Dios, Familia y Honor, el verdadero credo de Jimmy Morales
Tras su fachada amable, el vencedor en Guatemala es un conservador patriotero y religioso
El Temor a Dios. La Familia. El Honor. Por este orden y en may¨²sculas. Esos son los principios rectores de Jimmy Morales Cabrera. En cualquier manual, esto bastar¨ªa para clasificar al presidente electo de Guatemala como un conservador puro y duro. Pero no en el pa¨ªs centroamericano, donde el trepidante curso de los ¨²ltimos meses ha trastocado las casillas y convertido a este c¨®mico, te¨®logo y economista en el centro de las esperanzas de un cambio social. Un anhelo de dimensiones hist¨®ricas detr¨¢s del que se agazapan no pocas dudas.
Hasta septiembre, Morales jam¨¢s hab¨ªa ganado una elecci¨®n. Lo m¨¢s lejos que hab¨ªa llegado fue al tercer puesto en la pugna por la alcald¨ªa de la ciudad dormitorio de Mixco. Obtuvo 13.045 votos, 7,95% del padr¨®n. La nada. Pero dos circunstancias han permitido que este humorista de modales suaves haya pasado de las esquinas del sistema a tocar el cielo electoral.
La primera ocurri¨® en 2012, cuando la facci¨®n m¨¢s radical de los militares veteranos le ofreci¨® entrar en el Frente de Convergencia Nacional. Un peque?o partido necesitado de una cara nueva. Morales, con un doctorado en Seguridad Estrat¨¦gica, acept¨® y pronto se hizo con la direcci¨®n de ese todoterreno castrense. Desde entonces le persigue la acusaci¨®n de ser un ap¨¦ndice de los halcones militares. Un sector ultramontano que niega la salvaje represi¨®n de los a?os ochenta y pide la retirada de los juicios contra los altos mandos. ?l lo niega una y otra vez. Pero su discurso nacionalista, sus loas a la heroicidad patria y su ferocidad contra los ¡°intereses extranjeros¡± no dejan de levantar sospechas.
La energ¨ªa liberada por la ola de indignaci¨®n fue absorbida por ese candidato teleg¨¦nico. Su marginalidad se volvi¨® atractiva
La segunda oportunidad le lleg¨® en abril pasado cuando su formaci¨®n a¨²n era minoritaria. El hartazgo ante la corrupci¨®n empuj¨® a un pu?ado de ciudadanos sin filiaci¨®n pol¨ªtica a convocar en las redes sociales una protesta contra el gobierno. Fresca, clara y sin intermediaci¨®n de ning¨²n partido, la llamada dio en el blanco. Decenas de miles de ciudadanos indignados la secundaron. Fue el inicio de una vertiginosa primavera del descontento. Un movimiento plural y ac¨¦falo, entroncado con fen¨®menos como el 15-M espa?ol, que con el paso de los meses logr¨® derribar al corrupto general Otto P¨¦rez Molina e hizo albergar la esperanza de un nuevo comienzo para Guatemala.
La ilusi¨®n se marchit¨® cuando se puso en marcha el cron¨®metro electoral. La propia naturaleza de la protesta jug¨® en su contra. Sin l¨ªderes ni estructura, no tuvo a quien presentar. Su fuerza se difumin¨®. Pero no se perdi¨®. La energ¨ªa liberada por la ola de indignaci¨®n fue absorbida por ese candidato teleg¨¦nico que tambi¨¦n clamaba contra la corrupci¨®n. Morales dej¨® entonces de ser pintoresco. Su marginalidad se volvi¨® atractiva.
Aunque nunca se hab¨ªa acercado p¨²blicamente a las manifestaciones, el acelerador de la antipol¨ªtica le catapult¨®. En este salto, le ayud¨® la sencillez de su mensaje. Tambi¨¦n su origen humilde. Morales no era casta. Ni se le conoc¨ªa ning¨²n esc¨¢ndalo. Era el hijo de una vendedora ambulante. Se hab¨ªa hecho a s¨ª mismo. Poco importaba que algunas de sus ideas viniesen en odres antiguos. Su rechazo al matrimonio gay y al aborto quedaron en segundo plano. Tampoco tuvo relevancia su fuerte religiosidad, sus discursos de evangelista, sus paternales y ros¨¢ceas met¨¢foras. El 6 de septiembre pasado, Morales, de 46 a?os, venci¨® en la primera vuelta. Derrib¨® a los titanes del sistema y asent¨® su imparable camino a la jefatura de Estado. El c¨®mico de chiste f¨¢cil hab¨ªa sido tomado en serio por la naci¨®n. Este domingo remat¨® su ascenso.
Nadie cree que su programa guarde la piedra filosofal para Guatemala. Sus contenidos son livianos, casi aeroest¨¢ticos. Grandes palabras para grandes problemas. Lo que importa es su lema de campa?a: Ni corrupto ni ladr¨®n. Ese es el mensaje que le ha dado la victoria. Ah¨ª clav¨® su estrategia. Presentarse como el negativo de un sistema desfalleciente y odiado. Sin un partido conocido, sin un historial al que se pudiera reprochar nada. S¨®lo ¨¦l. El hijo de Jos¨¦ Everardo y Celita Ernestina. El candidato sin tacha. El hombre que proclama que su sue?o es que en las aulas de su pa¨ªs se ense?e que Jimmy Morales fue el mejor presidente de Guatemala. El 14 de enero tomar¨¢ el poder. Tendr¨¢ entonces cuatro a?os para demostrarlo.
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