Kagame, reelegido presidente de Ruanda por otros siete a?os
La Comisi¨®n Electoral anuncia que el exmilitar tutsi se ha hecho con su tercer mandato en el pa¨ªs africano
El presidente de Ruanda, Paul Kagame, ha renovado este viernes su mandato al frente del pa¨ªs tras hacerse con el 98,66 % de los votos con el 80% escrutado, una amplia mayor¨ªa que le permitir¨¢ continuar en el poder m¨¢s all¨¢ de los 17 a?os que ya lleva en el cargo. "Est¨¢ claro que el presidente Paul Kagame, que ha obtenido un 98,66 de los votos, se encuentra a la cabeza", ha indicado la presidenta de la Comisi¨®n Electoral, Kalisa Mbanda.
Kagame part¨ªa como gran favorito debido a las trabas que ha encontrado la oposici¨®n para lanzar un candidato que realmente desafiara su dominio. Una vez ganados los comicios, el actual dirigente de Ruanda podr¨ªa extender su mandato hasta 2034, lo que supondr¨ªa casi 40 a?os de gobierno al frente de la naci¨®n africana, casi en la l¨ªnea del nonagenario Robert Mugabe de Zimbabue.
La victoria de Kagame ya se daba por descontada, incluso antes de que se produjera. A las ocho de la ma?ana de este viernes, Antoinette y su novio Ginger se apretaban una Primus m¨¢s, una de las cervezas m¨¢s famosas en Ruanda, en el barrio de Kimuhurura, en Kigali. Ven¨ªan de votar. La marca de tinta en la u?a del dedo me?ique de la mano les delataba. La noche del jueves, v¨ªspera de las elecciones, la capital era una fiesta y cientos de veintea?eros y treinta?eros celebraban un fin de semana que comenzaba antes de tiempo. Y la mejor manera de aprovechar este d¨ªa festivo era ser de los primeros en ejercer el derecho al voto para escapar del cemento. Una ciudad en construcci¨®n y que no avisa del espasmo que produce la burbuja del ladrillo, tambi¨¦n aqu¨ª. Pero al mismo tiempo es una urbe terminada y cincelada a base de pasos de cebras y rotondas que compiten por ser las que mejores acabados de jardiner¨ªa y sistemas de riego tienen en toda la regi¨®n de ?frica del Este. Las gr¨²as perfilan el horizonte que zigzaguea entre casas nobles o viviendas con techos de zinc, y la venta ambulante apartada de las calles c¨¦ntricas se ha convertido en algo ex¨®tico para los propios habitantes de Kigali.
Los colegios electorales daban la bienvenida con un p¨®rtico engalanado con los colores de la bandera nacional verde, azul y amarillo, una mesa de sonido y altavoces con los graves saturados. Una estampa que se repet¨ªa en todas las sedes donde la poblaci¨®n estaba llamada a votar en esta tierra de colinas. ¡°En Europa le dec¨ªs la fiesta de la democracia, pero que yo sepa, all¨ª no ten¨¦is m¨²sica para ambientar, ?no?¡±, apostillaba el d¨²o Florentine y Germaine encargados de amenizar el caluroso d¨ªa con rumba congolesa y cl¨¢sicos nacionales en el distrito de Karongi. Moqueta con s¨ªmbolos arabescos, globos en las ventanas, guirnaldas y cestas de mimbres t¨ªpicas del pa¨ªs simulaban peque?os altares donde un equipo de monaguillos de la Comisi¨®n Electoral de Ruanda se doctoraba en explicar a m¨¢s de uno c¨®mo doblar la papeleta. Algunos se descalzaban para no ensuciar el decorado y otros esperaban su turno fuera con paraguas coloridos que apaciguaban el calor.
En el cuidado vecindario de Rugunga, Paul Kagame aparec¨ªa antes de las 11 horas, con chaqueta azul oscuro, camisa desabrochada y bromeando. Sus caracter¨ªsticas y gruesas gafas de pasta no imped¨ªan detectar que sus 17 a?os al frente del pa¨ªs le han pasado factura. Su mujer, Jeannette Kagame, le segu¨ªa de cerca con una falda de flores y la mirada clavada en la urna de pl¨¢stico que presid¨ªa la habitaci¨®n. ¡°Es nuestro mes¨ªas¡±, murmuraba Karine mientras documentaba la escena con su iPhone. A pesar de sus 54 a?os, estas eran sus primeras votaciones en Ruanda. ¡°Tuve que huir durante el genocidio y durante m¨¢s de 35 a?os he estado en Canad¨¢¡±. Una realidad que durante la jornada sobrevolaba las calles: las heridas de las v¨ªctimas de la historia negra de esta naci¨®n contin¨²an supurando despu¨¦s de 23 a?os. Sin embargo, la narrativa impuesta por Kagame del ¡°ser ruand¨¦s¡± por encima de hutu o tutsi comienza a enraizar en las nuevas generaciones, aquellas nacidas despu¨¦s de 1994.
En el mercado de Kimirongo, conocido por la alquimia perfecta que cada d¨ªa desarrolla con la venta de telas africanas, comida y zapateros que remiendan lo imposible, aparec¨ªa inerte. A dos horas del cierre de los colegios electorales, anunciaban que el 80% ya hab¨ªa votado y las calles estaban desiertas. Pero all¨ª, en una peque?a esquina y con un pincel que amasaba los pocos pelos contra un peque?o lienzo, Julian remataba una obra de arte: un astronauta negro sobrevolando el contorno de Ruanda. ¡°Los ruandeses somos de otro mundo y no nos damos cuenta. Por eso intento explicar que si conseguimos salir de nuestro ombliguismo podr¨ªamos ser mucho mejores¡±. La met¨¢fora de Julian se observaba en la puerta del famoso Hotel de las Mil Colinas. La belleza del pa¨ªs es contemplada por bolsillos acaudalados que se afanan por experimentar y presenciar de cerca c¨®mo viven algunos de los ¨²ltimos gorilas del mundo en las monta?as del Virunga. Un grupo de todoterrenos verdes se preparaban para regalar este postre, siempre goloso, a un grupo de turistas coreanos, alemanes y estadounidenses. Son las 15.00 horas. y las urnas se cierran hasta dentro de otros siete a?os. El destino para los 12 millones de ruandeses se sabr¨ªa en unas horas.
El panorama tranquilo cambi¨® de tercio entrada la noche en el cuartel general del Frente Patri¨®tico Ruand¨¦s (FPR) en Rusororo. Con el 40% escrutado a las 23.30 horas. Paul Kagame entraba con ritmo pausado escoltado por miles de personas que bailaban los ¨¦xitos de artistas que cantaban en directo como Christopher, Riderman, Dream Boyz, King James o Kitoko. La fiesta ya hab¨ªa comenzado. Los colores del partido rojo, blanco y azul escoltaban un recinto de unas dimensiones extraordinarias, un ejemplo de la fuerza pol¨ªtica y econ¨®mica del FPR durante las ¨²ltimas dos d¨¦cadas. Las banderas ondeaban pasando de mano en mano y manteniendo el ritmo de lo que se convirti¨® en una discoteca al aire libre. Nadie quer¨ªa irse. Solo los opositores Habineza y Mpayimana acabaron antes de tiempo la jornada. Con los resultados provisionales, ha decidido apostar, de nuevo, por el casi sexagenario l¨ªder que tendr¨¢ que afrontar en primer orden, el reto de la diversificaci¨®n de la econom¨ªa. La partida contin¨²a.
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