Chabolismo en Par¨ªs, una cicatriz en la ciudad de la luz
Francia tiene m¨¢s de quinientas ¡®bidonvilles¡¯ tres d¨¦cadas despu¨¦s de haber erradicado los barrios de barracas
Arriba, la capital pr¨®spera y vibrante, la llamada ciudad de la luz. Abajo, un submundo insalubre, precario y provisional.
Hay que bajar por unas improvisadas escaleras de madera para entrar en el poblado del boulevard Ney en Par¨ªs, una bidonville (literalmente ciudad de bidones, o campamento de chabolas) instalada en una v¨ªa de tren abandonada, cerca del perif¨¦rico, la autopista de circunvalaci¨®n que marca los l¨ªmites de la capital francesa.
Francia cre¨ªa que el chabolismo, un fen¨®meno asociado a los paisajes suburbiales de los a?os cincuenta y sesenta en plena explosi¨®n de crecimiento y demogr¨¢fica, hab¨ªa desaparecido. Desde hace una d¨¦cada, aproximadamente, las barracas han vuelto a aparecer dentro de las ciudades, en zonas perif¨¦ricas y junto a las autopistas.
El boulevard Ney es una cicatriz en pleno Par¨ªs. Se ven latas de bebida por el suelo y ratas detr¨¢s de las chabolas. Son las tres de la tarde y los ni?os, que con excepciones no van a la escuela, juegan por el estrecho pasillo entre las construcciones que hace de calle principal. Ah¨ª est¨¢ una ni?a de 11 a?os que en un castellano perfecto explica que cuando viv¨ªa en Madrid iba a la escuela, pero no aqu¨ª. O unas gemelas, m¨¢s peque?as, que tampoco han ido a la escuela hoy y se acercan curiosas al visitante y se r¨ªen cuando este les dice su nombre. Una mujer se calienta junto a una brasero, mientras un hombre limpia un pescado. Uno de los patriarcas intenta arreglar a gritos una trifulca en uno de los sectores del poblado.
Dentro de una de las chabolas, impecablemente limpia y ordenada, una pareja joven cuida de su beb¨¦ reci¨¦n nacido, y se preocupa por el anunciado desmantelamiento del campo, que amenaza con alejarles del m¨¦dico que ahora trata el problema en los pies del beb¨¦. Otra mujer explicar¨¢ m¨¢s tarde por tel¨¦fono que su marido est¨¢ en prisi¨®n y aplaza la cita con el periodista: dice que antes tiene que ir a pedir limosna en la calle para alimentar a sus hijos.
Los cerca de trescientos habitantes de la bidonville del boulevard Ney son de etnia rom y originarios de Ruman¨ªa. El poblado es uno de los 571 campamentos il¨ªcitos, casas ocupadas y barrios de chabolas en Francia, seg¨²n el registro de la Delegaci¨®n interministerial del albergue y acceso a la vivienda (Dihal, por sus siglas en franc¨¦s). En estos espacios viven 16.000 personas, de los cuales un tercio son menores. A ellos se suman las tiendas de campa?a y los autom¨®viles: a veinte minutos a pie del boulevard Ney por ejemplo, ya en el municipio de Aubervilliers, entre zona industriales y centros comerciales se congregan de noche camionetas donde pernoctan personas que han abandonado las chabolas o que no han encontrado otro lugar para vivir.
Julien Damon, autor del reci¨¦n publicado Un monde 'bidonvilles'. Migrations et urbanisme informel (Un mundo de barrios de chabolismo. Migraciones y urbanismo informal), distingue dos categor¨ªas de residencias informales. La primera corresponde a los campamentos de refugiados e inmigrantes al estilo del ya desmantelado en la ciudad francesa de Calais, que lleg¨® a albergar a 7.000 inmigrantes. Son casi siempre lugares de paso, instalaciones provisionales, y sus residentes suelen ser originarios de fuera de la UE. La segunda categor¨ªa corresponde a las bidonvilles o barrios de chabolas, construidas con vocaci¨®n de permanecer y habitados por ciudadanos europeos. Adem¨¢s de roms, como en el caso del la bidonville del boulevard Ney, en la regi¨®n de Par¨ªs tambi¨¦n hay o ha habido hasta hace poco barrios de chabolas donde viven b¨²lgaros, ucranios, moldavos, magreb¨ªes y sirios, seg¨²n el soci¨®logo Olivier Peyroux, citado por el diario Le Monde. Es muy raro encontrar franceses ah¨ª, ¡°porque en una bidonville uno no se instala as¨ª como as¨ª: en general hay que pagar por un derecho de entrada y ah¨ª uno se re¨²ne con su familia en el sentido m¨¢s amplio¡±, dice Peyroux.
Damon, profesor en el Instituto de ciencias pol¨ªticas, recuerda en su libro que la palabra francesa bidonville proviene de los barrios de barracas aparecidos en Marruecos en los a?os treinta. Se empieza a usar en Francia en los a?os cincuenta, y una d¨¦cada despu¨¦s el fen¨®meno suscita debates p¨²blicos, asociados al descubrimiento de las bolsas de pobreza en los pa¨ªses industrializados en pleno boom econ¨®mico de la posguerra (en Estados Unidos ocurre algo parecido con la guerra contra la pobreza que por la misma ¨¦poca declar¨® el presidente Lyndon Johnson). En Francia, el periodista Paul-Marie de la Gorce publica entonces La France pauvre (La Francia pobre), donde denuncia que ¡°a diez minutos de Par¨ªs enormes bidonvilles albergan una miseria sin nombre¡±. All¨ª viven sobre todo portugueses y magreb¨ªes, explica Damon; tambi¨¦n franceses y espa?oles. En 1968, hab¨ªa en la Francia continental ¡ªes decir, sin contar con los territorios de ultramar¡ª 255 bidonvilles con m¨¢s de 75.000 habitantes en total. Los planes para acabar el chabolismo mediante la construcci¨®n de vivienda accesible desembocaron en la eliminaci¨®n del ¨²ltimo bidonville en 1982.
Es poco habitual que en un pa¨ªs desarrollado un problema que parec¨ªa resuelto reaparezca veinte a?os despu¨¦s, pero eso ocurri¨® en la d¨¦cada pasada con los barrios de chabolas. La ampliaci¨®n de la Uni¨®n Europea a Europa central y oriental fue el detonante. Hoy hay m¨¢s bidonvilles en Francia que en los a?os sesenta pero son m¨¢s peque?os y est¨¢n mucho menos poblados. Si antes eran un lugar de transici¨®n, una antesala a la integraci¨®n en Francia, ahora representan una trampa de la que es dif¨ªcil salir.
Hay nervios estos d¨ªas en la bidonville del boulevard Ney, en Par¨ªs. Las autoridades han anunciado que lo desmantelar¨¢n el 28 de noviembre. Sus habitantes se inquietan sobre su destino. ?Un hotel? ?Un albergue? ?Y d¨®nde?
Todos saludan a Nathalie Jantet, voluntaria del Socorro Cat¨®lico, mientras pasea por la bidonville. Ella ayuda a sus habitantes con el papeleo administrativo, les avisa de que la destrucci¨®n de las chabolas puede ser inminente, pregunta a las mujeres cu¨¢ndo llevar¨¢n a los ni?os a las escuela.
Sin escuela no hay futuro. Y la incertidumbre, seg¨²n Jantet, desanima a los padres a la hora de escolarizar a los cerca de cien ni?os que viven aqu¨ª. ¡°Piensan que el mes que viene ya no estar¨¢n aqu¨ª¡±.
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