J¨®venes a contracorriente en Venezuela
Un grupo de venezolanos relata su d¨ªa a d¨ªa en el pa¨ªs en el que han decidido quedarse, pese a la crisis y la salida de gente
![Anna Maier, Gabriela González, Johana Robles y Carlos Julio Rojas, en Caracas.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/UTBLUEDW5I3UO4ZBZCC6J3KCOQ.jpg?auth=1c960384aa75037b1b81b6105901e29f0c68198656ac6932c6b7b710ed592494&width=414)
Siempre pens¨® que cuando la violencia golpeara a alguien cercano sentir¨ªa la necesidad de irse de Venezuela. Ese d¨ªa lleg¨® en mayo de 2015. Mataron a su t¨ªo. La reacci¨®n de Anna Maier fue muy distinta a la que imaginaba. Se qued¨®. Esta periodista de 29 a?os, de madre cubana exiliada del castrismo; que vivi¨® en Espa?a dos a?os largos bailando flamenco; que pas¨® seis meses en Nueva York, ha llegado a renunciar a la residencia estadounidense. ¡°?Est¨¢s segura?¡±, recuerda que le repet¨ªa el funcionario. El peri¨®dico digital en el que trabaja, El Est¨ªmulo, fue atacado esta semana. Dos hombres armados entraron en la sede y atracaron a una veintena de personas. Se llevaron material de trabajo. Les amedrentaron, pero no lo suficiente para hacer cambiar de opini¨®n a Maier. Su convicci¨®n sigue intacta: ¡°Me quiero quedar porque creo que puedo ayudar a cambiar algo, al menos a registrar lo que est¨¢ pasando¡±.
Maier es uno de esos j¨®venes ¡±salmones¡±, como los describe su amiga Gabriela Gonz¨¢lez, de 34 a?os, tambi¨¦n periodista, que han decidido nadar contra corriente en las revueltas aguas de Venezuela. Pese a tener, o al menos poder tener, la oportunidad de intentar salir. Como hicieron muchos de sus conocidos, amigos, familiares¡ ¡°Hay una raz¨®n rom¨¢ntica¡±, admite Gonz¨¢lez: ¡°Es un acto de fe. Uno no puede abandonar los espacios, podemos ser generadores de cambio¡±.
Desde 1990 hasta 2016, 1,2 millones de venezolanos salieron del pa¨ªs. El soci¨®logo Iv¨¢n de la Vega, experto en migraci¨®n, cree, no obstante, que la cifra puede ser muy superior y alcanzar los casi 2,5 millones, seg¨²n sus estudios, que cotejan una decena de fuentes. Los servicios migratorios oficiales no ofrecen muchos datos desde hace a?os para lograr una evaluaci¨®n certera. ¡°En 2010, el 68% de los emigraba para huir de la inseguridad, el resto se repart¨ªa entre la polarizaci¨®n pol¨ªtica y la merma en el mercado laboral. Tres a?os despu¨¦s, un 52% lo hac¨ªa por inseguridad, mientras que el segundo motivo obedec¨ªa a la crisis econ¨®mica. Se trata de una di¨¢spora, por lo general, altamente calificada o con estudios superiores. Son talentos que se est¨¢n perdiendo, el pa¨ªs se est¨¢ descapitalizando¡±, explica De la Vega. Solo el 15%, seg¨²n sus estudios, ha regresado, ya sea porque no les ha ido bien o porque no se han adaptado al nuevo destino. ¡°El resto dif¨ªcilmente lo har¨¢ porque conseguir¨¢ mejores condiciones econ¨®micas, tranquilidad y paz, motivos que generan arraigo¡±, razona.
Con nada de eso seguramente cuenta Luvin Villasmil, un violinista de 29 a?os que, sin embargo, ha encontrado oportunidades en el campo de la m¨²sica, tanto para actuar como para estudiar. ¡°Tengo muchos amigos en el extranjero, genios, que est¨¢n haciendo cosas que no tienen nada que ver con la m¨²sica. Aqu¨ª no voy a vivir como un rico, pero puedo seguir con mis proyectos¡±, explica. Enfermo de hemofilia, nota que cada vez le resulta menos f¨¢cil encontrar su factor, aunque de momento no ha tenido problemas. ¡°Hace dos a?os me lo daban en cajas, ahora solo lo necesario¡±, dice, sin despegarse de la funda de su instrumento. Durante la conversaci¨®n, la pasada semana en un centro cultural de Caracas, todos tienen sus bolsos encima de la mesa, bien agarrados.
¡°Estamos viviendo un duelo, y para llevarlo tienes que naturalizarlo, pero hemos naturalizado hasta la violencia y eso no lo podemos seguir permitiendo¡±, lamenta Johana Robles, estudiante de Psicolog¨ªa y Filosof¨ªa en la Universidad Central de Venezuela. La inseguridad es lo que m¨¢s les golpea. Todos han sufrido alg¨²n episodio violento. Gabriela recuerda c¨®mo hace unas semanas, el autob¨²s en el que se mov¨ªa fue asaltado y los pasajeros atracados. ¡°Estamos en un modo de supervivencia que tambi¨¦n desarrolla un individualismo nada bueno¡±, advierte. ¡°La pregunta no deber¨ªa ser por qu¨¦ me quedo, sino por qu¨¦ debo irme de mi pa¨ªs. Esta generaci¨®n ha perdido ya muchas oportunidades, no podemos permitir que esta pandilla, por llamarlos de alguna manera, nos lo quiten todo¡±, clama Robles.
La mayor¨ªa de sus amigos viven fuera de Venezuela. Los grupos de WhatsApp y las redes sociales les mantienen en permanente contacto virtual. ¡°Yo me acostumbr¨¦ a que no est¨¦n¡±, asume Anna Maier. La manera de divertirse tambi¨¦n ha cambiado. Salir por la noche un fin de semana se ha convertido una odisea. Las fiestas en las casas, hasta el amanecer, se han vuelto en la opci¨®n m¨¢s rentable y segura. Tambi¨¦n los planes durante el d¨ªa. ¡°Ahora, un chico te puede decir, ?por qu¨¦ no subimos al ?vila?¡±, comenta entre risas Robles. Ella y Carlos Julio Rojas, el ¨²ltimo en unirse a la charla, recuerdan que tienen pendiente ir a una obra de teatro. El problema es que empieza a las ocho de la noche, por lo que la vuelta hay que hacerla en taxi. Eso aumenta el costo del plan. ¡°Agarrar camioneta es guillotina¡±, dice ella sobre los buses.
El soci¨®logo Tom¨¢s P¨¢ez no duda en que esta di¨¢spora continuar¨¢. ¡°La mayor¨ªa se ha ido por causas asociadas al Gobierno. Todos tienen disposici¨®n de ayudar, pero eso no significan que vaya a volver¡±, explica. Las familias no les frenan: ¡°No es extra?o escuchar en el aeropuerto a muchos padres decir sobre que hijos: ¡®Prefiero despedirlo en el aeropuerto que en el cementerio¡±.
Lo sabe bien Carlos Julio, que se define como ¡°alguien de izquierdas que nunca ha estado de acuerdo con el Gobierno¡±. Activista pol¨ªtico de 32 a?os, vecino del barrio de La Candelaria, en el centro de Caracas, fue detenido en enero de 2015 por hacer unas declaraciones sobre las interminables colas que se forman en los mercados. ¡°Si corres te disparamos¡±, le dijo un polic¨ªa. Aquellos cinco d¨ªas hasta recobrar la libertad fueron casi definitivos. Pens¨® en marcharse. Su mejor amigo, Conan Quintana, le convenci¨® para quedarse. ¡°Me dec¨ªa que aguantara, que esto cambiar¨ªa pronto¡±, recuerda.
Unos meses despu¨¦s de aquella conversaci¨®n, a Quintana, l¨ªder estudiantil, le descerrajaron dos tiros
¨CIrme despu¨¦s de eso tendr¨ªa algo de cobard¨ªa, admite su amigo. Lo que me mantiene en Venezuela es el deseo de cambiar.
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