Temer tira la toalla con la reforma de las pensiones, incapaz de lograr apoyo pol¨ªtico
La intervenci¨®n militar en Rio sirve al presidente brasile?o de coartada para no sufrir una derrota en el Congreso en uno de sus principales proyectos econ¨®micos
El programa de reformas econ¨®micas del presidente brasile?o, Michel Temer, ha embarrancado tras fracasar la m¨¢s pregonada y la m¨¢s pol¨¦mica de todas, la del sistema de pensiones. Temer ven¨ªa insistiendo en ella desde hace meses, hasta el punto de situarla como el gran -y casi ¨²nico- objetivo pol¨ªtico de su ¨²ltimo a?o de mandato, una especie de culminaci¨®n a un programa liberal que incluy¨® tambi¨¦n el establecimiento de un techo para los gastos p¨²blicos y una reforma laboral. Pero el presidente ha arrojado la toalla tras perder el pulso con una parte de sus aliados pol¨ªticos en el Congreso, reacios a aprobar una reforma muy impopular a pocos meses de las elecciones presidenciales y legislativas de octubre.
Si hay una virtud que ni sus m¨¢s ac¨¦rrimos adversarios niegan al presidente brasile?o es su astucia para el regate corto. Y la ha vuelto a demostrar. Con una h¨¢bil maniobra, Temer ha logrado que el debate p¨²blico en Brasil haya arrinconado de la noche a la ma?ana el asunto que lo monopolizaba hasta el hast¨ªo. Desde hace meses, los medios casi no hablaban de otra cosa que de los intentos desesperados del Gobierno, as¨ª como de las constantes presiones de inversores internacionales y de la gran empresa nacional, para aprobar una reforma que obligaba a un cambio de la Constituci¨®n y, como tal, requer¨ªa el apoyo de dos tercios del Congreso. En vista de que el tiempo se agotaba y cada vez estaba m¨¢s claro que los esfuerzos de Temer iban a fracasar, el presidente solo ten¨ªa dos opciones, ambas muy embarazosas: o retirar el proyecto o exponerse a una sonora derrota en el Congreso. Hasta que se sac¨® de la chistera una ingeniosa escapatoria.
La pasada semana, el Gobierno sorprendi¨® al pa¨ªs con una medida in¨¦dita desde el fin de la dictadura, en 1985: la llamada al Ej¨¦rcito para entregarle todas las competencias sobre seguridad p¨²blica en el Estado de R¨ªo de Janeiro, sacudido por la violencia de las bandas de narcotraficantes que se han hecho due?as de las favelas. La aparatosa decisi¨®n no solo cambiaba el foco del debate p¨²blico, sino que tra¨ªa consigo un efecto secundario que brindaba a Temer la disculpa perfecta para enterrar el controvertido proyecto. La Constituci¨®n brasile?a prohibe realizar ning¨²n cambio en su texto mientras persistan las medidas excepcionales de intervenci¨®n en alg¨²n Estado. Y la decisi¨®n del Gobierno de entregar a los militares el control de la seguridad en R¨ªo estar¨¢ vigente hasta final de a?o, justo cuando acaba el mandato de Temer.?
La primera reacci¨®n negativa para el presidente vino el pasado viernes de la agencia de calificaci¨®n Fitch que, como hab¨ªa hecho en enero Standard&Poor's, rebaj¨® la nota de la deuda brasile?a debido a sus "persistentes y amplios d¨¦ficits" unidos al "fracaso para legislar reformas que mejoren los resultados de sus finanzas p¨²blicas". Pese a todo, ese mismo d¨ªa la Bolsa de S?o Paulo cerraba la semana en m¨¢ximos hist¨®ricos. Y la legi¨®n de economistas y comentaristas de los medios que vaticinaba un apocalipsis si la reforma no se se aprobaba de inmediato ha rebajado notablemente el tono.
"Este es un pa¨ªs acostumbrado a posponer sus soluciones y, por eso, ironiza diciendo que es el pa¨ªs del futuro", lamenta, en declaraciones a este diario, Gustavo Franco, uno de los economistas m¨¢s prestigiosos del pa¨ªs y arquitecto del llamado Plan Real, que en los a?os noventa alumbr¨® una nueva moneda y estabiliz¨® su econom¨ªa. "Siempre se deja todo para m¨¢s adelante mientras aplazamos el momento de tomar la medicaci¨®n. Ahora perdemos m¨¢s tiempo. Aunque era optimista suponer que se podr¨ªa aprobar esta legislatura".?
La reforma, seg¨²n todas las encuestas, suscitaba un amplio rechazo popular, sobre todo entre la izquierda que, el pasado abril protagoniz¨® una huelga general contra ese proyecto y el que modific¨® las normas del mercado laboral. Con todo, el debate abierto en las ¨²ltimas semanas ha servido para poner de manifiesto los abusos de un sistema que concede enormes privilegios a algunos colectivos, sobre todo entre los niveles m¨¢s altos de los empleados p¨²blicos. El propio Temer clam¨®, en la reciente cumbre de Davos, contra esos privilegios, aunque le falt¨® explicar que ¨¦l mismo es uno de los ejemplos m¨¢s claros. El actual presidente, que ten¨ªa una plaza de fiscal,? pudo jubilarse con solo 58 a?os (la edada media est¨¢ en 55) y percibe una pensi¨®n mensual de 22.100 reales (6.805 d¨®lares). Tampoco ha ayudado mucho a la campa?a del Gobierno que del proyecto se excluyesen colectivos como el de los militares.
Brasil gasta aproximidamente un 12% del PIB en su sistema de pensiones, aunque, seg¨²n algunos c¨¢lculos, de persistir el actual envejecimiento de la poblaci¨®n, la cifra podr¨ªa crecer hasta diez puntos porcentuales en las pr¨®ximas cuatro d¨¦cadas. El Gobierno pretend¨ªa ahorrar 480.000 millones de reales (148.000 millones de d¨®lares) en diez a?os estableciendo la edad m¨ªnima de jubilaci¨®n en 65 a?os para los hombres y en 62 para las mujeres. Los detractores del proyecto argumentan que esas edades, habituales en los pa¨ªses desarrollados, perjudicar¨ªan a los sectores m¨¢s pobres de la poblaci¨®n, con una baja esperanza de vida. La frustrada propuesta hab¨ªa renunciado a aumentar a 25 a?os el tiempo m¨ªnimo de cotizaci¨®n. Lo dejaba as¨ª solo para los funcionarios p¨²blicos y en 15 para el sector privado. Los cr¨ªticos ven¨ªan argumentando desde tiempo atr¨¢s que muchos trabajadores condenados a pasar casi toda su vida laboral con empleos informales tendr¨ªan muy dif¨ªcil completar los 25 a?os.
El economista Gustavo Franco se encuentra entre los defensores de la reforma ya que entiende que el sistema actual permite que "un grupo de jubilados privilegiados explote a una mayor¨ªa de trabajadores j¨®venes que pagan sus cotizaciones". Franco, con todo, es optimista ya que cree que, tras el debate de los ¨²ltimos meses, "la mentalidad del pa¨ªs sobre este tema ha cambiado" y "la soluci¨®n surgir¨¢ en 2019" tras la elecci¨®n de un nuevo presidente y un nuevo Congreso.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.