La ¨²ltima funci¨®n (Armero, Tolima)
'Amazona' dir¨¢ a los espectadores del mundo que los padres no dejan de ser hijos, pero tambi¨¦n que Colombia no ha cedido a la derrota a fuerza de narrarse
Hoy es la ¨²ltima funci¨®n de Amazona. Y el amoroso, terap¨¦utico, estupendo documental de Clare Weiskopf, que retrata pero tambi¨¦n revisa y recrea la relaci¨®n de la directora con su madre, es una prueba de que ¨Cluego de quince a?os de aquella ley que ha permitido a una generaci¨®n entera ensayar todos los g¨¦neros y todas las voces¨C se ha vuelto posible hacer aqu¨ª en Colombia un cine personal¨ªsimo que no le tema a la mirada de sus auditorios. Amazona est¨¢ cumpliendo a?os de ganarse a los p¨²blicos entrenados de los festivales, pero en los siete d¨ªas que acaban de pasar, en su primera y ¨²ltima semana de exhibici¨®n en las salas comerciales del pa¨ªs, ha puesto a hablar sobre las muchas caras de la maternidad a 10.000 espectadores de una sociedad en guerra acostumbrada al fantasma del ¡°padre ausente¡± y a la figura de la ¡°madre coraje¡±.
Clare Weiskopf documenta a su madre, la inglesa Valerie Meikle, como una mujer libre que ha sido lo que su vida le ha ido pidiendo en un mundo que no deja en paz sino a unos pocos: desde sus a?os de esposa entaconada de manual, en Armero, Tolima, hasta su viaje al coraz¨®n de las tinieblas de la Amazon¨ªa, la Meikle de la pel¨ªcula, Val, ha vivido seg¨²n su propio dios. Tuvo dos hijas con un abogado colombiano. Se cas¨® luego y tuvo un hijo y una hija m¨¢s ¨CClare¨C con un hippie ingl¨¦s al que se trajo a Cundinamarca. Pero desde el 13 de noviembre de 1985, cuando perdi¨® a su hija mayor en aquella avalancha de Armero que sepult¨® a veinte mil personas y sigue siendo una tragedia, su b¨²squeda se volvi¨® tambi¨¦n una soledad. Se fue por el r¨ªo Putumayo sin sus tres hijos. Sigui¨® siendo una madre, pero a su manera.
Y como la suerte de los hijos est¨¢ atada a la suerte de los padres, como puede a uno ¨ªrsele la vida repartiendo culpas como un hu¨¦rfano, Clare convierte su relaci¨®n con Valerie en una historia de amor mientras espera que su propia hija nazca.
Amazona, que se dispone a seguir su camino en los cine clubes y los canales de televisi¨®n, recrea de manera brillante pero simple ¨Cen el mejor sentido de la palabra¨C a una generaci¨®n de protagonistas que engendr¨® personajes secundarios: muestra a una madre de los sesenta ¡°m¨¢s grande que la vida¡± poniendo en pr¨¢ctica la teor¨ªa y presenta a una hija de los ochenta haciendo los paces con la abrumadora figura materna y descubriendo que su experiencia en la vida no ha sido prosaica. Pero adem¨¢s sucede en un pa¨ªs, Colombia, en donde ha sido lo com¨²n vararse en la Historia, confundir extranjeros con extraterrestres, dejarse llevar por un curioso antagonismo ¡°porque s¨ª¡± que nos ha hecho propensos a volcar nuestras frustraciones sobre los dem¨¢s, que nos ha hecho creer que existir es prevalecer, que ser otro es un fracaso.
Amazona tiene un plano final de gran pel¨ªcula: Clare Weiskopf tiene a su beb¨¦ reci¨¦n nacida sobre el pecho, feliz e iluminada, pero s¨®lo se acuerda de sonre¨ªr cuando su marido ¨Cel productor y el camar¨®grafo del documental: Nicol¨¢s van Hemelryck¨C le susurra ¡°sonr¨ªe¡¡±. Es escalofriante porque es verdad. Es esperanzador porque insin¨²a una nueva clase de padre de familia capaz de ser consueta, apuntador, en la trama de su esposa. Amazona no se deja llevar por la teor¨ªa una sola escena. No habla de ¡°la mujer¡± ni de ¡°la mujer en Colombia¡±, sino de un par de mujeres llenas de su propio amor por el mundo que consiguen ponerse a bailar porque eso es lo que importa. Pero no por nada sucede en el pa¨ªs de las madres solas, las avalanchas y las guerras que en esta d¨¦cada han dejado un mill¨®n de mujeres v¨ªctimas de violencia sexual: un mill¨®n.
Amazona dir¨¢ a los espectadores del mundo que los padres no dejan de ser hijos, pero tambi¨¦n que Colombia no ha cedido a la derrota a fuerza de narrarse.
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