La cena de amigos que acab¨® con los dos comensales muertos en Francia

Los platos y cubiertos segu¨ªan cuidadosamente colocados sobre la mesa cubierta con un mantel a cuadros blancos y rojos dispuesta en la terraza ajardinada de la casa de Lucien Perrot, de 69 a?os. A P¨¦p¨¨re, como le llamaban todos, le gustaba cocinar para sus amigos. Sobre todo para Olivier Boudin que, aunque ten¨ªa una treintena de a?os menos, se contaba entre sus amistades m¨¢s estrechas. La noche del 3 de agosto hac¨ªa buen tiempo y P¨¦p¨¨re prepar¨® para Olivier un buen chulet¨®n de ternera en la barbacoa, un men¨² regado con abundante vino y acompa?ado ¡ªesto es Francia¡ª de queso camembert y una baguette. No llegaron a dar cuenta de todos los manjares.

A la ma?ana siguiente, una vecina de P¨¦p¨¨re, al abrir las compuertas de su ventana, vio a Olivier. Estaba tumbado de espaldas sobre el suelo y parec¨ªa dormido. Como la vecina hab¨ªa escuchado m¨²sica de la fiesta la noche anterior, no se inquiet¨®, relat¨® al diario Le Parisien. Algo m¨¢s tarde, al pasar de nuevo por delante de la casa, vio a Lucien, doblado sobre s¨ª mismo, todav¨ªa sentado ante la mesa. Sigui¨® sin preocuparse, convencida de que estaba ante la evidencia de que los dos amigos se hab¨ªan dado una buena fiesta y estaban durmiendo la mona. Pero cuando lleg¨® el mediod¨ªa, preocupada por que a la resaca pudiera unirse una insolaci¨®n, la vecina se acerc¨® para despertarlos. Ah¨ª se dio cuenta de que pasaba algo mucho m¨¢s grave.

¡°Grit¨¦ ?Lucien, Olivier! En vano¡±, contaba d¨ªas m¨¢s tarde, todav¨ªa acongojada. Al acercarse, vio que ninguno respiraba y dio la voz de alarma. Aun as¨ª, la placidez de la escena hac¨ªa dif¨ªcil asumir que lo peor hab¨ªa ocurrido. ¡°Era muy curioso, sus caras estaban apacibles, daban realmente la impresi¨®n de que dorm¨ªan¡±, recordaba tambi¨¦n el alcalde del pueblo, Patrice Leriget. Hasta el punto, se?al¨®, de que uno de sus amigos lleg¨® a lanzar un cazo de agua sobre la cara de Olivier para que se despertara. No lo consigui¨®. Tanto Olivier como P¨¦p¨¨re hab¨ªan muerto en alg¨²n momento de la noche, en plena cena, como demostraba el hecho de que los platos y las viandas siguieran dispuestos a su alrededor.

La polic¨ªa descart¨® de inmediato una agresi¨®n porque no hab¨ªa se?ales de violencia. R¨¢pidamente se estableci¨® tambi¨¦n que ambos hombres ¡°parec¨ªan haber muerto de forma simult¨¢nea¡±. Pero faltaba el c¨®mo. Los especialistas que acudieron a la escena de lo que se lleg¨® a sospechar podr¨ªa ser una muerte por envenenamiento ¡ªfortuito o no¡ª, una intoxicaci¨®n alimentaria o incluso un suicidio pactado, se llevaron muestras de la comida para analizarla.

Fue la autopsia la que, esta semana, aclar¨® la cadena de hechos que tuvieron el siniestro desenlace. Ni asesinato ni suicidio ni envenenamiento. Todo fue una terrible cadena de desgracias.

Lucien se atragant¨® con un trozo de filete cuando, pese a que ten¨ªa la dentadura en muy mal estado, intent¨® tragarse un pedazo de carne de 44 gramos. Su nivel de alcohol en la sangre, 2,45 gramos por litro, demuestra su alto grado de embriaguez en el momento del fatal mordisco. Olivier, aunque era mucho m¨¢s joven ¡ª38 a?os¡ª sufr¨ªa cardiomegalia, un aumento anormal del coraz¨®n que lo hac¨ªa mucho m¨¢s fr¨¢gil. Todo apunta a que no logr¨® superar el shock de ver c¨®mo su amigo se ahogaba hasta la muerte ante ¨¦l y sufri¨® una crisis cardiaca de la que tampoco pudo recuperarse. Tambi¨¦n ¨¦l hab¨ªa bebido en grandes cantidades. Para tener total certeza de que no se trata del crimen perfecto, el fiscal de la regi¨®n ha ordenado m¨¢s pruebas toxicol¨®gicas. Pero tal como describe la prensa francesa, el alto n¨²mero de botellas de vino y pastis (an¨ªs), as¨ª como las latas de cerveza que se hallaron en la vivienda se consolidan como una prueba m¨¢s de que la mala suerte es la principal responsable del final tan amargo de la cena de los amigos P¨¦p¨¨re y Olivier.