¡°Mam¨¢, t¨² sabes bien d¨®nde estoy¡±
V¨¦ronique Loute perdi¨® a su hijo, Sammy Djedou, ligado a los atentados de Par¨ªs, en un ataque de la coalici¨®n internacional contra el Estado Isl¨¢mico
¡°Tengo una mala noticia. Su hijo ha muerto en un ataque dirigido de la coalici¨®n. Tendr¨¢ m¨¢s detalles pronto¡±. La corta llamada de una funcionaria del Gobierno belga con mucha prisa y poca informaci¨®n fue para V¨¦ronique Loute, de 66 a?os, un punto y aparte en la historia que ha marcado su vida desde 2012. La historia de la radicalizaci¨®n de su hijo, Sammy Djedou, yihadista del Estado Isl¨¢mico (ISIS, por sus siglas en ingl¨¦s) muerto el pasado 4 de diciembre a los 27 a?os en Raqa (Siria) por el ataque de un dron.
EE UU lo incluye en la lista de 16 l¨ªderes del ISIS eliminados el a?o pasado por la coalici¨®n internacional que combate al grupo yihadista en Siria e Irak. "Un ataque a¨¦reo de precisi¨®n provoc¨® la muerte de tres l¨ªderes directamente involucrados en facilitar operaciones terroristas y el reclutamiento de combatientes extranjeros. Dos de ellos, Salah Gourmat y Sammy Djedou, participaron en la organizaci¨®n de los ataques terroristas del 13 de noviembre de 2015 en Par¨ªs", inform¨® el Pent¨¢gono en un comunicado nueve d¨ªas despu¨¦s de su muerte.
La primera sorpresa de los que conocen a V¨¦ronique es su aspecto. En las reuniones con otras madres de radicalizados que partieron a Siria para unirse al Estado Isl¨¢mico, su cabello rubio contrastaba con los velos isl¨¢micos y llamaba la atenci¨®n del resto de mujeres. ¡°Me preguntaban si era polic¨ªa¡±, sonr¨ªe. Lejos de su hijo desde que se marchara en 2012, V¨¦ronique solo era una madre desorientada ansiosa por relacionarse con otros padres en su situaci¨®n. Por eso cre¨® la asociaci¨®n Padres preocupados. "Tras la muerte de un amigo de mi hijo sent¨ª que nadie escuchaba a los padres de los que se marchaban a combatir en Siria. Nos mir¨¢bamos, habl¨¢bamos y llor¨¢bamos. Alg¨²n padre ven¨ªa, contaba su historia y no volv¨ªa. Otros se quedaban".
Sammy Djedou se cri¨® en un hogar cat¨®lico. A los siete a?os pidi¨® ser bautizado. Luego hizo la comuni¨®n y se confirm¨®. Tanto su madre como su padre, originario de Costa de Marfil, son cristianos y para ellos, la religi¨®n no es el centro de sus vidas. Ella va a la iglesia de vez en cuando, ¨¦l no. V¨¦ronique se implica en luchas sociales. Llevaba a su hijo, todav¨ªa un ni?o, a marchas antinucleares. Es una veterana de las protestas contra la guerra de Vietnam. "La polic¨ªa pegaba fuerte entonces. Me estudiaba el recorrido antes [de las protestas] para saber la forma de escapar".
A los 16 a?os, poco despu¨¦s del divorcio de sus padres, Sammy anuncia que es musulm¨¢n. V¨¦ronique, ahora jubilada y durante a?os educadora de menores con discapacidad, no vio venir su conversi¨®n al Islam, pero la acepta. "Su relaci¨®n con una familia del barrio deton¨® todo". Fruto de la separaci¨®n, V¨¦ronique se muda de casa. Sammy elige quedarse con su padre para no perder el contacto con su grupo de amigos. La visita de vez en cuando y estudia ¨¢rabe. La relaci¨®n es buena, pero aparecen los primeros s¨ªntomas de radicalizaci¨®n: trata sin ¨¦xito de convertirla al Islam y le afea que beba cerveza y que permita a su hermana, dos a?os menor que ¨¦l, no usar velo. Tampoco encuentra su sitio en el mundo laboral: recibe una ayuda de desempleo y compagina la inactividad con trabajos eventuales como mec¨¢nico.
Durante la primavera de 2012 hace las maletas y desaparece. V¨¦ronique avisa a la polic¨ªa, que no se inquieta demasiado por la marcha de un adulto de 23 a?os. La masacre de Bataclan no hab¨ªa sucedido. Ni los atentados del 22M en Bruselas. El fen¨®meno de los retornados de Siria, ahora una de las grandes inquietudes de las fuerzas de seguridad europeas, no exist¨ªa. La madre busca alguna pista sobre su paradero entre los amigos de su hijo hasta que unas semanas despu¨¦s uno de ellos va a verla. "Esta tarde te va a llamar a este m¨®vil", le dice poniendo el aparato sobre la mesa. Sammy lo hace y le cuenta que est¨¢ en Turqu¨ªa. Trabaja en un proyecto humanitario. Miente. V¨¦ronique baja a un ciber caf¨¦ cercano cada semana para hablar con ¨¦l por Skype. Largas conversaciones de m¨¢s de una hora a veces interrumpidas por 10 minutos de rezo.
Nunca concreta donde est¨¢ pero se hace una idea por los prefijos; +90, Turqu¨ªa; +963, Siria. Mientras, la guerra se recrudece y las autoridades ¡ªahora s¨ª¡ª empiezan a preocuparse ante las noticias de j¨®venes que se marchan a combatir fuera: 457 belgas se han enrolado en las filas yihadistas en Siria o Irak, seg¨²n un informe del Ministerio de Interior del pasado a?o. Sammy, un bruselense educado en la gris¨¢cea capital de Europa, es uno de ellos. Las sospechas se vuelven certezas.
¡ª?Est¨¢s en el Estado Isl¨¢mico?
¡ª Mam¨¢, t¨² sabes bien d¨®nde estoy.
"No quiso pronunciar ese nombre", afirma V¨¦ronique. Su paso por los plat¨®s de televisi¨®n para denunciar la marcha de j¨®venes como su hijo a Siria irrita a Sammy. "Me dec¨ªa 'mam¨¢ deja de contar mi vida'. Creo que algo se remov¨ªa en su interior al recordar su pasado despu¨¦s del lavado de cerebro que les hacen". En agosto de 2015, Sammy corta la comunicaci¨®n alegando razones de seguridad que se revelar¨ªan prof¨¦ticas: "Me dijo: mam¨¢, es demasiado peligroso. No podemos hablar m¨¢s. Hay drones. Los veo pasar y si abro mi m¨®vil pueden localizarme y hacerme saltar por los aires".
Las autoridades no le dieron informaci¨®n sobre qu¨¦ estaba haciendo su hijo cuando un dron lo mat¨® el 4 de diciembre, pero seg¨²n sus propias fuentes, los tres yihadistas circulaban en coche en el momento del ataque. "No s¨¦ qu¨¦ habr¨¢ sido de su cuerpo. No creo que quede nada. Con un ataque as¨ª debe haberse desintegrado. Esfumado en la naturaleza. Una muerte instant¨¢nea en la que no creo que haya sufrido. Pap. Muerto".
V¨¦ronique dice haber recibido la noticia con dolor. Hundida durante d¨ªas. Pero la ausencia de temblor en su voz al hablar de la muerte de su hijo delata a?os de desesperanza. De haber asumido que nunca volver¨ªa a verlo. "No me siento culpable. Estoy enfadada porque las autoridades debieron haberlo evitado. Los turcos dejaron abierta su frontera".
"A veces me pregunto: ?qu¨¦ he hecho mal?"
La presencia de Sammy Djedou permanece en su casa, ubicada en un barrio de clase media de Bruselas en el que V¨¦ronique convive con su discreta hija Nelle y cuatro gatos. En la estanter¨ªa, junto a los libros sobre radicalismo isl¨¢mico con los que trata de comprender mejor el fen¨®meno que atrap¨® a su hijo, reposa el Cor¨¢n que le regal¨® y apenas ha hojeado. En la pared, un dibujo de V¨¦ronique junto a la t¨ªa de Sammy que hizo cuando era ni?o. "Es mi favorito". En una carpeta, m¨¢s dibujos, esta vez de Dragon Ball y las Tortugas Ninja. Tambi¨¦n otro de la familia al completo el d¨ªa de la boda de sus padres. "A veces me pregunto: ?qu¨¦ he hecho mal para que mi hijo llegara a ese punto? Mi padre era un m¨¦dico conocido y un gran humanista. Yo siempre he sido pacifista".
Los recuerdos de tiempos mejores aparecen en su memoria. "Un d¨ªa fui a recogerlo a la escuela y me dijo: mam¨¢, ?sabes que la televisi¨®n ha venido al colegio? Me han preguntado por qu¨¦ ven¨ªa a clase y he dicho que para aprender c¨¢lculo y franc¨¦s. Ese d¨ªa todas las madres ten¨ªan envidia porque hab¨ªan sacado a mi hijo y no al suyo. Al llegar a casa grabamos el programa y lo vimos repetido toda la tarde. En bucle".
La falta de explicaciones de las autoridades belgas durante los cinco a?os en que pidi¨® insistentemente informaci¨®n sobre su hijo es una de sus grandes frustraciones. V¨¦ronique no sabe si ha llegado a matar. "Si como dicen los americanos particip¨® en la organizaci¨®n de los atentados de Par¨ªs, es como si hubiera matado", dice.
Su mayor preocupaci¨®n ahora son sus dos nietos, menores de tres a?os, que presuntamente siguen en territorio del Estado Isl¨¢mico junto a su madre, Miriam. "Voy a ir a Par¨ªs, a la Cruz Roja, por si pueden ayudarme a encontrarlos, pero el Estado Isl¨¢mico nunca me dar¨¢ la oportunidad porque son futuros combatientes potenciales". ?C¨®mo se llaman? "Mohamed y Al Baghdadi".
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