Canad¨¢ desplaza a M¨¦xico como principal objetivo de los ataques de EE UU en el TLC
La Administraci¨®n Trump centra los ¨²ltimos reproches a su vecino del sur en la construcci¨®n del muro entre ambos pa¨ªses
De convidado de piedra al ojo del hurac¨¢n: Canad¨¢ ha desplazado a M¨¦xico del centro de la diana de Donald Trump en la renegociaci¨®n del Tratado de Libre Comercio de Am¨¦rica del Norte (TLC). A diferencia de lo ocurrido en los primeros compases de las conversaciones, cuando el pa¨ªs latinoamericano se llevaba todos los reproches del magnate republicano -competencia desleal, sueldos demasiado bajos, dec¨ªa Trump-, hoy el Gobierno que comanda Justin Trudeau es el objetivo predilecto de la Administraci¨®n estadounidense. En medio del fuego cruzado echar¨¢ a andar este domingo la s¨¦ptima ronda de conversaciones entre los tres pa¨ªses para renegociar el mayor acuerdo de libre comercio del planeta.
El primer -y m¨¢s tenso- intercambio de reproches se produjo al t¨¦rmino de la sexta ronda de negociaciones, hace justo un mes en Montreal (Canad¨¢). Poco despu¨¦s de que Ottawa llevase a la Organizaci¨®n Mundial del Comercio (OMC) por el supuesto mal uso de los aranceles antisubsidios y antidumping, y de que el Departamento de Comercio de Estados Unidos se viese obligado a retirar un gravamen especial sobre las importaciones de aviones CSeries del fabricante canadiense Bombardier, el m¨¢ximo responsable pol¨ªtico de la negociaci¨®n por el lado estadounidense, Robert Lighthizer, aprovech¨® la rueda de prensa que pon¨ªa punto final a una semana de conversaciones entre los tres equipos para cargar la acci¨®n emprendida en la OMC y sacar a relucir una de las mayores preocupaciones de Trump: el d¨¦ficit comercial estadounidense con su vecino del norte. A su lado, la ministra de Exteriores de Canad¨¢, Chrystia Freeland, no daba cr¨¦dito.
El segundo encontronazo p¨²blico se produjo el martes pasado, cuando el jefe de la delegaci¨®n canadiense, Steve Verheul, acus¨® al Gobierno estadounidense de preferir debilitar a sus dos socios comerciales a garantizar que los tres pa¨ªses norteamericanos salgan beneficiados de la negociaci¨®n. ¡°Hemos logrado lo que caracterizar¨ªa como un progreso bastante limitado en t¨¦rminos generales. El problema principal es la flexibilidad limitada de Estados Unidos, incluso en cuestiones bastante sencillas¡±, dijo Verheul en una conferencia celebrada en la capital canadiense. Lighthizer respondi¨® a su manera: dejando caer que las conversaciones con M¨¦xico para la renegociaci¨®n del acuerdo iban bien y obviando por completo a Canad¨¢.
¡°La mayor tensi¨®n entre ambos pa¨ªses radica en que EEUU no acepta las condiciones de Canad¨¢ en la nueva metodolog¨ªa sobre reglas de origen [en el sector automotor] y en el nuevo mecanismo sobre soluci¨®n de controversias¡±, opina Ignacio Mart¨ªnez, Laboratorio de An¨¢lisis en Comercio, Econom¨ªa y Negocios de la Universidad Nacional Aut¨®noma de M¨¦xico (UNAM), uno de los acad¨¦micos que m¨¢s al detalle est¨¢ siguiendo la negociaci¨®n trilateral. Cuando Trump abri¨® la puerta a dividir el TLC en sendos tratados bilaterales muchos analistas vieron grandes posibilidades de que Washington y Ottawa revitalizasen esa v¨ªa, dejando de lado a M¨¦xico. Todo eso es papel mojado hoy: el TLC ser¨¢ trilateral o no ser¨¢, repiten d¨ªa s¨ª d¨ªa tambi¨¦n en las canciller¨ªas canadiense y mexicana. Y es que, en el remoto caso de que finalmente optasen por explorar el camino bilateral -m¨¢s propio de la d¨¦cada de los ochenta que de la actual- ante la inviabilidad de renegociar el tratado, la tensi¨®n diplom¨¢tica entre EE UU y Canad¨¢ no augura grandes posibilidades de resultado favorable.
M¨¦xico se encuentra relativamente c¨®modo en su nueva posici¨®n. De recibir, semana s¨ª semana tambi¨¦n, palabras amargas de la Casa Blanca sobre su supuesta culpabilidad en la ca¨ªda del empleo manufacturero en EE UU -algo consustancial a la diferencia entre los costes laborales a ambas orillas del r¨ªo Bravo-, el pa¨ªs latinoamericano ha pasado a un discreto segundo plano y los ataques han quedado circunscritos a un ¨¢mbito completamente ajeno al comercial: la construcci¨®n del pol¨¦mico muro, en la que el presidente estadounidense ha vuelto a insistir esta semana en conversaci¨®n con su hom¨®logo mexicano. Sin embargo, el env¨¦s de la cuesti¨®n es que la creciente tensi¨®n entre los Ejecutivos de Trump y Trudeau torpedea y ralentiza unas negociaciones ya de por s¨ª complejas. Una mala noticia para el Gabinete de Enrique Pe?a Nieto (PRI), que tiene entre ceja y ceja cerrar el acuerdo antes de las elecciones de julio para poder vender la fumata blanca como baza electoral.
¡°[Trudeau] se siente un poco presionado despu¨¦s de que [EE UU] le cargase la mano a Canad¨¢ diciendo que era el que no quer¨ªa avanzar y lo que ahora quiere es tratar de regresar la bola a M¨¦xico¡±, apuntaba hace unos d¨ªas el l¨ªder de los empresarios mexicanos en la negociaci¨®n, Mois¨¦s Kalach, en una conversaci¨®n con corresponsales internacionales. De ah¨ª, a?ad¨ªa, que el Gobierno canadiense haya elevado el tono en las ¨²ltimas semanas sobre una de las cuestiones espinosas en la negociaci¨®n: la diferencia salarial entre M¨¦xico y EE UU y Canad¨¢. Seg¨²n los c¨¢lculos del departamento de estudios de BBVA Bancomer, el mayor banco del pa¨ªs latinoamericano, un trabajador manufacturero medio en M¨¦xico gana hasta seis veces menos que en EE UU. Una brecha que el TLC ni mucho menos ha logrado cerrar.
Rivalidades regionales al margen, la relaci¨®n entre EE UU y Canad¨¢ por ser una de las m¨¢s estrechas del mundo. Adem¨¢s de la mayor frontera del planeta, ambos pa¨ªses comparten foros en la OTAN y en el G-7. Cada d¨ªa, seg¨²n datos del Departamento de Estado estadounidense, 400.000 personas y productos por valor de 1.700 millones de d¨®lares cruzan el l¨ªmite territorial en cualquiera de las dos direcciones. En el plano puramente econ¨®mico, ambos vecinos comercian sin trabas ni aranceles desde 1988 -cuando firmaron su primer tratado bilateral, que seis a?os m¨¢s tarde quedar¨ªa rebasado por la firma del TLC-.
Sin embargo, la forma de ver el mundo de Trump y la de Trudeau no podr¨ªa ser m¨¢s antag¨®nica. No ya sobre comercio -mientras el primero ha imprimido a su presidencia una inequ¨ªvoca deriva proteccionista, el segundo defiende a capa y espada el libre cambio de bienes y servicios-, sino tambi¨¦n sobre migraci¨®n, cooperaci¨®n internacional y derechos humanos: el inquilino de la Casa Blanca m¨¢s beligerante contra y todos de los ¨²ltimos tiempos tiene que lidiar con uno de los primeros ministros canadienses m¨¢s progresistas. La tensi¨®n est¨¢ garantizada.
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