Rumania, capital global del porno-chat
La precariedad laboral y el buen nivel de ingl¨¦s convierten al pa¨ªs balc¨¢nico en un exportador de 'strippers' en Internet
Son las nueve de la noche de un domingo y Sandra Diamond est¨¢ acabando de retocarse. Labios de un rouge furioso. Body de encaje negro y ligueros bajo la bata de sat¨¦n. Lista para empezar su jornada laboral frente a la webcam. Diamond, alta, espigada, estilosa, se define como modelo; aunque en la jerga de la industria del sexo es una camgirl. Pasar¨¢ las pr¨®ximas ocho horas interactuando desde Bucarest con clientes de Estados Unidos, Australia o Canad¨¢. Miembros de una plataforma digital de espect¨¢culos de sexo en vivo que pagan un m¨ªnimo de 3,99 d¨®lares (3,25 euros) por un minuto en una cibersala privada con mujeres como Sandra Diamond.
Con el porno enlatado y cl¨¢sico en declive, otras f¨®rmulas como el porno chat ¡ªcon sus estriptis y espect¨¢culos a demanda¡ª ganan terreno. Y Rumania se ha convertido en su capital global. Es un negocio multimillonario, poco regulado y opaco en el que resulta dif¨ªcil obtener cifras, pero solo en LiveJasmin, una de mayores comunidades de camgirls, el antiguo sat¨¦lite comunista es el segundo pa¨ªs de procedencia, seg¨²n datos de la empresa. El primer pa¨ªs del ranquin, afirma un portavoz, es informaci¨®n clasificada. En esta web para adultos, que paga a las mujeres entre un 30% y un 70% de lo que invierten los espectadores y que tiene un volumen de negocio de unos 400 millones de d¨®lares, cuenta con dos millones de modelos registradas ¡ª50.000 activas¡ª. En el top 10 hay mujeres de Estados Unidos, Rusia, Colombia, Filipinas, Polonia, Sud¨¢frica¡ Las rumanas son un 12%; una cifra oce¨¢nica para un pa¨ªs de menos de 20 millones de almas.
Ya con ropa de calle, Sandra Diamond se ha puesto c¨®moda en la cama de una de las habitaciones de los estudios Gloria Agency, especializado en estos videochats. Desde all¨ª ha hablado con sus seguidores. Si no fuera por la pantalla, la webcam y el micro parecer¨ªa la alcoba algo picante de un hotel. Afirma que en un mes normal puede ganar unos 6.000 euros. ¡°Alrededor de 5.000 quitando impuestos. En un trabajo corriente, no se ganan m¨¢s de mil. Y dif¨ªcilmente¡±, se?ala. Alexandra (nombre real de Sandra Diamond), de 30 a?os, graduada en telecomunicaciones, conoce ambas realidades. Hasta hace a?o y medio trabajaba en una compa?¨ªa telef¨®nica, explica risue?a agitando su melena rubio fresa.
En Rumania, el salario m¨ªnimo apenas supera los 300 euros mensuales. Y el medio no llega a los 500. Mucho hay que estirarlo cuando un litro de leche de marca blanca cuesta alrededor de un euro. Son estos mimbres socioecon¨®micos unos de los factores que han convertido al pa¨ªs en la Meca del sector. ¡°Aqu¨ª no encuentras trabajos bien pagados con 20 a?os. Vivir en Bucarest como estudiante es muy caro as¨ª que esta puede ser una buena forma de ganarse la vida¡±, se?ala la exmodelo Andreea Iorda. ¡°Tambi¨¦n hay otras circunstancias: las j¨®venes rumanas hablan por lo general muy bien ingl¨¦s ¡ªrequisito imprescindible, porque la mayor¨ªa de los seguidores son angloparlantes-¡ª sin olvidar que son muy guapas. Adem¨¢s, Rumania tiene la mejor conexi¨®n a Internet de Europa¡±, apunta Liviu Berbece, administrador de Gloria Agency, que con 300 modelos activas es uno de los mayores estudios del pa¨ªs.
Con el auge de la industria han brotado negocios como el suyo. Solo en Bucarest hay unos 500 de todo tipo ¡ªincluidos un par exclusivamente masculinos, porque aunque ellas son mayor¨ªa, las comunidades digitales a nivel global tambi¨¦n incluyen modelos de otros g¨¦neros¡ª. En todo el pa¨ªs son alrededor de 700, seg¨²n estimaciones del sector. Ofrecen a las camgirls instalaciones y medios t¨¦cnicos profesionales. A cambio se quedan parte de los ingresos; en su caso, un 30%. Y la competencia, sobre todo por las modelos m¨¢s cotizadas y las amateur con m¨¢s potencial, es feroz. ¡°Algunos estudios llegan a pagar 100 euros s¨®lo por presentarse a una entrevista¡±, apunta el directivo Berbece.
El negocio del porno-chat no est¨¢ regulado como tal en Rumania. Para la Administraci¨®n es como si no existiera. Los estudios que cumplen pagan un 21% de impuestos como cualquier otra peque?a o mediana empresa. Y las modelos, que son aut¨®nomas, pagan sus tasas con el estatuto de artistas (entre un 22% y un 32%). Adem¨¢s, en este pa¨ªs, a diferencia de sus vecinos, si s¨®lo hay una persona dentro de la habitaci¨®n no se considera pornograf¨ªa. Esto y el vac¨ªo legal han contribuido al auge del sector en el pa¨ªs balc¨¢nico.
¡°Se llame como se llame legalmente es pornograf¨ªa. No hay contacto sexual directo, pero cosifica al m¨¢ximo a la mujer; por no hablar de que es inseguro. La falta de normativa y el car¨¢cter de la actividad promueven los abusos. C¨®mo saber de veras si alguien est¨¢ trabajando voluntariamente o si recibe sus ingresos. Adem¨¢s, ha habido casos en los que ciertos estudios eran una tapadera para la prostituci¨®n¡±, plantea la activista feminista Karin Iacob. "Hay que imponer controles", reclama. En el pa¨ªs balc¨¢nico no han trascendido casos de explotaci¨®n, pero s¨ª en otros lugares como Filipinas, lo que llev¨® a varias plataformas a vetar a sus modelos.
Alana, menuda y con el cabello negro azabache, tambi¨¦n es modelo de porno-chat. Aunque trabaja por su cuenta desde casa. Estudi¨® enfermer¨ªa, tiene 25 a?os y lleva dos compaginando ese empleo semi-nocturno con otro precario en una tienda. ¡°No me considero un objeto. Y no soy menos feminista por hacerlo. Nadie me explota. Yo decido¡±, afirma en el sof¨¢ de su apartamento, con un caf¨¦ negr¨ªsimo entre las manos. No obstante reconoce que lo hace por dinero y que si le pagaran casi lo mismo en una cl¨ªnica, por ejemplo, lo cambiar¨ªa si dudar. Gana unos 2.000 euros al mes limpios. ¡°Voy a estar un par de a?os m¨¢s, por mi cuenta o en un estudio. Ya me he comprado un coche y ahora mi meta es tener bastante pagado un piso¡±, reflexiona.
La joven, a diferencia de Sandra Diamond, lleva una especie de doble vida. Su novio, con el que lleva cinco a?os, sabe a qu¨¦ se dedica. Tambi¨¦n un pu?adito de amigos. A sus padres, que viven en un pueblo del sur del pa¨ªs, no les ha contado que es cam-girl. ¡°No lo van a entender y no quiero que nadie me juzgue¡±, dice. Como la mayor¨ªa de modelos, ha bloqueado el acceso a su canal desde Rumania, as¨ª que no teme encontrarse a ning¨²n seguidor por la calle o en el ascensor. Pese a esto cuenta que todav¨ªa se encoge un poquito cuando lee las amenazas digitales que algunos vierten en el chat. O los insultos, las descalificaciones. ¡°Hay trolls como en todos lados y cuesta acostumbrarse y relativizar porque al principio te sientes muy expuesta, pero se consigue¡±, dice.
El peque?o estudio que Alana ha montado con muebles de Ikea en su habitaci¨®n de invitados color azul pastel, contrasta con la potente maquinaria de negocios de empresas como AVC, Studio 20 o Gloria Agency, que ocupa toda la planta de un edificio de oficinas a dos pasos de la c¨¦ntrica Piata Unirii de Bucarest. La empresa ingresa unos 2,5 millones de euros anuales, seg¨²n Berbece.
A unos metros de su despacho, dos mujeres en sillas de oficina controlan a trav¨¦s de una pantalla el chat de las 18 habitaciones del estudio. Son las ¡°entrenadoras¡±, exmodelos que apoyan a la cam-girl y la ayudan a fidelizar al cliente. ¡°S¨®lo el 25% me pide que me desnude. El 75% de mis seguidores entran para hablar conmigo, y conversamos de todo, de mi vida ahora y de c¨®mo era antes, de nuestras familias. ?Hasta de nuestras mascotas!¡±, asegura Sandra Diamond. Al otro lado de la c¨¢mara, ellos ¡ªen su mayor¨ªa hombres de una media de 40 a?os, estadounidenses, canadienses, australianos o europeos (los menos)¡ª simplemente la observan o se masturban. ¡°Si se sienten seguros, o si les gusta, ellos tambi¨¦n pueden activar su propia web-cam para que yo les vea¡±, explica la modelo.
Cuanto m¨¢s tiempo est¨¦n en un chat privado, m¨¢s ingresos recibe la camgirl. La sesi¨®n m¨¢s larga de Sandra Diamond ha sido de siete horas. Fue con uno de sus 20 ¡°seguidores habituales¡±, que suelen conectarse cada semana, o incluso cada d¨ªa, para hablar con ella y que invierten miles de d¨®lares en tiempo a solas en una habitaci¨®n digital. A los 3,99 d¨®lares por minuto regulares (hay tarifas m¨¢s bajas, pero escasas) se suman otros dos si el cliente quiere que la modelo escuche su voz. Y las propinas, que pueden llegar hasta los 5.000 euros.
¡°No se trata de porno o estriptis, la parte er¨®tica es esencial pero en realidad se hace dinero hablando, haciendo psicolog¨ªa con el cliente y logrando que pase un tiempo de calidad. Hay que dejar tus problemas fuera de la habitaci¨®n, mostrarte cercana, sonre¨ªr. Quiz¨¢ lo parezca, pero tener ¨¦xito en este trabajo no es f¨¢cil¡± sostiene Andreea Iorda, ex camgirl y ahora una de las directoras de Gloria Agency. ¡°Muchos consideran este trabajo porno, pero yo lo tomo como un show art¨ªstico. Es algo mas", dice Sandra Diamond. En una sociedad donde la soledad se ha convertido en una epidemia estos contactos pueden suplir esas carencias afectivas, analiza la modelo.
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