Turbulencias investigativas
?Tanto les ara?¨® que Odebrecht mencionara a Keiko Fujimori y al Apra? Vayan acostumbr¨¢ndose
Para todo aquel con alguna experiencia en estos temas estuvo claro desde el principio que la investigaci¨®n de Lava Jato no solo significaba la promesa de descubrir y quiz¨¢ demoler los m¨¢s potentes c¨ªrculos de corrupci¨®n en Am¨¦rica Latina, sino un problema comparable al intentar ejecutar aquella.
Al cruzar fronteras hasta los mayores beneficios devienen eventualmente problem¨¢ticos. Si la informaci¨®n sobre el resto de Am¨¦rica Latina se produce, organiza y exporta desde Brasil, ?cu¨¢n completa es? ?Cu¨¢n detallados y eficaces fueron los interrogatorios? ?Cu¨¢n capacitados estuvieron los fiscales brasile?os? Adem¨¢s, ?qu¨¦ exigen los fiscales brasile?os a cambio de la entrega de informaci¨®n? Y del otro lado, ?cu¨¢n preparados est¨¢n los sistemas fiscales y judiciales de las naciones que reciben la informaci¨®n para procesarla debidamente? ?Cu¨¢n interesados est¨¢n en recibir toda esa informaci¨®n? ?C¨®mo reaccionan los poderosos grupos comprometidos frente a un proceso que puede significar su fin y que uno supondr¨ªa que no controlan?
El Per¨², una de las naciones que m¨¢s ha avanzado en la investigaci¨®n derivada de delaciones brasile?as, ya muestra varios problemas en su desarrollo. La ¨²nica compa?¨ªa que hasta ahora ha realizado algunas delaciones, parciales e incompletas pero delaciones al fin, es Odebrecht. Y ha sido la m¨¢s castigada. Las que no han hablado no enfrentan problemas ni lejanamente comparables. El est¨ªmulo para seguir delatando solo ser¨ªa eficaz entre masoquistas militantes.
Hay un grupo peque?o, pero interesante de procesados: dos gobernadores regionales ahora en c¨¢rcel; un expresidente (Alejandro Toledo) es hoy pr¨®fugo de la justicia peruana, aunque vive sin problemas en Estados Unidos. Otro expresidente, Ollanta Humala, enfrenta la acusaci¨®n, delaci¨®n de por medio, de Odebrecht, de haberle entregado tres millones de d¨®lares en 2010 cuando era candidato a la presidencia. Humala niega eso, como niega la avalancha de otras acusaciones (alguna muy grave) por las que le han abierto varios procesos.
Sobre el expresidente Alan Garc¨ªa no ha emergido ninguna informaci¨®n de las delaciones premiadas transmitidas al Per¨². Tampoco sobre el encarcelado expresidente (y dictador) Alberto Fujimori. Los Gobiernos de ambos estuvieron repletos de contratos (incluidos grandes sobrecostos) con las empresas brasile?as, especialmente Odebrecht.
Es verdad que las revelaciones en las investigaciones son con frecuencia asim¨¦tricas. Pero no hace ning¨²n da?o constatar tambi¨¦n la asimetr¨ªa de poder entre los acusados y los no acusados en el caso. El poder de Toledo y el de Humala son casi nulos. Su coeficiente de intimidaci¨®n es cercano a cero. Su capacidad de respuesta es tan considerable como la de la pi?ata en un caso y un punching ball en el otro. Garc¨ªa, de otro lado, mantiene una importante influencia en los aparatos judiciales y fiscales y su coeficiente intimidatorio es relativamente alto. El fujimorismo tiene una m¨¢s que holgada mayor¨ªa en el Congreso y avasallado al Ejecutivo, al que humilla un d¨ªa s¨ª y el otro tambi¨¦n; sus portavoces son simult¨¢neamente zafios y agresivos. Pocos son los bur¨®cratas (y no bur¨®cratas) que se meten con ellos.
En ese marco, un grupo de tres fiscales peruanos viaj¨® a Curitiba hace pocos d¨ªas, a interrogar a Marcelo Odebrecht sobre los tres millones de d¨®lares que entreg¨® a Humala el 2010. Tambi¨¦n viajaron dos abogados de Humala.
En Curitiba, los procuradores brasile?os, que dirigieron la declaraci¨®n, exigieron a los fiscales peruanos firmar un acta en la que se comprometen a no procesar en forma alguna ni a Odebrecht ni a nadie relacionado con sus corporaciones por lo que este pudiera decir. Fue un acta severa y limitante, pero, aunque discutible, quiz¨¢ necesaria.
Luego, durante el interrogatorio, Odebrecht repiti¨® haber dispuesto la entrega de los tres millones (a pedido del exministro Antonio Palocci), pero no haber verificado si se entreg¨® o no. Tambi¨¦n dijo luego, sin que se lo preguntaran, que su pol¨ªtica era apoyar a todos los candidatos y mencion¨® a la entonces candidata Keiko Fujimori y al Apra, el partido de Garc¨ªa. Hubo diferencias en la memoria de los asistentes sobre lo enf¨¢tico o condicional de esa declaraci¨®n, pero todos coincidieron en que a?adi¨® que no pod¨ªa probar nada y que el ¨²nico que pod¨ªa hacerlo era su exsuperintendente Jorge Barata.
Yo segu¨ª, gracias a diversas fuentes, el interrogatorio desde Lima. Consegu¨ª luego una copia del acta previa, que no tuvieron ni fiscales ni abogados, cruc¨¦ los datos, los verifiqu¨¦ y escrib¨ª la nota ¡°Interrogatorio en Curitiba¡±, donde publiqu¨¦ el acta y la versi¨®n no solicitada de Marcelo Odebrecht.
La repercusi¨®n de la nota fue r¨¢pida, fuerte y, por la t¨ªpica sobreexcitaci¨®n lime?a, no siempre exacta. En la tarde del mismo d¨ªa, el Ministerio P¨²blico sac¨® un comunicado que subrayaba la reserva de esa diligencia y lamentaba ¡°algunas versiones de la prensa que no se ajustan a la verdad¡±.
Ese supuesto desmentido bast¨® para que se desencadenara una avalancha de fren¨¦ticos insultos, sobre todo a trav¨¦s de las redes digitales, por fujimoristas y apristas, con tonos e intensidades calcados de lo m¨¢s infame de la prensa chicha, de ataque, de los tiempos de Vladimiro Montesinos.
Respond¨ª, por supuesto. Saber defenderse debe ser parte indispensable de la formaci¨®n de todo periodista de investigaci¨®n en Am¨¦rica Latina. En la respuesta no pude evitar preguntarles: ?tanto les ara?¨® que Odebrecht hubiera mencionado a Keiko Fujimori y al Apra? Pues vayan acostumbr¨¢ndose, les dije, porque vendr¨¢ mucho m¨¢s.
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