Las FARC tropiezan con la realidad de Bogot¨¢
La antigua guerrilla, arraigada en el campo, lanza la candidatura de Timochenko sin apenas despertar inter¨¦s en la zona m¨¢s popular de la capital
La antigua guerrilla de las FARC se mantuvo fiel a sus siglas al convertirse en partido pol¨ªtico, tiene el mismo l¨ªder y sigue despertando los recelos, en el mejor de los casos, de una sociedad que sufri¨® m¨¢s de medio siglo de conflicto armado. Al menos esto es lo que se vio este s¨¢bado en Ciudad Bol¨ªvar, una de las zonas m¨¢s humildes de Bogot¨¢, en el lanzamiento de la candidatura la Fuerza Alternativa Revolucionaria del Com¨²n. La organizaci¨®n, muy impopular en los entornos urbanos, eligi¨®, no obstante, esa localidad de la capital de Colombia para comenzar a buscar apoyos con vistas a las elecciones legislativas de marzo -en las que los excombatientes tendr¨¢n 10 esca?os garantizados, un 3,7% del Congreso- y las presidenciales de mayo.
Timole¨®n Jim¨¦nez, Timochenko, fue el m¨¢ximo dirigente de la insurgencia y ahora aspira a encabezar un ¡°Gobierno de transici¨®n¡± que pretende representar ¡°los intereses de los pobres¡±, poner fin ¡°a la mano asesina en la pol¨ªtica colombiana¡± y, en definitiva, darle la vuelta al sistema. Rodrigo Londo?o, este es su nombre real, apel¨® al ¡°concurso de millones de compatriotas¡± acompa?ado de la candidata a la vicepresidencia, la activista Imelda Daza, y de Iv¨¢n M¨¢rquez, n¨²mero uno de la lista al Senado. Pero lo hizo ante unas 200 personas, quiz¨¢ 300 o algo m¨¢s en algunos momentos del acto, entre las que figuraba la estructura de apoyo con la que cuenta la formaci¨®n en la ciudad. El candidato se sit¨²a en la cola de las encuestas, con un porcentaje en intenci¨®n de voto que va del 1% al 2%, aunque goza de mayor aprobaci¨®n en algunas zonas rurales.
La fotograf¨ªa de la cancha de la Casa de la cultura del barrio era, sin embargo, significativa. Los dirigentes de la FARC, que en 2016 firm¨® un acuerdo de paz con el Ejecutivo de Juan Manuel Santos y culmin¨® la entrega de armas el pasado septiembre, estaban protegidos por decenas de polic¨ªas. Les aplaud¨ªan algunos j¨®venes, estudiantes o exestudiantes universitarios, simpatizantes que vest¨ªan camiseta blanca con el s¨ªmbolo del partido, la rosa roja, militantes veteranos y desplazados por una guerra que dej¨® al menos 220.000 muertos.
Los presentes atribu¨ªan la escasa afluencia al miedo a la exposici¨®n p¨²blica. El propio Timochenko asegur¨® que durante la transici¨®n a la vida civil fueron asesinados 37 exguerrilleros. ¡°Aqu¨ª no mandan sino dos partidos pol¨ªticos, y los movimientos que han salido de la izquierda los han acabado. Todos los grupos que se han lanzado a la pol¨ªtica los han diezmado, no los dejan participar¡±, afirma Hugo Garc¨ªa, de 68 a?os. Este zapatero originario del departamento del Tolima reparte un panfleto de propaganda editado en espa?ol en Brooklyn, Desaf¨ªo. ¡°Nosotros venimos con temor a participar. Deber¨ªa estar esto lleno, pero la gente no viene. Esperamos que no pase como con la Uni¨®n Patri¨®tica¡±, contin¨²a en referencia a la eliminaci¨®n de m¨¢s de 3.000 integrantes de esa formaci¨®n de izquierdas, nacida en los ochenta de las negociaciones de paz con el entonces presidente, Belisario Betancur.
El fantasma de la Uni¨®n Patri¨®tica
Sergio Vel¨¢zquez, de 57 a?os, huy¨® precisamente de los responsables de esas muertes: los paramilitares. Lleg¨® al municipio de Soacha, cerca de Bogot¨¢, hace 25 a?os. En cualquier caso, se muestra moderadamente optimista. ¡°Hay una nueva situaci¨®n, el desarrollo de los acontecimientos nos dice que es as¨ª. Tengo el temor de que haya una segunda edici¨®n de lo que le pas¨® a la UP, pero hay una nueva situaci¨®n, otra Colombia es posible¡±, conf¨ªa.
¡°Hac¨ªa parte del partido clandestino y ahora hago parte del partido pol¨ªtico en la legalidad¡±, dice Paola, de 30 a?os, que prefiere no dar su nombre completo. Estudi¨® Ciencias Pol¨ªticas en la Universidad Nacional y cuenta que estuvo tres a?os en la c¨¢rcel por un delito de rebeli¨®n. Opina que los colombianos quieren, por lo menos, saber cu¨¢l es el rumbo de este nuevo partido. ¡°Definitivamente, sabemos que todos quieren escucharnos, quieren saber de nosotros y eso ya es una enorme ganancia, que nos puedan escuchar¡±.
Con todo, fuera del recinto en el que se celebraba el mitin, al ritmo de rap y alguna pieza de cumbia, Ciudad Bol¨ªvar segu¨ªa inmersa en su rutina. En esa localidad triunf¨®, con 82.046 votos frente a 68.917, el no en el plebiscito sobre el proceso de paz celebrado en octubre de 2016 antes de la modificaci¨®n definitiva de los acuerdos. Adem¨¢s, la sociedad colombiana vive en buena medida al margen de la pol¨ªtica. En las presidenciales de 2014, la abstenci¨®n alcanz¨® el 60%. Eso no quiere decir que los vecinos del barrio, con casi 700.000 habitantes, dejen de manifestar su hartazgo con las autoridades y con la pol¨ªtica tradicional. ¡°Hay que tener opciones y hay que dar oportunidades de tener un cambio, porque, as¨ª como estamos, estamos muy mal¡±, considera Luz Mari Abello, de 69 a?os, sentada en un corrientazo cercano.
Lo m¨¢s relevante es, en cualquier caso, el cambio de paradigma, un horizonte en el que la antigua guerrilla ha dejado las armas y pretende dar la batalla, de momento, exhibiendo ret¨®rica bolivariana. ¡°Hay que participar en pol¨ªtica en la democracia. Yo vengo precisamente a conocer un poco cu¨¢les son las ideas y cu¨¢les son los programas¡±, confiesa Valentino Fosca, a punto de cumplir los 70. ¡°Con la fuerza se pueden hacer las cosas. A m¨ª personalmente no me pareci¨® conveniente ir a coger un fusil, porque me parec¨ªa que no era lo correcto. Lo correcto es mirar a una soluci¨®n de los problemas¡±.
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