El ¨ªmpetu del heredero saud¨ª atiza los conflictos de Oriente Pr¨®ximo
Mohamed Bin Salm¨¢n quiere frenar la creciente influencia de Ir¨¢n en la regi¨®n
¡°El principal objetivo del r¨¦gimen iran¨ª es alcanzar La Meca. No vamos a esperar a que el combate llegue a Arabia Saud¨ª, vamos a llevarlo a Ir¨¢n¡±. Las palabras del heredero saud¨ª, Mohamed Bin Salm¨¢n (MBS), abren un v¨ªdeo propagand¨ªstico en el que la fuerza de asalto del reino se enfrenta a un supuesto ataque iran¨ª y, tras exhibir la precisi¨®n de sus barcos de guerra, cazabombarderos y cohetes, toma Teher¨¢n en medio del aplauso de los habitantes. Pura ficci¨®n, sin duda, pero la animaci¨®n, que se difundi¨® a finales del a?o pasado coincidiendo con un aumento de las tensiones entre ambos vecinos, refleja la nueva firmeza saud¨ª frente a su rival por la hegemon¨ªa en la regi¨®n, y el riesgo de que desate otro conflicto.
Los rebeldes Huthi de Yemen han vuelto a lanzar estos d¨ªas dos misiles bal¨ªsticos contra Arabia Saud¨ª (cuyos militares aseguran haber ¡°interceptado y destruido¡±). Cuando otro de esos proyectiles tuvo por objetivo el aeropuerto internacional de Riad el pasado noviembre, el pr¨ªncipe Mohamed dijo que el ataque ¡°podr¨ªa constituir un acto de guerra¡± por parte de Ir¨¢n, a quien el Reino del Desierto acusa de armar a los insurgentes. Poco despu¨¦s, calific¨® al l¨ªder supremo iran¨ª de ¡°nuevo Hitler de Oriente Pr¨®ximo¡±. La escalada verbal llev¨® a algunos analistas a temer un enfrentamiento directo entre ambos pa¨ªses.
Su enemistad, que se parapeta tras el islam sun¨ª que sigue Arabia Saud¨ª y el chi¨ª mayoritario en Ir¨¢n, se intensific¨® con la revoluci¨®n iran¨ª de 1979 que derroc¨® a la monarqu¨ªa e instaur¨® la rep¨²blica isl¨¢mica. Pero desde la invasi¨®n estadounidense de Irak en 2003, el aumento de la influencia de Teher¨¢n en la zona ha ido paralelo al declive saud¨ª. Su alineamiento con fuerzas enfrentadas en los conflictos de aquel pa¨ªs, L¨ªbano o Siria, se ha saldado en favor los aliados iran¨ªes.
La llegada al trono del rey Salm¨¢n, con la delegaci¨®n del poder en su hijo y heredero, ha cambiado de forma significativa la pol¨ªtica saud¨ª. Nada m¨¢s ser nombrado ministro de Defensa con 29 a?os, MBS lanz¨® la intervenci¨®n en Yemen e intent¨® (sin ¨¦xito) formar una fuerza militar ¨¢rabe para frenar el expansionismo iran¨ª. Para el poderoso pr¨ªncipe (y sus aliados en Bahr¨¦in y Emiratos ?rabes), Teher¨¢n constituye una amenaza. Est¨¢n convencidos de que intenta crear una medialuna chi¨ª desde L¨ªbano a Afganist¨¢n, pasando por Siria e Irak, con extensiones en Yemen y entre las minor¨ªas de esa confesi¨®n en los pa¨ªses de la pen¨ªnsula Ar¨¢biga, incluida la propia Arabia Saud¨ª.
En el pasado, la monarqu¨ªa saud¨ª pod¨ªa permitirse manipular la producci¨®n de petr¨®leo para presionar a su rival, pero eso ya no es posible
Al otro lado del golfo P¨¦rsico, las cosas se ven de manera distinta. Ir¨¢n, especialmente tras la derrota del Estado Isl¨¢mico en Irak y Siria, considera que ha tenido ¨¦xito en defender sus intereses estrat¨¦gicos frente a los esfuerzos de sus enemigos de limitar su influencia. La Rep¨²blica Isl¨¢mica niega estar inmiscuy¨¦ndose en los asuntos de sus vecinos ¨¢rabes que, seg¨²n defiende su ministro de Exteriores, Mohamed Javad Zarif, ¡°son de inter¨¦s para Ir¨¢n¡±.
¡°El rey y su hijo han abrazado el sectarismo m¨¢s radical de la historia del reino contra los chi¨ªes dentro y fuera del pa¨ªs¡±, ha escrito Bruce Riedel del centro de investigaci¨®n Brookings. Otros analistas, como Paul Pillar, ven esa repentina asertividad saud¨ª como ¡°una distracci¨®n de los problemas internos y [una forma de] alentar el sentimiento nacionalista¡±.
Incluso as¨ª tampoco puede ignorarse la leg¨ªtima preocupaci¨®n que el r¨¦gimen iran¨ª suscita en el vecindario. Aunque sus gobernantes parecen haber renunciado al sue?o de exportar la revoluci¨®n, hoy siguen una estrategia m¨¢s sutil. La Guardia Revolucionaria ha sido clave para mantener a Bachar el Asad en el poder en Siria, sostener a sus aliados en Irak, evitar la independencia kurda o respaldar causas chi¨ªes, a trav¨¦s de la ayuda militar o el reclutamiento para las milicias que act¨²an como agentes de Ir¨¢n. Esa diplomacia militarizada no s¨®lo ha despertado recelos (y enemigos) en la regi¨®n, sino que empieza a ser cuestionada dentro del pa¨ªs, como se ha visto en las recientes protestas.
En cualquier caso, lo que Teher¨¢n presenta como ¡°defensivo¡±, se percibe como un desaf¨ªo creciente por parte de sus rivales. A falta de mecanismos de di¨¢logo regional, da excusas para que Arabia Saud¨ª, que se ha convertido en el mayor importador de armas del mundo, haga sonar tambores de guerra. De ah¨ª gestos, como el mencionado v¨ªdeo belicoso, con el que, seg¨²n el portal de noticias saud¨ª Sabq, se busca ¡°intimidar a Ir¨¢n¡±.
¡°Los saud¨ªes est¨¢n jugando a un juego muy peligroso¡±, interpretaba recientemente el analista Mitchell Plitnick, antes de se?alar que cuentan con el apoyo de Israel y EE. UU. En su opini¨®n, los tres quieren plantar cara a Ir¨¢n con la esperanza de animar un cambio de r¨¦gimen, aunque ninguno lo declare abiertamente debido a la controversia que genera. De ah¨ª tal vez su esperanza de provocar que Teher¨¢n responda a la agresi¨®n con la fuerza militar.
De momento, Ir¨¢n ha mantenido una actitud muy cuidadosa hacia EE. UU. y Arabia Saud¨ª con el fin de preservar el acuerdo nuclear y limitar el riesgo de un enfrentamiento. El desequilibrio de fuerzas hace improbable esta eventualidad. Aunque el presupuesto para Defensa saud¨ª es nueve veces superior al iran¨ª y su armamento (de procedencia occidental) m¨¢s moderno, hay una gran diferencia de poblaci¨®n tanto num¨¦rica (32,5 millones, de los que 12 millones son inmigrantes, frente 82 millones) como de cohesi¨®n, lo que deja al reino con menos uniformados (256.000 frente a 534.000) y menor capacidad de movilizaci¨®n. Todo lo cual no impide que el enfoque m¨¢s agresivo de MBS aumente el riesgo de estallidos regionales.
¡°Las opciones saud¨ªes en esta escalada con Ir¨¢n son limitadas¡±, estima Yezid Sayigh investigador del programa de Oriente Pr¨®ximo de Carnegie. ¡°Sus principales instrumentos son indirectos: atacar a los aliados iran¨ªes¡±, como ha venido haciendo con escaso ¨¦xito en L¨ªbano, Siria y Yemen. El problema, seg¨²n este experto, es que esos ¡°medios negativos¡± minan sus alianzas regionales. As¨ª, la devastaci¨®n de Yemen, un pa¨ªs con el que comparte frontera, puede desencadenar una oleada migratoria y problemas de seguridad; en el caso de L¨ªbano, donde intenta aislar a Hezbol¨¢ (otro aliado iran¨ª), ha conseguido lo contrario.
En el pasado, la monarqu¨ªa saud¨ª pod¨ªa recurrir a la manipulaci¨®n de la producci¨®n de petr¨®leo para presionar a su rival, pero eso ya no es posible porque con los bajos precios del barril y la explosi¨®n demogr¨¢fica interna necesita cada c¨¦ntimo. ¡°Si Arabia Saud¨ª desea desarrollar opciones m¨¢s efectivas tiene que encontrar otras formas de relacionarse con Ir¨¢n¡±, se?ala Sayigh que sugiere un mecanismo formal de consulta.
Por ahora esa posibilidad parece lejana. El hombre fuerte saud¨ª ha dejado claro que considera imposible el di¨¢logo sin restaurar antes el equilibrio estrat¨¦gico. Por su parte, los dirigentes iran¨ªes, confiados en su posici¨®n regional, no sienten la necesidad de dar el primer paso. Nadie tiene una bola m¨¢gica para descartar con absoluta certeza que Ir¨¢n y Arabia Saud¨ª no llegar¨¢n a un enfrentamiento directo. Pero cualquiera que conozca un poco la zona sabe que semejante locura no acabar¨ªa con los habitantes de Teher¨¢n celebrando una improbable invasi¨®n militar saud¨ª.
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