.000 almas impacientes que respiran juntas en el pulm¨®n de la ciudad de Nueva York. Les tocar¨¢ esperar un poco m¨¢s para que les toque su turno y disfrutar de una experiencia inolvidable.
Central Park amaneci¨® encapsulada en una valla negra de m¨¢s de dos metros de altura. Una hora antes de que el Pont¨ªfice cambiara el peque?o utilitario de la marca italiana por el ic¨®nico Papam¨®vil, a¨²n hab¨ªa miles de personas haciendo cola para pasar el control de seguridad en Columbus Circle y poder entrar en el recinto. Muchos portan la bandera vaticana bajo el brazo o mataban el tiempo jugando con mu?ecos del papa.
Entre la masa, ya en el interior, se encontraba Isabella Acierno, una joven estudiante de la escuela cat¨®lica de St. Christopher. Es una luchadora nata, que combate para sobrevivir a un tumor cerebral. ¡°Es mi papa favorito porque sigue el ejemplo de Jes¨²s. No se considera un rey, por eso nunca lleva rojo, y se sienta en una silla de madera, no en un trono, porque Jes¨²s era carpintero¡±, comenta.
Para poder participar en este evento se rifaron las entradas. Isabella la recibi¨® de la mano del alcalde Bill de Blasio, porque la joven es un ejemplo de la energ¨ªa que caracteriza a los neoyorquinos. Pero la frustraci¨®n era evidente entre los que ve¨ªan, mirando el reloj, como se acercaba el momento sin que la cola avanzara. Una sensaci¨®n que ten¨ªan tambi¨¦n los miles que guardaban fila ante el Madison Square Garden, que se prolog¨® varias manzanas.
El problema ya en el interior de la ¡°fortaleza¡± era otro. Todo puede ir muy r¨¢pido, en segundos, as¨ª que hab¨ªa que estar bien colocado para inmortalizar el momento. Eso salvo que se tuviera la suerte de que el Pont¨ªfice hiciera una parada inesperada. Diana, vecina de Queens, no pod¨ªa contener la emoci¨®n. ¡°Rec¨¦ para conseguir una entrada¡±. Esa ilusi¨®n le carg¨® de paciencia para aguantar la cola.
Sin parada en el camino
La procesi¨®n arranc¨® desde la calle 72, muy cerca de la fuente del ¨¢ngel ante el lago de las barcas, en direcci¨®n al lado oeste antes de empezar a bajar hacia al sur del parque. El p¨²blico rugi¨® de inmediato. Como si fuera una ola, la muchedumbre alza sus tel¨¦fonos conforme avanza la comitiva, buscando inmortalizar esa experiencia ¨²nica aunque el precio a pagar al santo Padre fuera verlo a trav¨¦s de la pantalla. No hubo parada en el camino.
Tras disparar se comparaban las fotos. Son pocos los que prefieren buscan el contacto directo con los ojos, tratando de llamar su atenci¨®n al grito de ¡°Francisco!, Francisco!¡± mientras el helic¨®ptero de la polic¨ªa anticipa que est¨¢ pr¨®ximo. Dentro y fuera del ic¨®nico parque neoyorquino hay todo tipo de gentes, de diferentes edades, culturas, etnias y religiones. Es la mezcla que identifica a Nueva York, la ciudad m¨¢s diversa del mundo.
Al llegar a Central Park South, baj¨® del Jeep y se volvi¨® a meter en el Fiat. La procesi¨®n, que dur¨® unos 15 minutos, tuvo lugar antes de celebrarse la misa en el Madison Square Garden. Antes visit¨® la escuela Lady Queen of Angels School en el barrio latino de Harlem, en la zona alta de Manhattan. Los centros educativos cat¨®licos atraviesan por las dificultades financieras por las que atraviesan sus parroquias y algunos se est¨¢n viendo forzados a cerrar sus puertas por la falta de alumnos.
¡°Por favor, abre nuestra iglesia¡±, se pod¨ªa leer en el exterior un cartel en el que le daban la bienvenida al papa y muy revelados del futuro que afrontan estos centros educativos. El colegio cuenta con alumnos latinos, hijos de inmigrantes, y afroamericanos en su mayor¨ªa. Por eso fue elegido para la visita papal, porque refleja la misi¨®n del pont¨ªfice argentino que expres¨® en las Naciones Unidas.
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