¡°En Tepito no hay ning¨²n Superman¡±
Vecinos y comerciantes del barrio bravo de Ciudad de M¨¦xico creen que el asesinato del ¨²ltimo jefe del crimen no cambiar¨¢ nada: ¡°Da igual que se mueran, se reacomodan las piezas¡±
Desde all¨ª arriba, desde el segundo piso, el cielo es una mezcolanza de cables, humos, nubes blancas y grises, tejados. Hay una cancha de pasto sint¨¦tico cruzando la calle. Detr¨¢s aparece el campanario de una parroquia y junto a la torre, el rojo desgastado del techo del mercado. Un vecino pone una salsa de H¨¦ctor Lavoe. Luego vendr¨¢n otras y todas a gran volumen, dificultando la conversaci¨®n all¨ª arriba. Pero a nadie parece importarle. Hoy, martes, es d¨ªa de descanso en Tepito. Los comercios est¨¢n cerrados, los puestos callejeros, recogidos, unos ni?os juegan en la calle. Nadie se va a enfadar por una canci¨®n.
Juan vive en el segundo piso de una vecindad en el centro de Tepito, el barrio bravo de la Ciudad de M¨¦xico. Barrio bravo por estigma, por costumbre, por arraigo. Porque all¨ª se mueven armas, droga, art¨ªculos de contrabando. Porque antes, tambi¨¦n, era un semillero de boxeadores. Porque sobrevivir, en Tepito, apenas un kil¨®metro al norte del z¨®calo, implica agarrarse a golpes de vez en cuando.
Juan es un nombre inventado porque si no, dice, no se puede hablar de eso. De Pancho Cayagua, el ¨²ltimo gran nombre, el supuesto jefe de la Uni¨®n Tepito hasta hace una semana, cuando lo mataron. Pancho Cayagua, el alias de Francisco Hern¨¢ndez G¨®mez, es eso. Pancho y todo lo que hay alrededor, qui¨¦n lo mat¨®, las consecuencias de que ya no est¨¦, las repercusiones para el comercio. ?La guerra? Quiz¨¢. La Uni¨®n es una de las bandas delincuenciales que controlan el narcomenudeo en la zona centro de la ciudad. El bot¨ªn no es cosa balad¨ª. Aunque de momento Tepito descansa y Juan, que fue comerciante durante muchos a?os, trata de hacerse escuchar sobre la voz de Lavoe. "Ahora", dice "van a proteger m¨¢s la calle. No van a dejar que nadie venga a operar aqu¨ª".
Operar significa varias cosas, pero Juan alude principalmente a la calle. Operar la calle. La Uni¨®n lleva a?os cobrando a los vendedores por su protecci¨®n, una forma amable de describir la extorsi¨®n. La esposa de Juan gestiona un puesto ambulante de venta de lentes y dice que paga 70 pesos -cuatro d¨®lares- a la semana. Hay otros que pagan m¨¢s, hasta 500 pesos semanales. Otros menos. Es un negocio f¨¢cil y estable. Es un negocio tremendamente lucrativo.
Alfonso Hern¨¢ndez es el cronista oficial de Tepito. Su Centro de Estudios Tepite?os promueve y divulga desde hace a?os las expresiones culturales del barrio. Alfonso trabaja ahora para la secretar¨ªa de Cultura de la ciudad, actividad que compagina con su gran amor. "En Tepito", calcula, "hay 8.000 puestos callejeros aproximadamente. Si multiplicas el cobro de piso por los 8.000 y a?ades lo que pagan los locales comerciales -los de obra-, te sale mucho dinero". Concretamente, si tomamos 100 pesos semanales de media por puesto, y multiplicamos por 8.000, salen 800.000 pesos, algo m¨¢s de 40.000 d¨®lares, s¨®lo por existir. Y eso tomando en cuenta 100 pesos por puesto, que podr¨ªan ser m¨¢s. Luego est¨¢ lo que pagan los locales comerciales, que Alfonso calcula en 50 d¨®lares a la semana, la venta de droga...
"No es nuevo que haya ajustes de cuentas", dice Alfonso. "No es nada nuevo, antes pas¨® con otros. No s¨¦ todav¨ªa c¨®mo va a evolucionar la cosa, todav¨ªa no hay un gallo", cuenta, en referencia a los candidatos a ocupar el puesto de Pancho Cayagua.
Ced¨¦s piratas
"Pancho empez¨® con los quemadores de ced¨¦s", dice Juan. "Ten¨ªa bodegas y quemaba discos. Tom¨® poder con la venta de discos pirata y otros art¨ªculos de pirater¨ªa. Eso ser¨ªa como el a?o 2008". Es el tiempo en que la prensa mexicana apunta el nacimiento de la Uni¨®n Tepito.
Cayagua cae pocos meses despu¨¦s de que lo hiciera el gran capo del sur de la capital, Felipe de Jes¨²s P¨¦rez, alias El Ojos. En su caso, fueron marinos de la Armada quienes lo mataron. En un operativo nunca antes visto en la ciudad, los marinos cerraron su barrio, arrinconaron a El Ojos y su s¨¦quito y como no se rend¨ªan, explicaron despu¨¦s, los abatieron. A Cayagua, en cambio, lo mataron unos sicarios en moto.
Fue el 11 de octubre. Cayagua viv¨ªa fuera de Tepito, en un barrio de clase media unos kil¨®metros al norte. Hab¨ªa pasado por prisi¨®n el a?o anterior, una acusaci¨®n de homicidio, pero consigui¨® librarse. La prensa mexicana dice que desde entonces hab¨ªa perdido poder, que no estaba tan encima. Manejaba sus negocios desde casa. Quien sabe.
Cayagua recibi¨® una llamada a eso de las 14.00. Sali¨® en su carro, lleg¨® a un centro comercial que hay de camino a Tepito y, antes de aparcar, le balearon.
Este jueves, la fiscal¨ªa de la ciudad informaba de que dos de los atacantes -fueron cuatro en total- son muy cercanos a uno de los presuntos rivales de Cayagua. Se trata de Roberto Mollado, alias El Betito. Al parecer, El Betito controla el menudeo al otro lado del Paseo de la Reforma, una de las principales arterias de la ciudad. Es la teor¨ªa de la fiscal¨ªa desde el minuto uno, El Betito. "Las versiones est¨¢n muy distorsionadas", dice Juan. "Sueltan a la borrega [los rumores], pero yo no creo que haya sido Betito. Pudo haber sido la misma gente de ¨¦l".
Jos¨¦ Luis Rubio, activista social, comerciante del barrio, adem¨¢s de un excelente bailar¨ªn de salsa, explica: "Pancho Cayagua se la deb¨ªa a mucha gente. Es parte del proceso. Aqu¨ª nunca hay un superman. En el momento en que te haces popular, te carga la chingada. Da igual que se muera, se reacomodan las piezas".
Ha pasado poco tiempo desde el asesinato de Cayagua y todav¨ªa es pronto para saber qu¨¦ pasar¨¢ y c¨®mo. Pero m¨¢s importante que eso, Rubio teme lo que su muerte -la violencia- implica para la gente joven. "Ya no hay una mentalidad de 'qu¨¦ vas a hacer en tu vida'. El crimen rompi¨® eso. Ahora, con dos a?os, los chavos tienen bastante. Dicen, 'yo con mi cohete -arma-, el billetote -dinero- y un cant¨®n para mi vieja -una casa para la familia-, ya tengo". Es terrible".
"Ser boxeador", a?ade Alfonso Hern¨¢ndez, "dej¨® de ser un modelo de ascenso social. Le gan¨® la fayuca -el contrabando- porque es m¨¢s f¨¢cil".
Este mi¨¦rcoles, la vida volv¨ªa a Tepito. El gran mercado informal de Am¨¦rica Latina se pon¨ªa de nuevo en marcha a la espera de lo que pase. Siempre a la espera.
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