La inmortalidad de Terminator
Cada vez que parec¨ªa cometer el error definitivo, Trump se ha agarrado al auto de Clinton
Cuando cre¨ªamos que por fin las posibilidades de Donald Trump hab¨ªan muerto, otro imponderable hijo de la improbabilidad lo resucita y lo mete de lleno en la contienda. Una historia que se ha repetido una y otra vez a lo largo de la campa?a electoral, primero para imponerse a sus rivales republicanos y conquistar la candidatura, despu¨¦s para mantener vivas sus esperanzas de llegar a la Casa Blanca, a pesar de los pesares.
Trump me recuerda las primeras pel¨ªculas de Terminator. Un androide sicario enviado desde el futuro para eliminar al salvador de la humanidad. A lo largo de la proyecci¨®n ve¨ªamos que el terrible robot era sucesivamente acribillado, atropellado, desintegrado y fusionado en lava ardiente. Tras cada una de estas ejecuciones, el p¨²blico respiraba tranquilo, una vez resuelta la amenaza. Pero invariablemente Terminatorvolv¨ªa a reconstituirse. Una mano cadav¨¦rica emerg¨ªa de la lava y segundos m¨¢s tarde prosegu¨ªa su mortal misi¨®n, inmune a todo ataque.
Donald Trump parece gozar de similar inmortalidad pol¨ªtica. Durante meses asumimos que los candidatos del partido republicano, pol¨ªticos m¨¢s o menos profesionales, har¨ªan trizas al exc¨¦ntrico empresario. Cuando inopinadamente se impuso a todos ellos, muchos nos tranquilizamos con el consuelo de que su extra?a candidatura facilitar¨ªa el triunfo del candidato dem¨®crata. Todo indicaba que para un cuadro con tanto oficio como Hillary Clinton y la maquinaria que le apoya, la batalla final se reducir¨ªa a un paseo triunfal a la Casa Blanca.
Y si bien es cierto que nunca ha estado delante en los pron¨®sticos para hacerse con la presidencia, Trump ha logrado mantenerse con el margen suficiente para poner de nervios a buena parte del planeta. Cada vez que parec¨ªa cometer el error definitivo, ese que le permitir¨ªa a Hillary verlo en la lejan¨ªa desde el espejo retrovisor, Terminatorha encontrado la manera de volver a asirse a la defensa trasera del auto de la dem¨®crata y, literalmente, respirarle en la nuca.
Los errores los conocemos todos y los retornos tambi¨¦n. Estos ¨²ltimos proceden de fuentes tan insospechadas como una invitaci¨®n de Enrique Pe?a Nieto a Los Pinos, una ocurrencia absurda e improbable en cualquier contexto, pero que permiti¨® al empresario salir de sus horas bajas. O los hackeos de la comunicaci¨®n interna del c¨ªrculo dem¨®crata de la candidata, al parecer por iniciativa del Gobierno ruso. Y ahora, cuando por fin parec¨ªa que nada lo regresar¨ªa de la tumba que el empresario naranja se hab¨ªa cavado gracias a sus conversaciones de locker?(como llam¨® a su infamante di¨¢logo sobre las mujeres), el FBI viene a su rescate.
La decisi¨®n del director del FBI, James B. Comey, de enviar una carta al Congreso la semana pasada para informar sobre nuevas indagaciones concernientes a los emails?utilizados por la asistente de la se?ora Clinton, Huma Abedin, es pol¨¦mica por decir lo menos. La carta fue enviada contra la voluntad del Departamento de Justicia como corresponde a una larga tradici¨®n del aparato de Gobierno para no incidir directamente en el proceso electoral. Particularmente en un caso como este, en el que la indagaci¨®n de la que habla el director Comey dif¨ªcilmente alcanzar¨¢ a desahogarse antes de las elecciones del martes, con lo cual simplemente clava un dardo envenenado en la espalda de la candidata dem¨®crata.
De acuerdo al New York Times,?funcionarios involucrados en la indagaci¨®n aseguran que el caso no terminar¨¢ con una acusaci¨®n formal en contra de alg¨²n miembro del equipo de Clinton, pero la ausencia de informaci¨®n ha alimentado toda suerte de especulaciones en contra de ella.
El resultado de todo esto es que Trump est¨¢ de regreso en la pelea. La intervenci¨®n del FBI le ha permitido ponerse a la delantera en un par de los llamados swing states,?entre ellos Florida, estados pendulares que inclinar¨¢n el saldo a uno u otro lado.
Las probabilidades siguen a favor de Hillary Clinton, aunque ahora por un muy estrecho margen. Tan estrecho que estamos expuestos a que cualquier imponderable adicional de aqu¨ª al martes permita a Terminator?culminar su terrible misi¨®n.
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