Un milagro en Barcelona
Pese al auge de las nuevas tecnolog¨ªas, la fiesta de Sant Jordi sigue siendo multitudinaria. Este a?o se vendieron 1,6 millones de libros
"Suceso o cosa rara, extraordinaria y maravillosa". As¨ª define la palabra "milagro" el Diccionario de la Real Academia Espa?ola.
La semana pasada presenci¨¦ un suceso a la vez raro, extraordinario y maravilloso. Asist¨ª por primera vez a la fiesta de Sant Jordi en Barcelona.
Resulta que, todos los a?os, el 23 de abril, las Ramblas de la capital de Catalu?a se llenan de rosas, libros y gente.
La celebraci¨®n del d¨ªa de San Jorge, patr¨®n de esa regi¨®n, es, por supuesto, muy antigua. Vinculada a la leyenda del santo, en el siglo XV se populariz¨® la costumbre seg¨²n la cual ese d¨ªa los hombres le dan a su amada una rosa roja. A partir de los a?os treinta del siglo pasado, la festividad coincidi¨® con la celebraci¨®n del D¨ªa del Libro. Y entonces se inici¨® la pr¨¢ctica de que, a cambio de la rosa, las mujeres regalan un libro a su hombre.
Afirmar que estas costumbres han calado no le hace justicia a lo que sucede en Barcelona ese d¨ªa. En la capital catalana, el s¨¢bado 23 de abril se vendieron un mill¨®n seiscientos mil libros y casi 6 millones de rosas. Casi mil librer¨ªas montaron puestos en las Ramblas, por donde se estima que pasearon m¨¢s de un mill¨®n de personas. Cientos de autores, muchos venidos otros pa¨ªses, se instalaron a firmar ejemplares para sus lectores. Ese s¨¢bado las librer¨ªas facturaron cerca de 21 millones de euros, lo que equivale al 10% de sus ventas de todo el a?o.
La multitud de personas, de parejas de j¨®venes y de ancianos, familias completas, madres con sus beb¨¦s y gente muy variada y de todas las edades interesadas en libros, en conversar con sus autores favoritos ¡ªo con nuevos autores de los que nunca antes hab¨ªan o¨ªdo hablar¡ª o en simplemente pasear por calles llenas de rosas y libros cre¨® un ambiente maravilloso. En otras partes del mundo, los eventos al aire libre que atraen a millones de personas suelen ir acompa?ados tanto de un alto consumo de alcohol como de una cierta inseguridad. No en Sant Jordi. No vi a nadie pasado de tragos ni en actitudes amenazantes o agresivas. Y si bien, al igual que el resto de Europa, Espa?a est¨¢ en alerta elevada ante la amenaza de nuevos atentados terroristas, ese peligro parec¨ªa ser lo m¨¢s distante de la mente de quienes tomaron las calles. Ese d¨ªa la criminalidad callejera, la violencia o el terrorismo no exist¨ªan. Esta era una fiesta de convivencia y cultura como es raro encontrarla en otras partes.
Tan es as¨ª, que Markus Dohle, uno de los participantes extranjeros, me coment¨® que su sue?o ser¨ªa tener un evento como el de Sant Jordi en Manhattan, donde ¨¦l vive. "Te imaginas Broadway llena de tiendas vendiendo libros", me dijo. No es un deseo desinteresado. Dohle es el jefe m¨¢ximo de Penguin Random House, uno de los imperios editoriales m¨¢s grandes del mundo, y sus oficinas principales est¨¢n en Broadway. Dohle no fue el ¨²nico visitante extranjero que vivi¨® con envidia la experiencia de Sant Jordi. Muchos de quienes venimos de otros pa¨ªses nos imaginamos la posibilidad de promover algo igual de ambicioso en nuestras ciudades. Hay muchas ferias y festivales de libros. Algunas son hasta m¨¢s grandes. Pero en ninguna se respira el aire de alegr¨ªa y civilizaci¨®n que se da en Sant Jordi. Por eso sorprende lo relativamente poco conocido que es este evento fuera de Espa?a. La oportunidad de convertirlo en un destino internacional debe ser aprovechada.
Otra de las razones por las que sent¨ª que en Barcelona se estaba viviendo un milagro es que, en teor¨ªa, la pasi¨®n por el libro, y concretamente por el libro de papel ya no deber¨ªa existir ¡ªo al menos no con la fuerza que percib¨ª en Sant Jordi. Hoy se nos dice que los libros en papel est¨¢n en v¨ªas de extinci¨®n. Que no pueden competir en costo y comodidad con los libros electr¨®nicos, y que en el futuro solo ser¨¢n piezas decorativas o reliquias de museo. Los expertos tambi¨¦n nos dicen que las redes sociales y otras revoluciones en la tecnolog¨ªa de la informaci¨®n hacen que nuestra atenci¨®n se vea cada vez m¨¢s fragmentada y que tengamos constantes distracciones, todo lo cual no conduce a la lectura. En esta ¨¦poca dominan los 140 caracteres de un trino en Twitter, no las 500 p¨¢ginas de un buen libro. ?Qui¨¦n tiene tiempo hoy en d¨ªa para leer libros?
Pero pareciera que de nada de esto se han enterado los apasionados lectores que concurrieron a Sant Jordi. Ellos siguen leyendo. Y en papel. Y, as¨ª, todos los a?os crean una "cosa rara, extraordinaria y maravillosa".
Esta semana no me siga en Twitter. Lea un libro.
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