La Casa Blanca defiende que hay ¡°hechos alternativos¡± para analizar la realidad
El mandatario estadounidense falsea las cifras de asistencia a su inauguraci¨®n y acusa a la prensa de inventarse su disputa con la CIA
Las primeras 48 horas del Donald Trump presidente han sido en muchos aspectos una proyecci¨®n del Donald Trump candidato. El giro presidencial que muchos esperaban tras ganar las elecciones el 8 de noviembre no se dio durante su periodo de presidente electo ni tampoco ahora, tras la jura del cargo. El nuevo comandante jefe de Estados Unidos y su equipo lanzaron falsedades a lo largo de su primer d¨ªa completo en el cargo, tanto referidas al n¨²mero de asistentes al acto inaugural de su mandato como a los medios de comunicaci¨®n, a los que acus¨® de haber fabricado su pol¨¦mica con la CIA. Tambi¨¦n insisti¨® en que fue contrario a la guerra de Irak desde el principio, cuando las declaraciones de la ¨¦poca muestran que no tom¨® una posici¨®n hasta mucho despu¨¦s.
La mayor parte de estas cuestiones son muy f¨¢ciles de comprobar y rebatir, pero eso no arredra a Trump. Esa osad¨ªa es, y fue durante la campa?a electoral, una se?a de identidad trumpiana de la batalla de la comunicaci¨®n. El domingo tom¨® una nueva dimensi¨®n. Cuestionada por las cifras de asistentes, la asesora presidencial Kellyanne Conway respondi¨® a un periodista: ¡°No seas tan exagerado, Chuck. Est¨¢s diciendo que es una mentira, y ellos est¨¢n dando¡ Nuestro jefe de prensa, Sean Spicer, dio hechos alternativos a eso¡±.
Una cata de la era del relato alternativo tuvo que ver con el caso del espionaje. Desde que los servicios de Inteligencia estadounidenses empezaron a acusar a Rusia de estar detr¨¢s de los ciberataques durante las elecciones, y especialmente desde que determinaron que el objetivo del Kremlin era favorecer a Trump, el presidente estadounidense no dej¨® de poner en duda su fiabilidad, acusarles de estar politizados y, en ocasiones, burlarse de ellos. No lo hizo en reuniones privadas ni conversaciones robadas por un micr¨®fono indiscreto, sino en su propia cuenta de la red social Twitter o en declaraciones a medios.
Pero el pasado s¨¢bado, en su visita a la CIA, culp¨® a esos mismo medios de haber creado la pol¨¦mica, pese a todas las pruebas documentales en contra. ¡°Julian Assange dice que ¡®un chaval de 14 a?os podr¨ªa haber hackeado a Podesta¡¯. ?Por qu¨¦ tuvo tan poco cuidado el Partido Dem¨®crata? ?Adem¨¢s dijo que los rusos no le dieron la informaci¨®n!¡±, tuite¨® Trump el pasado 4 de enero, confiri¨¦ndole m¨¢s credibilidad al fundador de Wikileaks, que public¨® las informaciones negativas para la campa?a de Clinton.
El d¨ªa anterior ya les hab¨ªa acusado de mentir. ¡°El briefing de ¡®inteligencia¡¯ sobre el llamado ¡®hackeo ruso¡¯ ha sido retrasado hasta el viernes, quiz¨¢s necesiten m¨¢s tiempo para construir su caso. ?Muy extra?o!¡±, escribi¨® Trump en Twitter, cargando intenci¨®n en el entrecomillado ¡°inteligencia¡± y ¡°hackeo ruso¡±. El 11 de enero, cuando varios medios publicaron informaciones acerca de un informe que sostiene que Mosc¨² podr¨ªa tener informaciones comprometedoras contra ¨¦l, Trump estall¨® en la misma red social: ¡°Las agencias de inteligencia no deber¨ªan haber permitido que estas ¡®noticias falsas¡¯ se filtraran al p¨²blico. ?Vivimos en la Alemania nazi?¡±.
Pero este s¨¢bado, ante el personal de la CIA, dijo que lo primero que hac¨ªa era visitarles porque los periodistas se encontraban ¡°entre la gente m¨¢s deshonesta de la tierra y han hecho creer que yo estoy enfadado con el personal de Inteligencia¡±.
Tambi¨¦n arroj¨®, al igual que el nuevo jefe de comunicaci¨®n de la Casa Blanca, Sean Spicer, una bater¨ªa de datos que no se ajustan a la realidad sobre su toma de posesi¨®n. Trump ha ganado las elecciones presidenciales del pa¨ªs m¨¢s poderoso del planeta, podr¨ªa darle igual que su acto de investidura hubiese resultado m¨¢s o menos multitudinario que el de su predecesor, pero al empresario neoyorquino le gusta ganar en todo.
As¨ª se entiende que Spicer asegurara que se reuni¨® ¡°al mayor p¨²blico en cualquier inauguraci¨®n, punto, tanto en persona como alrededor del mundo¡±. Pero no es as¨ª ni lo uno ni lo otro: dijo que 420.000 personas tomaron el metro de la ciudad ese d¨ªa, frente a 317.000 en la inauguraci¨®n de Barack Obama, pero las cifras de la red transportes, citadas por The Washington Post, hablan de 570.557 viajes del pasado viernes, frente a los 1,1 millones con Obama en 2009 y los 782.000 de su segundo mandato, en 2013. Tampoco son ciertos los datos de espectadores por televisi¨®n: seg¨²n datos de Nielsen, lo siguieron 30,6 millones de personas, siete millones menos que con Obama.
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