El ¨ªcono del barrio de La Boca se mueve 57 a?os despu¨¦s
Buenos Aires reinaugura el transbordador que cruza el Riachuelo, uno de los ocho que quedan en el mundo
El ¨²ltimo censo argentino acusa que en la ciudad de Buenos Aires viven cerca de tres millones de personas, aunque durante el d¨ªa, ese n¨²mero se multiplica con los que se acercan a trabajar al centro urbano m¨¢s importante del pa¨ªs. El Riachuelo es el l¨ªmite geogr¨¢fico entre la capital y la provincia. El borde que contrasta dos culturas pero que est¨¢n unidas por la misma historia. Este jueves se reinaugur¨® el transbordador Nicol¨¢s Avellaneda, que a principios del Siglo XX, transportaba cerca de 17.000 personas por d¨ªa, hasta 1960, cuando estuvo a punto de ser desmontado y vendido como chatarra. En 1994, una movilizaci¨®n de vecinos comenz¨® a recuperarlo y Vialidad Nacional asumi¨® su reparaci¨®n, que llev¨® m¨¢s de cuatro a?os y demand¨® una inversi¨®n cercana a los 25 millones de pesos (cerca de 1.400.000 d¨®lares).
Se trata de una estructura con trazas de cobre que lo protegieron de la corrosi¨®n; una marca indeleble que inmortaliz¨® como nadie el pintor Benito Quinquela Mart¨ªn; el gran s¨ªmbolo de La Boca, el primer barrio obrero de Buenos Aires, pero tambi¨¦n de una isla que en t¨¦rminos geogr¨¢ficos se hizo parte de la ciudad, aunque no tanto en t¨¦rminos sociales, y que la gente conoce como la Maciel. Mide 77,5 metros de largo por 43,5 de alto y fue construido en Inglaterra por la f¨¢brica Earl of Dudley Steel. El traslado se realiz¨® a finales de 1900 y el presidente Roque S¨¢enz Pe?a lo inaugur¨® el 30 de mayo de 1914.
La estructura est¨¢ sostenida por ocho cilindros de hormig¨®n de cuatro metros de di¨¢metro cada uno, enterrados en el Riachuelo a 24 metros de profundidad. Soporta una carga de 978 toneladas. De ¨¦l cuelga una plataforma de 11 metros de largo por ocho de ancho, que puede trasladar a 30 personas. Es el ¨²nico de su tipo en Am¨¦rica y uno de los ocho que todav¨ªa prestan servicio en el mundo, junto con los de Warrington y Middlebroug, en Inglaterra; el de Newport, en Gales; los de Osten y Rendsburg, en Alemania, el de Rochefort-sur-mer, en Francia y el de Portugalete en Vizcaya, Espa?a.
El transbordador tambi¨¦n simula una gran entrada al coraz¨®n productivo de Buenos Aires, un puente de hierro entre la mano de obra del sur del extrarradio de la ciudad y las industrias afincadas en la capital. Corre en paralelo con otro gran s¨ªmbolo, pero de la modernidad: la autopista Buenos Aires-La Plata, s¨ªmbolo de la victoria del transporte de carga terrestre, en detrimento del ferrocarril, el otro gran aporte brit¨¢nico a Argentina.
El bote es una de las opciones actuales para cruzar desde Isla Maciel a ¡°la ciudad¡±, tal como le llaman los isle?os al barrio de La Boca, en la capital de Argentina. El viaje es otro cl¨¢sico del barrio y dura menos de cinco minutos. La peque?a flota de barcazas de madera es administrada por la misma familia de siempre, la cual ahora tendr¨¢ una imponente competencia. Moncho, nuestro remero, se muestra reacio a hablar en el primer viaje. En el segundo, apenas suelta un peque?o pero tranquilizador augurio: ¡°el puente (sic) no nos va a afectar porque s¨®lo lo van a terminar usando los turistas¡±. Lo cierto es que luego de muchas d¨¦cadas, los de La Boca vuelven a pensar en sus vecinos de Maciel. Y viceversa.
Olga Lezcano tiene 65 a?os pero lleg¨® a Isla Maciel a los dos. Es militante peronista de toda la vida y cuando habla del puente, le invade la nostalgia: ¡°No pens¨¦ que lo arreglar¨ªan¡±, reconoce. Todav¨ªa recuerda cuando el viejo transbordador pasaba carros y caballos de un lado al otro del Riachuelo. ¡°Era el mejor paso para el que iba a trabajar a la ciudad y para ac¨¢, ven¨ªa mucha m¨¢s gente que no era de la isla. Daba gusto pasar a La Boca, para nosotros era el gran paseo, con sus cantinas y Caminito, pero ahora es un desastre, hay mucha inseguridad, algo que ac¨¢ se ve cada vez menos¡±, expresa.
¡°Hace d¨¦cadas que no cruzo al otro lado, pero es muy distinta la calidad de la gente¡±, advierte Alicia Cancemi, una jubilada nacida y criada en La Boca que, enfundada en una coqueta campera roja, mira el acto oficial de la inauguraci¨®n, que tuvo presente al alcalde Horacio Rodr¨ªguez Larreta y al embajador de Gran Breta?a, entre otros, y que eligi¨® en un sorteo a 30 vecinos para participar del primer cruce, que al final fue s¨®lo hasta la mitad del canal, por diferencias pol¨ªticas entre los gobernantes de la Ciudad y del municipio de Avellaneda.
¡°Recuerdo el anterior transbordador, que lo us¨¦ mucho, porque mi padre era navegante y me llevaba. Algunos de los vecinos de Isla Maciel eran trabajadores pero con otros directamente no se pod¨ªa tratar, hab¨ªa mucha prostituci¨®n y mucha delincuencia¡±, rememora Alicia. ¡°Con el nuevo transbordador pienso cruzar pero paso y vuelvo enseguida¡±, completa.
¡°Para nosotros La Boca es quien se lleva la plata de una realidad que existe ac¨¢, en la isla¡±, opina el escritor Pablo Ramos, c¨¦lebre vecino de Sarand¨ª y eterno visitante de Isla Maciel. ¡°Esto es lo real y lo otro es artificio. El paseo Caminito, por ejemplo, deja millones de pesos por a?o por el turismo, pero es m¨¢s lindo de este lado. Ac¨¢ tenes la realidad de lo que alguna vez fue del otro lado. All¨¢ est¨¢ el tango y ac¨¢ el candombe, y yo prefiero vivir del lado del candombe¡±, cierra.
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