Boris Johnson embarca a los ¡®tories¡¯ en su visi¨®n optimista del Brexit
El d¨ªscolo ministro de Exteriores firma la paz con Theresa May e inyecta moral al Partido Conservador
El Partido Conservador lleg¨® a Manchester hundido. Precedido de protestas callejeras, golpeado en las elecciones de junio, incapaz de desbloquear las negociaciones en Bruselas, envuelto en una guerra del Brexit, con una primera ministra desautorizada y una oposici¨®n crecida. Hasta que lleg¨® Boris Johnson. El ministro de Exteriores, en su discurso ante el congreso tory, ha embarcado este mi¨¦rcoles al partido en su visi¨®n optimista del futuro del pa¨ªs. Ha ofrecido todo su apoyo a una primera ministra a la que lleva semanas desafiando. Y se ha ganado la autoridad para seguir marcando, desde la retaguardia, la agenda del Brexit.
¡°Es hora de dejar de tratar el resultado del refer¨¦ndum como si fuera la plaga de las ¨²lceras o una peste bovina o una aberraci¨®n inexplicable a cargo de 17,4 millones de personas [las que votaron por el Brexit]. Es la hora de ser audaces y aprovechar las oportunidades, y no hay pa¨ªs mejor colocado para ello que Reino Unido¡±, ha dicho Johnson, entre ovaciones, en su brillantemente calculado discurso ante el congreso anual del partido.
?l es el tema de conversaci¨®n. Lleva semanas si¨¦ndolo. El partido juega al maquiav¨¦lico juego de Boris Johnson. Un juego que, ofreciendo una de cal y una de arena, marca la agenda del Gobierno. El 17 de septiembre se la jugaba a May publicando en el Telegraph su visi¨®n radical sobre el Brexit, un asunto que escapa a las competencias del Foreign Office. Cinco d¨ªas despu¨¦s, cerraba filas en torno a la primera ministra cuando esta expon¨ªa la l¨ªnea oficial en su discurso de Florencia. El pasado s¨¢bado volv¨ªa a saltarse la disciplina y presentaba sus l¨ªneas rojas negociadoras, sustancialmente m¨¢s duras que las de May, en una entrevista en The Sun. Altos cargos del partido ped¨ªan su cabeza, no se hablaba de otra cosa en los pasillos del congreso. Y esta tarde, la v¨ªspera de que la primera ministra pronuncie su propio discurso, se ha desecho en elogios hacia ella, ha hecho re¨ªr a un auditorio deprimido y ha aparecido como la persona capaz de inyectar al partido la confianza que ella es incapaz de transmitir.
¡°Boris es uno de los h¨¦roes del Brexit. Sin ¨¦l no lo habr¨ªamos logrado, y lo m¨¢s importante es que est¨¢ fijando la agenda del Gobierno. Sus l¨ªneas rojas son la pol¨ªtica del Gobierno pero expresada en positivo¡±, explica el engolado diputado Jacob Rees-Mogg, eur¨®fobo empedernido, figura ascendente en el partido y omnipresente en el congreso, cuyos debates recorre con un retrato de Thatcher que coloca sobre la mesa.
¡°Es hora de un poco de optimismo¡±, dec¨ªa el muy euroesc¨¦ptico Liam Fox, ministro de Comercio Internacional, en su discurso de hoy ante el congreso. Johnson, Rees-Mogg, Fox y compa?¨ªa se han apropiado del optimismo. Se han convertido en algo as¨ª como los guardianes de las esencias del Brexit. Al fin y al cabo, ellos fueron quienes defendieron el Brexit, al contrario que May o su ministro de Econom¨ªa, Philip Hammond, que votaron por la permanencia.
Sus mensajes suenan sin duda m¨¢s atractivos que el de Hammond, que mencion¨® en su discurso del lunes a Corbyn o al laborismo nada menos que 25 veces, como si los conservadores estuvieran en la oposici¨®n y no en el Gobierno.
¡°Pero Corbyn no gan¨®. Ganasteis vosotros, ganamos nosotros, gan¨® Theresa May¡±, ha recordado Johnson al partido. Todo el Gobierno est¨¢ unido, ha asegurado, en torno a ¡°cada s¨ªlaba¡± del discurso de Florencia de May. El ministro rebelde escenifica as¨ª la firma de la paz con su jefa, que no se encontraba en el auditorio para escuchar los elogios.
Johnson sabe que echarle, aunque se lo pidan pesos pesados del partido, tendr¨ªa un coste demasiado elevado para May. ¡°Un liderazgo d¨¦bil es rodearse de gente que solo te da la raz¨®n¡±, repet¨ªa esta ma?ana la primera ministra, en una ronda de entrevistas televisivas previa al discurso de Johnson.
Lo que no est¨¢ claro es qu¨¦ persigue el juego de Boris Johnson. Si desea marcar la agenda desde la retaguardia o prepara su ¨²ltimo asalto al poder, antes de que una nueva generaci¨®n de candidatos, libres de m¨¢cula, tome el relevo. La pregunta entonces ser¨ªa si, como apuntaba el Financial Times, podr¨¢ Johnson mover el barco lo suficiente como para tirar al agua a May, pero no tanto como para caer ¨¦l tambi¨¦n. La prudencia desaconseja buscar un l¨ªder que alienar¨ªa a la mitad del partido. Pero hoy Boris Johnson, al menos dentro del auditorio, no ha alienado a nadie. Est¨¢ por ver cu¨¢l es su pr¨®xima jugada.
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