Macron, ¡®presidente de las ciudades¡¯, afronta la insatisfacci¨®n campesina
El presidente combate la imagen de urbanita en su primer Sal¨®n de la Agricultura, clave en la pol¨ªtica francesa
¡°C¨¢lmese, por favor¡±, le increpa un agricultor.
¡°Espere. ?Usted est¨¢ calmado?¡±, replica el presidente Emmanuel Macron.
La discusi¨®n que sigui¨®, en medio de un tumulto de periodistas, guardias de seguridad y agricultores, podr¨ªa parecer an¨®mala, trat¨¢ndose del presidente de la Rep¨²blica, el m¨¢s solemne, el m¨¢s mon¨¢rquico de los jefes de Estado occidentales. Ocurri¨® este s¨¢bado, en Par¨ªs. En realidad, fue algo bastante anodino trat¨¢ndose del Sal¨®n de la Agricultura, la gran misa anual del campo franc¨¦s; el ritual al que debe someterse todo l¨ªder pol¨ªtico o aspirante a serlo en este pa¨ªs; la celebraci¨®n del campo franc¨¦s, de sus habitantes y de sus productos, un componente esencial para entender la identidad nacional. Los incidentes como este forman parte del folclore del evento.
¡°S¨ª, yo estoy calmado y me dirijo educadamente a usted¡±, continu¨® el agricultor.
¡°No, no. Usted me acaba de abuchear por la espalda¡±, dijo Macron.
¡°Gracias por dar lecciones¡±, ironiz¨® el agricultor.
¡°Uno, me alegro de que me abuchee por la espalda: la calma no me la da usted. Y dos, usted me da lecciones¡¡±
¡°Estamos en nuestra casa aqu¨ª¡±.
¡°Estamos en casa todos: se llama Francia y es una Rep¨²blica¡±.
Era el primer Sal¨®n de la Agricultura de Macron como presidente. Hace un a?o, en plena campa?a, visit¨® la feria y recibi¨® un huevo en la cabeza. Este a?o?¡ª4.050 animales, m¨¢s de 600.000 visitantes previstos¡ª decidi¨® pasar doce horas, toda la jornada inaugural, en las instalaciones del centro de ferias y convenciones de la Puerta de Versalles de Par¨ªs. Llevaba trajes de recambio y, sobre todo, un mensaje a los campesinos y a los franceses: la imagen elitista del presidente de las ciudades y de los ricos, m¨¢s c¨®modo en los palacios de la capital, o en los despachos y pasillos de Wall Street o Silicon Valley, que en el terru?o entre vacas y cerdos, es err¨®nea. Macron, elegido en mayo gracias a un apoyo mayoritario en las grandes ciudades y entre las capas de poblaci¨®n m¨¢s educadas y cosmopolitas, es un presidente at¨ªpico en el sentido de que carece de anclaje local. Nunca ha sido alcalde ni diputado, la trayectoria t¨ªpica de los l¨ªderes en Francia. Y tiene un partido reci¨¦n creado, La Rep¨²blica en marcha, sin alcaldes ni presidentes regionales que le sirvan de antena fuera de la burbuja parisina.
¡°Es un tecn¨®crata¡±, dice, en los pasillos del Sal¨®n de la Agricultura Flor¨¦al Soler, hijo de exiliados tras la guerra civil espa?ola y alcalde de P¨¦charic-et-le-Py, un pueblo de 31 habitantes del departamento de Aude, en el sur de Francia. ¡°No s¨¦ si se da cuenta de lo que es un campesino¡±.
En P¨¦charic-et-le-Py y los pueblos de los alrededores hay 54 granjas con vacas y corderos. El redise?o de los mapas de las regiones en dificultades har¨¢ perder subvenciones a estos ganaderos. La queja sobre el nuevo mapa es una de las reivindicaciones que tuvo que escuchar Macron en la primera jornada del sal¨®n. Otra es la oposici¨®n al acuerdo, en fase de negociaci¨®n, con los pa¨ªses del bloque americano del Mercosur. ¡°Nos afectar¨¢, porque es carne de bajo precio y de calidad m¨ªnima¡±, se queja Soler.
El editorial de portada de Le Figaro recordaba el s¨¢bado, con tonos tenebrosos, los males que acechan al sector agr¨ªcola: suicidios diarios, suspensiones de pagos en aumento, competencia internacional feroz, inminente reforma de la pol¨ªtica agr¨ªcola europea, presiones de los hipermercados para bajar precios, la exigencia por parte de los consumidores de productos biol¨®gicos¡ No mencionaba que en Francia, el agricultor disfruta de un estatus casi m¨ªtico, como el del soldado en Estados Unidos. Los agricultores representan el 3% de la poblaci¨®n activa en Francia, pero para muchos son esencia de la naci¨®n: el paisaje, los alimentos, la conexi¨®n con la tierra. ¡°Todos somos campesinos¡±, resum¨ªa el t¨ªtulo del editorial.
?Tambi¨¦n Macron? ¡°Ha tomado la medida de la importancia de la agricultura¡±, dice a EL PA?S Christiane Lambert, presidenta del poderoso sindicato FNSEA, entre cita y cita en el Sal¨®n de la Agricultura.
¡ª?Es acertado llamarle ¡°el presidente de las ciudades"?
¡ª?No! Necesita conectarse con el territorio, con lo rural. Pero ha tomado la medida de que la agricultura es un sector estrat¨¦gico para la econom¨ªa y el empleo.
Para Macron, prueba superada.
Los presidentes y la Francia rural
Todos los presidentes franceses han intentado, cada uno a su manera, aparecer como hombres conectados al campo, que para muchos es sin¨®nimo de las esencias patrias. Le Monde recordaba esta semana que antecesores de Emmanuel Macron como Jacques Chirac y Fran?ois Hollande hab¨ªan participado en innumerables "comicios agr¨ªcolas" ¡ªasambleas de agricultores en una regi¨®n¡ª antes de llegar al El¨ªseo. Incluso el distante Fran?ois Mitterrand se enorgullec¨ªa de que era en "la sociedad rural y pastoral" donde ¨¦l hund¨ªa sus "fuentes" y "ra¨ªces, "su "forma de cultura" y sus "apegos". Un caso distinto fue el de Nicolas Sarkozy, que en un Sal¨®n de la Agricultura espet¨® a un campesino que con malos modos se negaba a darle la mano: "?L¨¢rgate, pobre imb¨¦cil!" A?os despu¨¦s a¨²n le recuerdan el episodiso. "Sin duda [Macron] es el m¨¢s parisino de los presidentes que hemos tenido. Le domina un odio de la provincia", ha dicho de ¨¦l Laurent Wauquiez, el nuevo l¨ªder de la derecha desacomplejada, y un punto populista, de Los Republicanos. La acusaci¨®n es imprecisa. Porque el propio Wauquiez, aunque juega la carta del hombre de la provincia y preside la regi¨®n Auvernia-R¨®dano-Alpes, es producto de una educaci¨®n parisina. Y Macron es, como dijo el jueves a 800 j¨®venes agricultores invitados al Palacio del El¨ªseo, un "hombre de provincias", nacido y criado en la provinciana Amiens.
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