La aldea del destierro que form¨® al gran emperador rojo, Xi Jinping

Hoy, aquel mocet¨®n desgarbado, hijo de una familia revolucionaria ca¨ªda entonces en desgracia, es el presidente de China. Un l¨ªder indiscutido que, cuando este mi¨¦rcoles se inaugure el 19? Congreso del Partido Comunista, la mayor cita pol¨ªtica del pa¨ªs en cinco a?os, quedar¨¢ confirmado como el hombre m¨¢s poderoso desde los tiempos de Mao Zedong.

La carrera pol¨ªtica de Xi no se entiende sin su etapa en esa aldea. Durante siete a?os, el futuro presidente ar¨® los campos, cav¨® acequias y durmi¨® en cuevas excavadas en la roca e infestadas de pulgas. Gracias a esa ¨¦poca, cuenta su biograf¨ªa oficial, aprendi¨® a soportar la vida dura y a apreciar el valor del trabajo. En esa ¨¦poca, seg¨²n una informaci¨®n de la Embajada estadounidense filtrada por Wikileaks, fue cuando decidi¨® adaptarse al sistema y ¡°hacerse m¨¢s rojo que nadie¡±.

Esta aldea ya no es aquel lugar paup¨¦rrimo de entonces, cubierto de polvo y donde apenas nadie sab¨ªa escribir. El turismo ha sustituido a la agricultura y le ha permitido doblar sus ingresos desde 2012, seg¨²n figura en su museo. En cada manzana hay un peque?o hotel, un restaurante. Un enorme centro de recepci¨®n est¨¢ ya a medio completar. Y todo gracias al reclamo presidencial.

Al comenzar la ruta, unas gu¨ªas en uniforme y micr¨®fono se encargan de que el visitante siga el recorrido oficial: "Aqu¨ª est¨¢ el pozo que el secretario general Xi hizo construir para solucionar los problemas de agua. All¨¢, el dep¨®sito de metano que ide¨® para aprovechar el gas y alimentar las l¨¢mparas. Arriba, las tres cuevas en las que vivi¨®, decoradas con p¨®sters y objetos de la ¨¦poca": unas camas espartanas, termos para el agua caliente, boles para el arroz¡­ Toda una narrativa dedicada a enfatizar la resistencia, el esp¨ªritu de sacrificio y la abnegaci¨®n del l¨ªder.

¡°Por supuesto que estoy orgulloso de ¨¦l¡±, dice Liang Yujin, el hombre que condujo en su tractor al joven Xi cuando, despu¨¦s de siete a?os, el futuro presidente emprendi¨® regreso a casa. ¡°Entonces no hubiera pensado nunca que fuera a convertirse en nuestro presidente¡±.

Aunque Liang da r¨¢pidamente por cerrada la breve conversaci¨®n, un grupo de funcionarios locales ha merodeado durante toda la visita para disuadir a los antiguos vecinos de Xi de que contestaran a las preguntas de este peri¨®dico. El Congreso est¨¢ a punto de empezar y nada, ni nadie, puede hacer un comentario que se salga de la l¨ªnea oficial.

Un mensaje que se ha machacado en China durante todo el a?o. La televisi¨®n estatal, CCTV, habla de la ¡°avalancha de carisma¡± del l¨ªder. La agencia Xinhua asegura que sus libros sobre gobernanza se venden ¡°como rosquillas¡±. Una exposici¨®n reci¨¦n estrenada a bombo y platillo en Pek¨ªn, Cinco a?os de logros?¡ªlos cinco de su mandato¡ª, construye una apoteosis de retratos del presidente en todo tipo de actividades de Estado.

Como presidente, tras llegar al poder en el anterior Congreso del PCCh en 2012, la gran meta de Xi ha sido, en palabras del profesor Jean Pierre Cabestan, de la Universidad Baptista de Hong Kong, dar ¡°una nueva legitimidad al Partido¡± como la ¨²nica entidad con derecho a dirigir China a perpetuidad. Una legitimidad con dos pilares: en el exterior, el liderazgo como gran potencia; y en el terreno interno, la estabilidad social.

Para conseguirlo no ha parado en ambages. Frente a la debilidad occidental desde la crisis financiera de 2008, durante sus cinco a?os de mandato Xi ha modernizado el Ej¨¦rcito y se ha presentado como el gran l¨ªder mundial contra el cambio clim¨¢tico y en defensa de la globalizaci¨®n econ¨®mica, al tiempo que defend¨ªa cada vez con m¨¢s firmeza las reclamaciones de soberan¨ªa de su pa¨ªs en las aguas disputadas del mar del este y el sur de China.

En el terreno interno?no ha dejado de acumular poder?en aras de esa so?ada estabilidad social. Se ha puesto a la cabeza de casi una decena de comisiones ¡ª¡°el jefe de todo¡±, han llegado a apodarle¡ª?y, gracias a su campa?a contra la corrupci¨®n, se ha deshecho de importantes rivales pol¨ªticos. Ha aumentado la censura en Internet hasta niveles sin precedentes en el pa¨ªs; la sociedad civil se encuentra bajo un completo control. Posibles focos de activismo ¡ªabogados de derechos humanos, ONG, acad¨¦micos liberales¡ª?han sido desactivados mediante detenciones, advertencias o estrictas leyes en nombre de la seguridad nacional.

Ahora le ha llegado el momento de consolidar definitivamente ese poder. En el Congreso que comienza este mi¨¦rcoles presentar¨¢ un discurso con sus pautas para el futuro. Los 2.300 delegados tienen previsto aprobar enmiendas a la Constituci¨®n, entre las que se da por seguro que se dar¨¢ el visto bueno a incluir en ella el ¡°pensamiento de Xi Jinping¡±. No importa que, hasta el momento al menos, ese pensamiento se reduzca a lo que el profesor Willy Lam, de la Universidad China de Hong Kong, define como ¡°esl¨®ganes y lugares comunes¡± (el ¡°sue?o chino¡±, las ¡°cuatro integrales¡±). Si se adopta, Xi quedar¨¢ al mismo nivel que el mism¨ªsimo Mao.

Xi tambi¨¦n aprovechar¨¢ para rodearse de los suyos: si durante su primer mandato estuvo rodeado de un c¨ªrculo heredado de sus antecesores, durante el Congreso aprovechar¨¢ las vacantes en los principales escalafones de poder ¡ªcinco de los siete miembros del Comit¨¦ Permanente y 11 de los 25 en el Politbur¨®, se van por edad¡ª?para situar a personas de su confianza.

Con un mandato tan firme, y sin aparente sucesor, es posible que tambi¨¦n opte por saltarse las normas no escritas sobre la duraci¨®n del mandato presidencial. El procedimiento seguido hasta ahora dicta que el secretario general del Partido es nombrado para dos mandatos de cinco a?os. Al comienzo del segundo ¡ªahora¡ª?designa un sucesor, que pasa a ocupar la vicepresidencia mientras tanto.

Pero Xi no ha dado indicios de haber elegido a un sucesor. ¡°No tiene ninguna prisa¡±, considera Lam. Este experto, como muchos otros, da por seguro que el presidente quiera prorrogar su mandato cinco a?os extra, hasta 2027. De conseguirlo, ser¨ªa una gran noticia para Liangjiahe, que ver¨ªa multiplicar sus visitas; y, por supuesto, sus ingresos. Gracias a aquel joven que un d¨ªa lleg¨® para vivir entre ellos. Gracias a Xi.