Una noche de reconciliaci¨®n con la polic¨ªa en tiempos convulsos
La National Night Out tiene como objetivo fomentar una buena relaci¨®n entre minor¨ªas y agentes en Estados Unidos
¡°Los ni?os nos tienen miedo. Hablando con ellos nos ganamos su confianza¡±, explicaba Joe P¨¦rez, capit¨¢n de polic¨ªa del condado de Prince George, en las afueras de Washington, mientras caminaba saludando a los vecinos, de mayor¨ªa latina, del complejo residencial de Langley Park. All¨ª, como en decenas de lugares en todo el pa¨ªs, se celebr¨® la noche del martes la National Night Out, que desde 1984 re¨²ne por unas horas, una vez al a?o, a miembros de las minor¨ªas y a la polic¨ªa, en un intento de estrechar lazos y fomentar la reducci¨®n del crimen.
En los ¨²ltimos a?os, reiterados casos de violencia policial hacia los afroamericanos han aumentado la tensi¨®n nacional y reabierto el debate racial en el pa¨ªs. La hispana es la segunda minor¨ªa m¨¢s afectada por este problema. De ah¨ª que encuentros que ayuden a fomentar la confianza entre el cuerpo policial y esta comunidad sean importantes, afirm¨® Renato Mendoza, miembro de la organizaci¨®n CASA Maryland, responsable de las actividades de la National Night Out en este Estado vecino de la capital estadounidense.
La velada arranc¨® con un desfile. Bajo el sol ardiente de los primeros d¨ªas de agosto, un coche de polic¨ªa con las sirenas puestas abr¨ªa la marcha, seguido de un grupo de j¨®venes bailarinas y una banda musical. Desde los balcones de las decenas de bloques bajos de apartamentos que pueblan las calles de esta barriada, j¨®venes y ancianos, hombres y mujeres observaban, distanciados, el paso de la procesi¨®n. ¡°?Vengan!, ?vengan!¡±, les animaba, sin mucho ¨¦xito, una mujer que participaba en la marcha.
P¨¦rez ten¨ªa una misi¨®n propia. Cada pocos pasos, cruzaba la calle para saludar a los que observaban la procesi¨®n. Muchos eran j¨®venes y ni?os, a quienes visiblemente les ilusionaban las atenciones del polic¨ªa. ¡°?C¨®mo est¨¢s?¡±, preguntaba una y otra vez P¨¦rez, que es puertorrique?o y presidente de una asociaci¨®n nacional de polic¨ªas hispanos. Eliminar el crimen y superar el recelo de la comunidad y las autoridades pasa por las relaciones personales y la confianza entre individuos, seg¨²n el veterano polic¨ªa.
¡°Acontecimientos como este muestran y promueven la cercan¨ªa de la comunidad hispana de Langley Park con la polic¨ªa¡±, afirm¨® al t¨¦rmino de la marcha el comandante del distrito uno de la polic¨ªa, William Alexander. ¡°Queremos que la polic¨ªa nos respete y que nosotros les respetemos¡±, acot¨®, mirando al p¨²blico, uno de los organizadores sociales del evento.
Para Mendoza, se trata de un work in progress, de un esfuerzo continuo. En este barrio hay casos de violencia ¡°por parte de bandas¡± que requieren la intervenci¨®n policial, se?al¨®. Pero una respuesta exagerada de las autoridades puede provocar un efecto indeseado. ¡°La militarizaci¨®n de la polic¨ªa en Estados Unidos es algo que puede asustar a nuestra comunidad hispana¡±, advirti¨®. La clave, coincidi¨® con el capit¨¢n P¨¦rez, es una buena relaci¨®n con la polic¨ªa local que, en este caso y en esta comunidad, ha facilitado que los responsables locales puedan sentir la confianza suficiente como para solicitar m¨¢s patrullas policiales que vigilen las zonas problem¨¢ticas del barrio.
El sol se pon¨ªa ya sobre los tejados de los edificios donde viven centenares de familias humildes, tanto residentes legales como inmigrantes indocumentados, cuando acabaron el desfile y los discursos oficiales. Pero las actividades de esta jornada de acercamiento continuaban: un torneo de f¨²tbol, otro de baloncesto, un castillo hinchable para los m¨¢s peque?os y una pel¨ªcula completaban el programa de la noche. El campo de f¨²tbol estaba rodeado de hombres y j¨®venes que observaban el partido reci¨¦n llegados del trabajo. Julio trabaja en el sector de la construcci¨®n desde que emigr¨® de Guatemala hace 17 a?os. Apoyado sobre el cap¨® de un viejo coche negro, estrechaba entre sus brazos a su hijo Kenny, de 3 a?os y al que daba un beso cada minuto. La relaci¨®n de la polic¨ªa con la comunidad, comentaba, es sencilla: ¡°Depende de si te metes en problemas o no. Para m¨ª, todo tranquilo. Pero para otros no¡±.
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