La guerra volvi¨® a Nayarit
21 muertos despu¨¦s, el peque?o estado del Pac¨ªfico mexicano trata de explicarse qu¨¦ ha pasado en los ¨²ltimos d¨ªas. El fiscal se?ala cinco asesinatos como detonante de la operaci¨®n de la Marina
Les ataron cartulinas al pecho, a las piernas. Usaron cinta negra de aislar. Los asesinos escribieron el mismo mensaje para todos: ¡°Esto le pasar¨¢ a los que vendan sin permiso. Lleg¨® la limpia mazatleca¡±. Algunos aparecieron maniatados. Y todos, primero el de Ruiz, luego el de Santiago Ixcuintla, m¨¢s tarde los dos de Tuxpan y por ¨²ltimo el de Tecuala, todos, ten¨ªan el tiro de gracia.
El mi¨¦rcoles pasado, el narco volvi¨® a matar en Nayarit, un tranquilo estado en la costa del Pac¨ªfico mexicano. Hac¨ªa seis a?os que no se ve¨ªan asesinatos as¨ª. Bisagra entre Sinaloa y Jalisco, feudos de los grandes grupos criminales del pa¨ªs, Nayarit pasaba los a?os viendo como el turismo florec¨ªa en el litoral. Las masacres de 2010 y 2011 parec¨ªan lejanas, un recuerdo olvidado bajo el pavimento rutilante de la nueva autopista que llena las playas de turistas de Guadalajara.
Pero el mi¨¦rcoles la guerra volvi¨®. Las v¨ªctimas de la limpia mazatleca ser¨ªan solo las primeras: apenas dos d¨ªas m¨¢s tarde los muertos ya sumar¨ªan 21.
Los cinco ejecutados provocaron la reacci¨®n de las Fuerzas Armadas, que localizaron y mataron al l¨ªder de Los Mazatlecos, una banda criminal que estuvo al servicio del Cartel de los Beltr¨¢n Leyva. Los Mazatlecos dominaban Nayarit y peleaban por el control del sur de Sinaloa, sobre todo del Puerto de Mazatl¨¢n. La intervenci¨®n del Ej¨¦rcito y la Marina truncaron sus planes de expansi¨®n. Adem¨¢s del capo, Francisco Patr¨®n, alias el H2, murieron tambi¨¦n el segundo al mando y once sicarios. Otro huy¨®. Todos eran mayores de edad.
Los tel¨¦fonos
¡°Hubo mucha actividad de tel¨¦fono este mi¨¦rcoles¡±, explica a EL PA?S el fiscal del Estado de Nayarit, Edgar Veytia. ¡°Esa actividad permiti¨® georreferenciarlos y localizarlos y ya el jueves les ca¨ªmos. Yo estaba all¨ª cuando reventaron la puerta¡±.
Hac¨ªa tres meses que la Marina Armada de M¨¦xico segu¨ªa la pista de Los Mazatlecos. El H2 y su banda eran objetivos prioritarios del Gobierno federal. Ten¨ªan interceptadas sus comunicaciones y aquel d¨ªa usaron demasiado sus tel¨¦fonos.
El jueves por la tarde, efectivos de la Unidad de Operaciones Especiales de la Marina, UNOPES, llegaron a la colonia Lindavista de Tepic, la capital del estado. De clase media, la colonia Lindavista yace en las faldas del cerro San Juan, la barrera natural entre la capital de la costa. Elementos de la fiscal¨ªa estatal comandados por el fiscal Veytia acompa?aron a los marinos, adem¨¢s de militares y polic¨ªas estatales.
Entre todos rodearon el predio, una casa coronada por dos c¨²pulas blancas, con patio y piscina. Las autoridades cubrieron todas las salidas, la calle Mississippi, la principal, que llega al libramiento; las calles Cardenal y Monte Everest, que limitan al oeste y al este las salidas de la casa. Los dem¨¢s llegaron a la puerta. Cuando la reventaron, el fiscal dice que les respondieron a balazos. Los marinos contestaron y pidieron apoyo a¨¦reo. Ser¨ªan entre las 18.30 y las 19.00. Minutos m¨¢s tarde, el helic¨®ptero de la Armada se asom¨® al predio y abri¨® fuego.
No hay precedentes de un operativo as¨ª en la historia reciente de M¨¦xico. Y si lo hay no se grab¨® en video. La Secretar¨ªa de Marina mand¨® un comunicado el viernes en que explicaba que hab¨ªa aplicado la fuerza ¡°debidamente¡±, aunque algunas voces se levantaron para criticar su actuaci¨®n.
Mientras tanto, la c¨¢mara de diputados podr¨ªa aprobar esta misma semana el proyecto de ley de seguridad interior, que regular¨ªa el actuar de las Fuerzas Armadas en tareas de seguridad p¨²blica.
Los vecinos
¡°Yo estuve en la tienda toda la tarde¡±, dice Juan Carlos Torres, de 22 a?os, que atiende un puesto de venta de perfumes en una casa de la calle Mississippi, entre Cardenal y Everest. ¡°Nadie me vino a avisar de lo que iba a pasar. Ni tampoco escuch¨¦ a nadie con un meg¨¢fono. Eran las seis cuando el helic¨®ptero empez¨® a dar vueltas. Todav¨ªa era de d¨ªa. Como a las 18.30 decidimos cerrar. Vimos que empezaban a llegar patrullas de la Marina. La cosa se puso tensa. Cerr¨¦ y fui a buscar a mi novia, que trabaja en Insurgentes, a cinco minutos de aqu¨ª. Cuando volv¨ªamos ya no nos dejaron pasar¡±.
¡°Mi pap¨¢ estaba en la tienda¡±, dice Mari¨¦n Crespo, que ayuda a su familia en su venta de abarrotes, que funciona en la esquina de las calles Cardenal y Mississippi. ¡°Yo iba para all¨¢, pero me llam¨® mi pap¨¢ y me dijo que no me acercara, que no hab¨ªa paso. Ser¨ªan como las siete. Ah¨ª me fui a casa. Est¨¢ cerca del libramiento, a dos cuadras de la tienda. Luego¡ H¨¢gase cuenta de que hab¨ªa mucho estruendo, ?as¨ª se dice?¡±
Mari¨¦n cuenta tambi¨¦n que las autoridades pasaron a avisar a su pap¨¢ de lo que estaba a punto de pasar. Ning¨²n otro vecino de la docena que entrevist¨® EL PA?S alrededor del predio dice lo mismo.
Evelyn Jim¨¦nez, ingeniera civil de 32 a?os, trabaja en una casa a cuadra y media del lugar. ¡°Como a las 18.30, empezamos a escuchar el helic¨®ptero. Pensamos que era el de la fiscal¨ªa, ?son los ¨²nicos que tienen! Luego, como a las 19.00, salimos y ya nos fuimos. Sospechamos que algo iba a pasar, porque vimos que el helic¨®ptero era de la Marina¡ No, no nos vinieron a avisar de nada¡±.
¡°Llegamos a la casa del libramiento como a las 18.30, nada m¨¢s se ve¨ªa el helic¨®ptero¡±, dice un vecino que vive en la calle Monte Everest. ?l, igual que los que siguen, prefiri¨® no dar su nombre. ¡°Pas¨® media hora, cuarenta minutos y cuando empez¨® el ruido nos metimos todos a un cuarto. Nadia hab¨ªa venido a avisarnos. Hab¨ªa mucho ruido, muchos balazos¡±.
¡°Yo pens¨¦ que el helic¨®ptero ven¨ªa a apagar el cerro¡±, dice un vecino de la calle Rey Nayar, una cuadra hac¨ªa arriba de Cardenal. ¡°Se estaba quemando ese d¨ªa. Pero no, cuando escuch¨¦ la balacera dije, ¡®ah, no¡¯. Ah¨ª sal¨ª a poner el candado a la puerta y vi el helic¨®ptero y ya c¨®mo empezaron los balazos. Ser¨ªan como las 19.30¡ No escuch¨¦ ning¨²n meg¨¢fono y tampoco vinieron a avisar¡±.
¡°Se lo dije al taquero, ¡®De haber sabido, saco un cafecito y una sillita¡±, cuenta un se?or que vive con su esposa y su hijo en la calle Rey Nayar. Su casa comunica con la calle Cardenal. La barda trasera figura a pocos metros del predio donde se enfrentaron marinos y sicarios. ¡°La verdad¡±, dice su hijo, carpintero, ¡°es que quedamos impresionados por la precisi¨®n¡±. Su padre dice que hubiera esperado un ¡®r¨ªndanse, somos la Marina¡¯ y el hijo contesta que en verdad -¨¦l lo vio- los otros dispararon primero. Desde el balc¨®n de la casa se ven perfectamente las c¨²pulas blancas y la alberca. ¡°Nuestro temor¡±, dice el hijo, ¡°es que catearan la casa y vinieran a robar. Eso pas¨® con la polic¨ªa una vez. Por eso todos los vecinos apagaron las luces, ?para no ser blanco fijo! Nosotros apagamos los ¨²ltimos¡±. El hijo dice que se asom¨® un rato desde arriba. ¡°Dispararon tres veces desde el helic¨®ptero. Vi las balas, iban con luz ?lo aluzaban todo! Se ve¨ªa como un rojo fluorescente. Ya no me qued¨¦ porque mi mam¨¢ se puso mal¡±.
El Ahuacate
Despu¨¦s de lo sucedido en la colonia Lindavista, los agentes de la fiscal¨ªa quedaron pendientes de los equipos de radiotransmisi¨®n. El H2, el objetivo principal, hab¨ªa ca¨ªdo en el predio junto a otros siete sicarios. No hab¨ªa heridos: todos hab¨ªan muerto.
De madrugada, gracias a las radios y a los tel¨¦fonos decomisados la tarde anterior, ubicaron otro convoy por Pantanal, cerca del aeropuerto, a las afueras de la ciudad. Eran seis. El fiscal Veytia dice que se les enfrentaron y ellos contestaron. Murieron cuatro. Los otros dos escaparon entre los ca?averales.
Durante el viernes, las autoridades miraron bajo las piedras. Registraron el hotel Fray Jun¨ªpero, en la plaza del centro, junto a la catedral; buscaron en el fraccionamiento Ciudad del Valle, uno de los primeros que se construyeron en la ciudad. Por ¨²ltimo, ya de noche, llegaron hacia al poblado del Ahuacate, a cinco minutos en coche de la colonia Lindavista.
El fiscal cuenta una historia parecida a las dos anteriores. Dos hombres en un carro ¡°agredieron¡± a las autoridades al sentirse perseguidos. Los uniformados ¡°repelieron¡± la agresi¨®n. As¨ª lleg¨® otro muerto. Tras m¨¢s de 48 horas de guerra ca¨ªa el H9, el segundo al mando de Los Mazatlecos. ?l y otro hombre hab¨ªan tratado de huir por una v¨ªa muerta de El Ahuacate, una brecha de piedra y tierra que mor¨ªa en el cerro San Juan. En el enfrentamiento, el H9 muri¨®. El otro huy¨® y no se ha vuelto a saber de ¨¦l.
El mismo viernes, los diarios locales informaron del hallazgo de tres cuerpos en un paraje a las afueras de Tepic. ¡°Presumimos que eran halcones¡±, dice el fiscal. ¡°Por la intervenci¨®n de la Marina, supongo que les dio miedo, dijeron que se quer¨ªan salir y a los otros no les pareci¨® y pues¡.¡±. Los cad¨¢veres aparecieron con balazos en la cabeza y el resto del cuerpo.
La guerra volvi¨® a Nayarit por unos d¨ªas. Cayeron 21 personas, una cuarta parte de las muertes violentas que registr¨® el estado en todo el a?o pasado.
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