El Hitler yanqui
Al igual que el F¨¹hrer prob¨® sus armas en Espa?a, Trump usa a M¨¦xico como laboratorio
"Os dieron a escoger entre el deshonor y la guerra¡ Escogisteis el deshonor, y ahora tendr¨¦is la guerra". Winston Churchill.
Cuando Hitler orden¨® a la Luftwaffe, a cargo de Hermann Goering, obviamente a invitaci¨®n de Franco, el despiadado bombardeo de ciudades, pueblos y puertos espa?oles, el presidente Juan Negr¨ªn envi¨® una serie de misiones diplom¨¢ticas a Par¨ªs para pedir auxilio. Tanto el Gobierno franc¨¦s como el ingl¨¦s desecharon dichas peticiones angustiosas, muy a pesar de haber sido advertidos por Espa?a, que de no detener oportunamente al F¨¹hrer, las bombas de la aviaci¨®n alemana muy pronto caer¨ªan sobre Par¨ªs, Londres, ?msterdam y Bruselas entre otras capitales m¨¢s. El miedo paraliz¨® a los l¨ªderes europeos incapaces de contener la furia teutona hasta que el planeta, no solo Europa, se convirti¨® en astillas.
La historia nos ense?a la pertinencia de controlar a tiempo, con coraje y audacia, a los l¨ªderes mundiales que pueden significar aut¨¦nticas amenazas planetarias. Churchill supo entender a cabalidad las verdaderas intenciones de Hitler y, por supuesto, descart¨® la validez de los tratados de M¨²nich, mediante los cuales Chamberlain crey¨® haber logrado la paz. Claro que escogi¨® el deshonor y por supuesto que tuvo la guerra. El primer ministro Justin Trudeau, fiel a la tradici¨®n inglesa, propia de ¡°la p¨¦rfida Albi¨®n¡±, abandon¨® a su suerte al Gobierno mexicano, que buscaba una negociaci¨®n de beneficios comunes en la apertura del Tratado de Libre Comercio. Trudeau se aline¨® cobardemente con Trump sin imaginar que en su momento el jefe de la Casa Blanca, un hombre resentido y rencoroso, lleno de odio, que sufre de severos retrasos emocionales, un presidente que se maneja por prontos, acostumbrado a satisfacer todos sus caprichos, tarde o temprano habr¨¢ de enfrentar a Canad¨¢ en una asfixiante soledad.
Trump, como sostiene con toda raz¨®n Chopra, representa la parte m¨¢s obscura de todos nosotros y, por lo tanto, sacar¨¢ lo peor de los antiguos aliados, socios o enemigos de los Estados Unidos, de la misma manera que Hitler sac¨® lo peor de los alemanes y, como prueba de lo anterior, estall¨® la II Guerra Mundial y ejecut¨® el infernal holocausto con un costo conjunto de m¨¢s de 60 millones de muertos. El electorado norteamericano nombr¨® como Comandante en Jefe del ej¨¦rcito m¨¢s poderoso del mundo a un menor de edad con severas deficiencias emocionales y mentales, un peligro para la humanidad, porque este peque?ito juega no solo con una pistola 45 cargada, sino con un temerario poder¨ªo nuclear que, de estallar, podr¨ªa mover el eje de la Tierra.
De la misma manera que Trump embosc¨® a los republicanos de su propio partido, los secuestr¨® y los va a destruir, de igual forma pretende emboscar, secuestrar y destruir a M¨¦xico, para intimidar posteriormente al resto de los pa¨ªses y adue?arse del mundo, no con una expansi¨®n territorial como la que intentaba Httler, sino mediante el acaparamiento de la mayor cantidad de dinero posible, la voracidad propia de una m¨¢quina tragad¨®lares, como si Estados Unidos fuera una gran empresa monop¨®lica dirigida por un administrador ¨²nico que es titular de la verdad absoluta.
En el libro La era de lo impensable, de Joshua Cooper, el autor sostiene que el capitalismo global incrementar¨¢ el abismo entre ricos y pobres y que una guerra internacional en contra del terror producir¨¢ terroristas mucho m¨¢s peligrosos de los conocidos. Trump va mucho m¨¢s all¨¢ del capitalismo global y ha declarado una guerra abierta al terror, exactamente lo contrario que requiere la humanidad para contar con la esperanza, paz, confianza y estabilidad.
Al igual que Hitler prob¨® sus armas en Espa?a y las potencias abandonaron a su suerte a la gran promesa republicana, en este caso, Trump, el Hitler yanqui, entiende a M¨¦xico como el laboratorio para advertirle al mundo lo que se le viene encima si no se acatan al pie de la letra sus instrucciones y deseos propios de un kamikaze que ya atac¨® a la CIA, al FBI, a la OTAN, a la prensa de su propio pa¨ªs, a M¨¦xico, a China, a los japoneses y a la Uni¨®n Europea, entre otras potencias e instituciones m¨¢s.
Amigos del mundo: no dejen solo a M¨¦xico porque ustedes ser¨¢n los siguientes¡
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